Casi dos años después de que Sudán tipificara como delito la mutilación genital femenina, los y las jóvenes están colaborando con la comunidad para sensibilizar sobre los peligros de esta práctica y contarles que ha sido prohibida. Shadia, de 20 años, colabora con Plan International para evitar que las familias sigan practicando la ablación a sus hijas en el estado del Nilo Blanco.
Shadia no recuerda cuándo la mutilaron. Un día, cuando de repente empezó a tener fuertes dolores menstruales, acudió a su madre. “Hasta entonces, era una chica normal que llevaba una vida como la de cualquier otra chica: iba a la escuela y volvía a casa. Era ingenua. No sabía lo que me había pasado. Aquel día le dije a mi madre: ‘Antes no tenía estos calambres’. Y fue entonces cuando me dijo que me habían sometido a la mutilación genital femenina”.
Más del 86% de las niñas y mujeres de entre 15 y 49 años en Sudán han sido sometidas a esta práctica, que se arraiga en normas sociales, ideas erróneas y estereotipos de género perjudiciales que imponen el control sobre el cuerpo de las mujeres y las discriminan. Esta práctica no tiene ningún beneficio para la salud y perjudica a las niñas y mujeres, les roba oportunidades y les impide desarrollar todo su potencial.
En Plan International estamos trabajando en el estado de Nilo Blanco, Sudán, junto con las niñas, jóvenes, comunidades y otras organizaciones para acabar con la mutilación genital femenina. Hemos creado 21 clubes en los que niñas y mujeres jóvenes se reúnen para debatir sobre las temáticas y normas sociales que afectan a sus vidas. Las niñas desarrollan habilidades de liderazgo que les sirven para hablar en público y hacer campana en sus comunidades.
“Los padres llevan a sus hijas a una ciudad cercana y, cuando vuelven, cuentan historias horribles. Intento reunirme con las familias antes de que emprendan ese viaje y hablo con ellas y con las comunidades. Les digo que es una práctica prohibida y que tiene consecuencias nocivas para la salud de las niñas y jóvenes”.
Para acabar definitivamente con la mutilación genital femenina se necesita el apoyo de todos los sectores y darles voz a los y las jóvenes, para que sean la generación del cambio.
“Mi sueño es vivir en una comunidad en la que no se tomen decisiones equivocadas y en la que se garantice un futuro seguro y saludable a las jóvenes”, dice Shadia, quien añade: “El futuro está aun por construir. Lo que nos ha ocurrido a nosotras es cosa del pasado, eso no lo podemos cambiar, pero a estas jóvenes hay que dejarles llevar una vida normal. Que tomen sus propias decisiones. Es su futuro, no el nuestro”.