la cifra anual de niñas que son sometidas a MGF aumentará a 4,6 millones en 2030

Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la MGF, Plan International solicita a los gobiernos que pongan en marcha medidas efectivas que prohíban esta problemática global que todavía afecta a millones de niñas.





Sewanatu, de Sierra Leona, tenía seis años cuando fue sometida a mutilación genital. “Mi abuela me pidió que la acompañara y, cuando le pregunté a dónde íbamos, me respondió que iba a pasar a formar parte de la familia. No entendí de qué hablaba, pero la seguí y vi a otras cuatro personas. Una de ellas cogió mi pierna izquierda, otra la pierna derecha; la tercera una mano y la cuarta la otra. Abrieron mis piernas y me mutilaron”.

Al menos 200 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital femenina (MGF) a día de hoy en los 29 países en los que esta práctica es endémica. Aunque se ha producido un descenso general en la prevalencia, el número de niñas que han sufrido MGF está aumentando debido al crecimiento de la población. Las cifras proyectan que las estimaciones actuales de 3,9 millones de niñas mutiladas cada año aumentarán a 4,6 millones para 2030. De mantenerse las tendencias actuales, más de 40 millones de niñas y adolescentes de entre 15 y 19 años serán sometidas a la práctica hasta 2030. 

“La MGF es hoy un problema global que vulnera los derechos de las niñas y las jóvenes: en España, aunque está prohibida por ley, hay alrededor de 17.000 niñas que podrían estar en riesgo de sufrirla.  Para cumplir con los ODS para 2030, es necesario un enfoque integral, que incluya sensibilización, educación, medidas legislativas y protección infantil”, subraya Concha López, directora general de Plan International. 

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina el 6 de febrero, la ONG Plan International hace un llamamiento para poner fin a esta grave violación de los derechos humanos con carácter urgente para evitar que los millones de niñas y jóvenes que todavía corren el riesgo de ser mutiladas en los próximos diez años no sean obligadas a someterse a esta práctica. 

Consecuencias de la MGF

La MGF puede tener consecuencias físicas como hemorragias, problemas urinarios y, a largo plazo, cistitis, infecciones, infertilidad, complicaciones en el parto y aumento el riesgo de mortalidad de la madre y el bebé, así como efectos psicológicos duraderos en las niñas y mujeres que pueden conducir a problemas de salud mental y disfunción sexual. 

Debido a que la MGF es una forma de violencia de género, debe abordarse teniendo en cuenta las causas fundamentales de la desigualdad de género, así como otras prácticas perjudiciales asociadas a ésta, como los matrimonios tempranos forzados o los embarazos precoces. 

“La mayoría de las niñas no van a la escuela y, las que sí lo hacen, es difícil que terminen su educación. Se quedan embarazadas o se ven obligadas a contraer matrimonio a una edad temprana (…) El matrimonio es lo único de lo que te hablan cuando te inician”, explica Sewanatu.

Sierra Leona ha sido el último país el prohibir “con efecto inmediato” la mutilación genital femenina. Según datos de Naciones Unidas, con cerca de un 90% de niñas y mujeres que han sido sometidas a esta práctica, este país tiene una de las mayores tasas de MGF en África, siendo uno de los pocos países del continente en el que aún era legal.





Trabajo comunitario y nuevos ritos de iniciación 

En Sierra Leona, al igual que en otros países, la MGF es una tradición muy arraigada, considerada necesaria, ya que forma parte de un rito de iniciación de las niñas en la edad adulta, asentado en creencias acerca de la pureza de las niñas, el control de su sexualidad, el honor de las familias y su preparación para el matrimonio. Estas creencias se derivan de roles y estereotipos de género y privan a las niñas y mujeres de su derecho a decidir. 

Por este motivo, las leyes no son suficientes para acabar con esta práctica, y es necesario un trabajo a nivel comunitario que permita cambiar las normas sociales y culturales discriminatorias. Plan International ha puesto en marcha diversos programas en comunidades de países africanos para informar a las mujeres de la ausencia de obligación civil o religiosa de someterse a la mutilación genital femenina, así como de las consecuencias tanto físicas como psicológicas que ésta conlleva. La organización también promueve el compromiso de líderes religiosos y políticos para trabajar con los gobiernos y conseguir el fin de esta práctica. 

Plan International también trabaja para implicar a las niñas y los niños, las mujeres y hombres, los profesores y profesoras, el personal sanitario y los líderes tradicionales y religiosos para que entiendan las graves consecuencias de la práctica y se conviertan en agentes activos de cambio, promoviendo nuevos ritos de iniciación que mantienen el componente de transmisión de tradiciones, pero eliminan la mutilación genital, por lo que no son perjudiciales para la salud y la vida de las niñas.

En los países donde hay datos disponibles (los países del África subsahariana donde se practica la MGF), una media del 67% de las niñas y mujeres de 15 a 49 años piensan que la práctica de la MGF debe terminar, y el 63% de los niños y los hombres están de acuerdo.