No hubo lluvias durante tres temporadas en el Cuerno de África. Tanto el cultivo como el ganado han disminuido considerablemente, y muchas familias recurren a medidas desesperadas para sobrevivir a pocos kilómetros de las zonas turísticas más populares.
La costa keniana ofrece un paraíso de vacaciones tropicales, si no fuera por la sequía que sufre desde hace tres años. El distrito de Kilifi está a solo una hora y media en coche al norte de la ciudad portuaria de Mombasa y de las playas más populares del país. Sin embargo, allí Rehema una joven de 18 años, pasa la mayor parte del día buscando comida y agua.
La sequía en Kenia afecta especialmente a las niñas y a las mujeres, que pasan gran parte de su tiempo buscando comida y leña o caminando largas distancias para llegar a los pozos de agua donde tienen que hacer largas colas. Debido a la desigualdad de género causada por el analfabetismo, la pobreza y las costumbres tradicionales, las niñas y las mujeres se ven más afectadas por la inseguridad alimentaria y la desnutrición.
Mucho que hacer, sin nada que comer
“Al ser la mayor de la familia, tengo que ir a buscar agua, recoger leña, limpiar y cocinar”. “Incluso ayudo a mi madre a buscar comida para nosotros”. Rehema vive con su madre y sus ocho hermanos en Kilifi, en el sureste de Kenia. El distrito es uno de los más afectados por la sequía en el país.
Aunque Rehema tiene muchas cosas que hacer para sacar a su familia adelante, intenta seguir asistiendo a las clases pese a que el camino a la escuela es largo y agotador.
“Me levanto a las seis de la mañana y salgo para la escuela, sin haber comido nada. ¡Es realmente agotador! Camino más de diez kilómetros. La mayoría de los días me encuentro con animales salvajes como serpientes y elefantes que me obligan a correr por miedo a ser atacada”, dice Rehema.
Brechas nutricionales y educativas
La persistente sequía ha golpeado duramente a las escuelas de la región: Cientos de miles de niños y niñas en edad escolar no asisten a clase debido al hambre. Muchos niños y niñas se ven obligados a abandonar la escuela para ir, con sus familias y su ganado, en busca de pastos y agua.
“Cuando llego a clase, estoy demasiado cansada y hambrienta y me cuesta mucho concentrarme. Además, a menudo me envían a casa porque no puedo pagar las cuotas escolares. Cuando llego a casa, mi madre y yo buscamos leña que luego vendemos para tener algo de comer”, dice Rehema.
Romper el ciclo de la pobreza
“Siento mucha frustración al ver sufrir a mis hijos, pero la vida es dura debido a la constante sequía”, dice Dhahabu, la madre de Rehema. ”No puedo pagar la comida ni las cuotas escolares. Solo hacemos una comida al día un pequeño trozo de ugali –harina hervida con agua–, frutas silvestres hervidas (tunguja) o agua y sal como una sopa (Kiluma) y esto debilita a mi familia, pero es un gran alivio comer después de un largo día, incluso si apenas es suficiente para alimentarnos a todos”. “Rezo para que mi hija pueda llevar a cabo sus estudios y así poder enseñar a sus hermanos.”
“La vida es dura para las niñas en muchos hogares. A veces pensamos en huir de casa, pero no tenemos adónde ir”, dice Rehema. ”¡Hago un llamamiento a todas las personas para que ayuden a las niñas de mi área a lograr sus sueños!”
El hambre, las enfermedades, las catástrofes naturales y los conflictos armados amenazan la salud, los medios de vida y el futuro de millones de personas. En situaciones de necesidad, los niños y niñas suelen ser los que menos atención reciben. Con el Fondo de Ayuda de Emergencia, proporcionamos ayuda rápida y no burocrática en caso de catástrofes y emergencias graves: ¡Ayúdanos con tu donación!