Terremoto en Nepal: “El terremoto ha destruido los edificios, pero también nuestros sueños”

Davinder Kumar, coordinador de comunicación de Plan Internacional, relata la historia de una familia afectada por el terremoto de Nepal que vive con su hijo pequeño en un campamento de desplazados de Katamandú y ha perdido todo, desde su casa hasta sus sueños.

* Por Davinder Kumar, coordinador de comunicaciones de Plan Internacional

En medio de la devastación de Katmandú, también hay muchos sueños y esperanzas de futuro hechas añicos. He conocido a Pramila Bishta y su marido Kumar, que viajaron unos 300 kilómetros hace dos años desde su pequeño pueblo en el distrito oriental de Okhaldhunga hasta Katmandú  buscando una vida mejor.

Recién casados y llenos de esperanza con su futuro, se asentaron rápidamente en la caótica capital. Kumar, de 20 años, cuenta que encontró un trabajo como ayudante en una tienda de ropa que les daba poco dinero, pero el suficiente como para alquilar una habitación y pagar sus gastos. Siete meses después tuvieron a su primer hijo, un niño.

?Las cosas nos iban bien. No teníamos mucho pero éramos felices. También mandábamos algo de dinero a casa para ayudar a nuestros padres?, me dice la joven de 20 años Pramila.

En ese momento de esperanza, dice, ?de pronto, en un momento, nuestras vidas dieron un vuelco?.

?Cuando el terremoto sacudió la tierra estábamos dentro de nuestra habitación, pero salimos corriendo porque todo el edificio que compartimos con otros inquilinos empezó a sacudirse violentamente?, recuerda con intensidad.

?En un momento el edificio de cuatro plantas se derrumbó. Pocos minutos después hubo una sacudida aún mayor. La gente estaba gritando, llorando y corriendo por las calles?, me explica Kumar.

El sueño de una vida mejor, hecho pedazos

Una vez que las réplicas cesaron, la pareja salvó algunas de sus pertenencias y se trasladaron a una tienda en la base militar del centro de Katmandú, que es uno de los muchos sitios que han sido organizados como refugios temporales para la población desplazada.

Para Pramila y Kumar también fue una tragedia en su pueblo de origen. La casa de su familia fue reducida a escombros por el terremoto.

?Nuestro sueño de una vida mejor en Katmandú se ha hecho pedazos. No tenemos donde vivir y tampoco tengo trabajo porque la tienda está dañada también. No tengo trabajo ni un techo donde cobijarnos?, dice Kumar.

Afligidos, desbordados y desposeídos de lo poco que tenían, Pramila y Kumar están planeando volver su pueblo en los próximos días.

?No tenemos otra opción. No podemos vivir en la tienda de campaña para siempre y también tenemos que cuidar de nuestros padre en el pueblo?, dice Pramila. ?El terremoto ha destruido los edificios, pero también nuestros sueños?.

Plan Internacional, que lleva casi 40 años presente en Nepal, está trabajando desde el primer momento en la respuesta a la emergencia. Hemos desplegado 8 equipos de evaluación de daños en varias zonas del país para decidir dónde y qué ayuda es más urgente y necesaria y un equipo internacional de nueve especialistas en gestión de emergencias, protección infantil, recaudación de fondos y yo mismo en comunicación trabajamos en la coordinación de la respuesta.

Refugio, comida y apoyo psicológico

Hasta el momento, se han distribuido más de 2.300 kits de refugio, que incluyen lonas, cuerdas y colchones para 10 personas, y de comida, con legumbres, arroz y aceite que dan alimento a 10 personas durante 7 días. Familias como la de Pramila y Kumar, que además tienen niños y niñas pequeños y están exponiéndose al frío, la lluvia y la

propagación de enfermedades, podrán al menos dormir bajo techo y comer.

Las lluvias solo empeorarán la situación y el monzón de junio, que llega en seis semanas, va a complicar las tareas y el acceso a zonas remotas. La respuesta es necesaria y urgente y los niños y niñas son nuestra principal prioridad.

Por eso, se han establecido ya cinco Child Friendly Spaces o “espacios amigos de la infancia”, donde más de 1.000 niños de Katmandú podrán reunirse para aprender, jugar y divertirse con otros niños, algo muy simple que sin embargo puede tener un impacto positivo incalculable en la salud mental de estos niños, que también necesitan atención para sus heridas invisibles.