Dando clase a pesar de las dificultades

En lugares de conflicto o crisis económica, la educación de la infancia es la primera víctima. Apoyamos la labor de cientos de profesores y profesoras voluntarios que siguen dando clase, y ofrecemos programas de formación de profesorado.

Preparando a una nueva generación de profesores y profesoras en Sudán del Sur

Para Leya, llegar a ser profesora no ha sido fácil. Como resultado del conflicto armado y de la crisis económica de su país, Sudán del Sur, muchos profesores han huido a otros países o abandonado la profesión por otras formas de trabajo como la agricultura. Como resultado, el 84% de los menores de 6 años en el país no tiene acceso a la educación. Ella misma tuvo que dejar la escuela tras su cierre debido al conflicto, pero ahora, en vez de quedarse en casa, ha decidido apoyar la educación de los más pequeños y convertirse en profesora voluntaria.

Al principio, debido a su falta de formación, necesitó grandes esfuerzos para que los niños y niñas siguieran sus instrucciones. “Estuve a punto de rendirme”, recuerda. Ahora, eso ha cambiado. Después de participar en un curso de formación de dos semanas para el Desarrollo de Primera Infancia de Plan Internacional, Leya tiene los conocimientos y la confianza suficientes como para llevar las clases.

Nigeria: Formando a profesores que inspiren

Este año, la vuelta de las vacaciones ha sido emocionante para Halima Adamu, profesora de primaria en la zona norte de Nigeria. Tiene motivos: el colegio fue cerrado debido a los continuos ataques que sufría, y ahora ha vuelto a reabrirse con la mejora de la seguridad.

Aunque sólo tienen un libro por clase, Halima está feliz de volver a ver a sus alumnos, aunque querría ver más niñas.  Después de un curso de formación de profesorado tiene los conocimientos suficientes como para hacer las clases amenas e inclusivas y transmitir su entusiasmo a todos los niños y niñas.

“Sin esperanza no somos nada”

Cuando empezó la guerra civil en Siria, la profesora Mumtaz y su familia hicieron las maletas y llegaron a Jordania. “Perdí mi profesión, mi casa, mi coche, mi estatus”, dice. “En Siria era una profesora respetada; aquí tengo que lavar platos”.

Cuando oyó hablar de un centro de educación para niños refugiados sirios, Mumtaz encontró una oportunidad para ayudar a los demás. “Siento que recuperé mi vida cuando volví a dar clases”, dice. “Aún tengo muchas esperanzas”.