Para muchas mujeres de la comunidad ghanesa de Bongo, en el norte del país, alcanzar la independencia económica puede ser muy complicado. Jóvenes como Sakina, de 21 años, suelen estar desempleadas y dependen totalmente de los ingresos de sus maridos. Ella en concreto está casada con un profesor que gana unos 75 euros al mes, un sueldo insuficiente para cubrir todos sus gastos.
“No tenía ingresos propios, dependía de mi marido para todo lo que necesitaba, y él, muchas veces, tampoco podía ayudarme. No me quedaba más remedio que pedir dinero prestado a nuestros vecinos”, cuenta Sakina.
La falta de ingresos fue la mayor preocupación de Sakina hasta que escuchó un anuncio en la radio local que animaba a las jóvenes a inscribirse en un proyecto de formación profesional. “Como no tenía trabajo, siempre estaba escuchando música en la radio. Un día oí un anuncio que hacía un llamamiento para que las jóvenes se inscribieran en este programa. Mi suegra también lo oyó y vino a decirme que me inscribiera. Finalmente lo hice y hoy puedo afirmar que es la mejor decisión que he tomado”.
Sakina se incorporó al proyecto “Voz y Liderazgo de las Mujeres”, dirigido por Plan International y financiado por Global Affairs Canada. La iniciativa apoya a las organizaciones y redes locales y regionales de mujeres que trabajan para promover sus derechos e impulsar su empoderamiento económico.
Sakina se apuntó a un curso de formación sobre fabricación de jabón impartido por la fundación Youth Harvest. “Usamos jabón en nuestra vida diaria. Sabía que, si aprendía a producir jabón, iba a venderlo porque es más barato y las mujeres de mi comunidad lo preferirían”, nos cuenta.
Tras la formación, su marido la apoyó con un préstamo para que pudiera iniciar su negocio. De su primera producción salieron 20 jabones que consiguió vender. Poco a poco, Sakina ha aumentado la producción y actualmente fabrica alrededor de 200 pastillas de jabón al mes, lo que le genera un beneficio de unos 50 euros mensuales.
“Estoy emocionada por mi éxito. Mi marido también está muy contento por mí. Es mi principal apoyo. Va al mercado a comprar los ingredientes para la producción cuando estoy ocupada. También vende cuando estoy fuera de casa”, dice Sakina, quien añade que “el apoyo y la orientación que me ha dado Plan International han cambiado mi vida y la de mi familia”.
Actualmente, Sakina se centra en enseñar a otras mujeres de su comunidad los conocimientos que adquirió durante las formaciones. Les ofrece asesoramiento individualizado para que desarrollen sus habilidades y aprendan a fabricar y vender jabón, igual que hace ella.