En Sudán, Plan International está trabajando para llevar artículos de primera necesidad a quienes más los necesitan. Antes del estallido de la crisis, las necesidades humanitarias en Sudán ya eran enormes y los niños y niñas eran los más vulnerables. A continuación, Alaa Abusifian, Coordinadora de Respuesta de Emergencia, nos cuenta cómo es la vida de quienes luchan por sobrevivir en un país azotado por la violencia.
“Cuando comenzó el conflicto, estaba en el estado de Gezira, vecino del estado de Jartum. Fue estresante tratar de averiguar cómo estaban mis colegas, ya que tenemos a muchas personas en Jartum, y también a mi familia, ya que mi esposo se encontraba allí. La situación era desesperanzadora.
Viajé al Nilo Blanco para apoyar la respuesta humanitaria de Plan International. La mayoría de la población está traumatizada y necesita apoyo psicosocial. Muchas personas, incluidos nuestros colegas, lo han perdido todo. Algunos regresaron y se encontraron con que les habían robado todas sus pertenencias. Los habitantes de Jartum nunca habían vivido algo así.
Todavía tenemos personal en Jartum que se muestra reacio a marcharse. Tardamos más de diez días en averiguar cómo estaba una compañera que no tenía electricidad y no podía cargar su teléfono.
En cuanto a la comida, las tiendas abren durante un par de horas para que la gente pueda comprar lo que necesita rápidamente y luego regresar a sus hogares. Hay escasez de agua y no se puede realizar ningún tipo de mantenimiento.
Estamos centrando nuestra respuesta en la población del Nilo Blanco, incluyendo a los refugiados sursudaneses y los desplazados internos de Jartum. Desde Plan International, estamos proporcionando artículos no alimentarios, que incluyen mosquiteras, lonas, jabón y mantas.
También estamos suministrando kits de dignidad para niñas y mujeres, que incluyen compresas, ropa interior, cepillos de dientes, pasta y una linterna.
Dentro de los campamentos de refugiados, estamos colaborando con otras organizaciones para identificar las necesidades esenciales. El acceso al combustible y el flujo de efectivo representan grandes desafíos que nos impiden intervenir.
También ofrecemos apoyo psicosocial a las niñas y niños traumatizados por lo que han presenciado en Jartum. Les resulta difícil conciliar el sueño por la noche y, si un avión vuela sobre ellos, se esconden y lloran. Las personas adultas también tienen miedo, se sienten inestables y temen por su futuro.
Lo que necesitamos en este momento es acceso a efectivo para obtener más combustible y suministros para las personas refugiadas. Nos estamos quedando sin nada, y en nuestro equipo de emergencia, hemos identificado los alimentos esenciales que necesitamos, como lentejas, cereales y aceite.
Muchos niños y niñas huyeron sin nada, por lo que también necesitamos ropa, zapatos, materiales de ocio y suministros básicos, solo para registrarlos en nuestros registros de protección infantil.
Personalmente, tengo miedo del futuro impredecible al que nos enfrentamos”.