Conoce a Ajani, una mujer de 22 años del distrito de Bardiya, Nepal, cuyo objetivo es expandir el negocio familiar de cría de cabras. “Siempre me ha interesado la cría de cabras, ya que crecí viendo a mis padres hacerlo en casa. Quería empezar mi propio negocio, pero no tenía los recursos financieros ni las habilidades técnicas necesarias”, explica.
La familia de Ajani obtiene ingresos modestos criando cabras para la venta y también cultiva una pequeña parcela de tierra. Sin embargo, con ocho miembros que alimentar, normalmente no es suficiente para cubrir las necesidades de todos los integrantes.
“He estado hablando con mis padres durante años, intentando convencerles para que expandan nuestra granja de cabras, algo en lo que yo podría apoyarles, pero mi madre quería que me centrara en mi educación y la terminara primero”, dice Ajani.
A pesar de su entusiasmo por ayudar, Ajani no podía apoyar a sus padres sin la orientación adecuada y las habilidades empresariales. “Por eso he estado buscando formas de aprender estas habilidades”, dice. “Como es algo que no se aprende en la escuela, hubiera tenido que pagar por formación, pero no podía permitírmelo.”
En comunidades rurales como Bardiya, a menudo existen barreras que impiden a las jóvenes iniciar nuevos proyectos y tener sus propios negocios. Normas de género y discriminación significan que muchas personas no confían en las habilidades empresariales de las mujeres jóvenes, creyendo que deberían estar casadas o cuidando de sus familias en lugar de gestionar negocios.
“No confían en las chicas como confían en los chicos”, dice Ajani.
Por eso, la joven se sorprendió cuando, un día camino de la universidad, vio un aviso en la oficina local de Plan International ofreciendo formación a mujeres jóvenes interesadas en aprender habilidades empresariales en el sector ganadero.
“No podía creerlo cuando vi el aviso. Inmediatamente pregunté sobre la oportunidad”, dice. “No podía creer que la formación fuera gratuita y me diera la oportunidad de invertir en mi propio negocio.”
Sin dudarlo, se inscribió y fue seleccionada para participar en una serie de sesiones de formación sobre cría comercial de cabras, desarrollo cooperativo y otros temas relacionados con habilidades para la vida y protección.
“La formación fue reveladora”, recuerda Ajani. “Me di cuenta de que ha habido muchos avances en la cría de cabras desde que mis padres asistieron a sesiones de formación hace muchos años. Nosotros no habíamos actualizado nuestras técnicas desde entonces. Gané la confianza y el know-how para empezar mi propia granja de cabras. También me conectó con personas con ideas afines y una red de apoyo mutuo y cooperación.”
Tras la formación, Ajani estaba ansiosa por compartir sus conocimientos con su familia. “La prevención es mejor que la cura, y esto también se aplica a los animales. Aprendí lo importante que es proporcionar un refugio bueno y bien ventilado, limpiar los corrales con frecuencia y mantener estrictos estándares de higiene. También es fundamental proporcionar suficiente comida y agua, ya que una alimentación insuficiente o incorrecta debilitará a los animales. También hay que darles suficiente tiempo para pastar.”
Ajani también desarrolló habilidades empresariales muy buscadas. “Aprendí cómo acceder a las tendencias del mercado, estrategias de precios, relaciones con los clientes y principios básicos de gestión empresarial relevantes para la cría de cabras. También nos enseñaron a mantener registros precisos de existencias de cabras, registros de salud, transacciones financieras y datos de producción para seguir progresando y tomar decisiones de gestión informadas.”
La gestión ambiental fue otro ámbito en el que Ajani adquirió una mayor comprensión. “Me enseñaron prácticas agrícolas sostenibles, gestión de residuos, manejo de pastos y cómo minimizar el impacto ambiental de las operaciones de cría de cabras.”
Como parte del proyecto, después de la formación, Ajani recibió ocho cabras para impulsar su negocio. Usando sus nuevos conocimientos, se puso manos a la obra cuidando de su nuevo rebaño y en ocho meses tenía 11 cabritos, un testimonio de su dedicación y calidad de cuidado.
Manteniendo registros meticulosos de sus gastos e ingresos, el compromiso de Ajani es evidente. Sus aspiraciones van más allá del éxito personal; planea unirse a una cooperativa dedicada al empoderamiento económico de las chicas y espera seguir expandiendo su granja.
Mientras compaginaba sus estudios con las responsabilidades de la granja, Ajani construyó un nuevo cobertizo para el ganado con la ayuda de su familia y ahora tiene nueve cabras y 19 ovejas.
A pesar de su apretada agenda, la pasión de Ajani por sus animales es evidente. “Mis cabras son mi orgullo y mi alegría, además de mi medio de vida”, afirma. “Con el apoyo inquebrantable de mi familia, no sólo he podido poner en marcha mi propia granja, sino que también he podido seguir estudiando”.