Milagros, con 19 años y una determinación que desafía las adversidades, traza sus metas en Repatriación, Caaguazú, un pequeño rincón a 230 kilómetros de la capital paraguaya.
Su lucha por concluir la educación secundaria es un testimonio de esfuerzo en un entorno donde alcanzar los últimos años de la educación media representa un triunfo significativo, considerando la elevada tasa de deserción escolar en el interior del país. En Paraguay 1 de cada 4 niños y niñas de 5 a 17 años, abandona la escuela, según datos de Naciones Unidas.
Ella posee una discapacidad motriz. La discriminación y la estigmatización tienen una presencia constante, especialmente en comunidades rurales como la de Milagros, donde las oportunidades educativas y de salud son aún más limitadas para quienes tienen algún tipo de discapacidad.
A pesar de las barreras impuestas por la falta de infraestructura y políticas inclusivas, Milagros sostiene con firmeza la esperanza de que al terminar sus estudios pueda cumplir su sueño de convertirse en policía. Milagros, a lo largo de su vida, ha enfrentado la discriminación de compañeros, profesores y hasta de su propia familia.
“Mis propios familiares me hicieron llorar”, cuenta. Sin embargo, junto a su madre, día a día luchan por el derecho fundamental a la educación, desafiando las limitaciones que se interponen en su camino.
Además de su discapacidad motriz, Milagros tiene epilepsia. Depende del apoyo de organizaciones no gubernamentales y donaciones de medicamentos para su tratamiento. “Mis medicamentos no son accesibles en mi comunidad”, Mili destaca la difícil realidad que comparte con muchas personas en su situación.
Poder asistir al colegio se convierte en un desafío diario. La motocicleta, único medio de transporte disponible, lleva a Milagros en dos viajes: uno para dejarla en el aula y otro para transportar su silla de ruedas, permitiéndole moverse durante las clases diarias. A la salida, la rutina se repite para retornar a casa.
A pesar de estas dificultades, Milagros mantiene viva su aspiración de convertirse en policía al finalizar la escuela, con el anhelo de servir en la comisaría de su propia comunidad, cerca de sus seres queridos.
Mili ha encontrado apoyo a través de la Escuela de Liderazgo “Flores de Acero” de Plan International, que busca potenciar el liderazgo de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes rurales para transformar sus propias prácticas hacia la igualdad a través de una propuesta pedagógica que acompaña su proceso de formación.
Desde la implementación del proyecto en el 2021 a la fecha, más de 600 niñas han participado en este proceso de formación. El nombre de la escuela “Flores de Acero” fue seleccionado por las propias niñas y busca resaltar su fortaleza y capacidad de resiliencia frente a los problemas que enfrentan diariamente.