En la isla de Luaniua, en las Islas Salomón, no hay arroyos y la mayor parte del agua se obtiene de pozos. Sin embargo, el cambio climático está provocando que los pozos se contaminen con agua salada y no sean aptos para el consumo.
En colaboración con el Fondo de Desarrollo de las Islas Salomón (SIDT), estamos facilitando acceso a agua potable a esta pequeña isla en el Océano Pacífico.
Luaniua es una de las 120 islas que forman Ontong Java, un atolón de coral situado a unos 257 km al norte de la isla Ysabel, en las Islas Salomón. La subida del nivel del mar y el crecimiento demográfico están exponiendo a la población a nuevos retos.
“La escasez de agua es un problema, sobre todo durante la estación seca, y no tenemos más remedio que usar el agua del pozo”, explica John Kehosu, jefe de la comunidad.
Aunque la erosión, el agotamiento de recursos marinos y la infiltración de agua salada, que afecta a la agricultura, son cuestiones que preocupan a la población, la falta de agua potable es el mayor problema que enfrenta esta isla en la que viven unas 3.000 personas.
Para apoyar a la comunidad, hemos implementado el proyecto “Caminos de Adaptación Dirigidos por la Comunidad para las Islas Salomón” (CAPSI), que ofrece subvenciones para mejorar las condiciones de la comunidad. Los habitantes de la isla decidieron invertir sus fondos en aumentar el número de tanques de agua de lluvia y asegurarse que disponen de suficiente agua para beber y cocinar durante la estación seca.
Los tanques fueron transportados a la aldea en un barco en el que también viajó todo el equipo técnico del proyecto encargado del montaje. Cada tanque tiene una capacidad de 5.000 litros y recoge el agua de lluvia que abastece de agua potable a las familias.
Nuestro equipo también llevó carteles de sensibilización sobre la COVID-19, folletos y radios a diferentes partes de la isla para mantener a la comunidad al día con la información sobre el coronavirus. También realizamos talleres sobre lavado de manos, agua y saneamiento.
Jamal Namo, director del proyecto, explica que el mayor reto fue llegar hasta la isla, ya que se tarda dos días en barco, pero al ver la buena acogida de la comunidad, el viaje mereció la pena.
“Cuando llegamos, la comunidad estaba muy contenta. Durante la entrega de los tanques de agua, el jefe dijo que la vida en la isla iba a mejorar mucho, porque toda la comunidad tendría acceso a agua potable”.
Durante la visita, también distribuimos 50 carteles, 468 folletos y 772 pastillas de jabón como parte un proyecto de prevención contra la COVID-19 a 386 hogares, llegando en total 1.915 personas, es decir, casi dos tercios de la isla.