Uno de cada 12 niños y niñas en Haití muere antes de los cinco años por la desnutrición y enfermedades que podrían evitarse, según la última encuesta nacional. La infancia en el país, que sufre una de las tasas de mortalidad infantil más altas de América Latina y el Caribe, sufre los efectos de la pobreza, la inseguridad y el alto costo de la vida.
Salinda tiene 22 años y vive en una aldea del sureste de Haití. No tiene forma para tratar los problemas de salud de su hija Floranciana, de tres años, que nació con un problema congénito y requiere una operación que la familia no puede permitirse. “Cuando nació, pasamos cinco días en el hospital, pero, como no teníamos dinero, no pudo recibir los cuidados necesarios”.
Salinda vendía ropa de segunda mano, pero la frágil situación del país le obligó a abandonar este trabajo, y ahora la familia depende de los ingresos de su marido, que es mecánico y gana entre entre 3 y 7 euros. “Antes de esta crisis, solíamos comer dos o tres veces al día. Ahora solo podemos comer una vez al día”, cuenta.
Salinda vive con su marido, sus dos hijos y una amiga, también madre joven, quien, estando embarazada, vivía sola en Puerto Príncipe, la ciudad con mayor índice de secuestros per cápita del mundo y donde las mujeres solas son extremadamente vulnerables. “No quería que viviera en Puerto Príncipe, vivía en Croix-des-Bouquets, donde matan a la gente”.
La familia no tiene un hogar en propiedad y, actualmente, vive en una casa con los padres de Salinda. Además de luchar por encontrar suficiente comida cada día, el acceso al agua también es una preocupación y Salinda tiene que caminar más de una hora cada día para recoger agua para la familia.
Como parte de nuestra respuesta, la familia de Salinda ha recibido recientemente una transferencia en efectivo con la que ha podido acceder a algunos alimentos básicos. “He podido hacer algunas compras. He comprado alimentos a granel para mis hijos: arroz, aceite, espaguetis y especias”.
Salinda y su familia esperan que Haití empiece a recuperarse pronto de esta crisis. 4,9 millones de personas, lo que supone el 43% de la población, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda, y 1,3 millones de personas necesitan ayuda alimentaria urgente, lo que convierte al país en uno de los más hambrientos del mundo.
Cuando le preguntamos a Salinda por sus sueños y esperanzas, nos dice simplemente: “Quiero vivir bien, conseguir alimentos para mis hijos y tener comida suficiente”.