Del papel a los hechos: jóvenes activistas piden el fin del matrimonio infantil en Asia-Pacífico

“El vestido de la libertad no es ajustado.
No nos impide avanzar.
El vestido de la libertad es para todas las personas.
No te abandona a ti, ni a mí, ni a nadie.
Tenemos que empezar a coser la libertad de hoy y de mañana.
Porque todo el mundo debería tener su propio vestido de la libertad”.

Vestido de libertad, por Kenia, 17 años, Filipinas.

Estas líneas pertenecen a la obra “Vestido de libertad”, un poema de Kenia, una joven filipina de 17 años, que tuvo la oportunidad de recitarlo durante la clausura del tercer foro regional de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental: “Hacia un Sudeste Asiático Libre de Matrimonio Infantil”.  

Alzando la voz contra el matrimonio infantil  

En su conmovedor discurso, la activista e intérprete Kenia detalló su percepción sobre los factores que provocan el matrimonio infantil, una práctica arraigada en su comunidad.  

“El matrimonio infantil es difícil de erradicar porque forma parte de nuestra realidad desde hace muchos años. Las niñas y los niños Manguián (el nombre genérico para los ocho etnias indígenas que se encuentran en la isla de Mindoro, ​en la isla de Luzón, Filipinas) crecen en una comunidad en la que, en cuanto llegan a la pubertad, se espera que se casen en cuestión de semanas y meses”, expresa la joven. 

En el foro, Kenia contó cómo, gracias al apoyo de Plan International, comenzó su labor para defender los derechos de las niñas.  

“Actualmente participo en la elaboración de una política local para prohibir el ‘Kasal Katipunan’ o las ceremonias de boda tradicionales de Manguián para las niñas menores de edad. Esta práctica permite el matrimonio precoz de las jóvenes, además de contribuir a la creciente tasa de embarazos adolescentes en nuestra zona”, explica Kenia. 

Durante su intervención pública, Kenia destacó en varias ocasiones la importancia de invertir en educación a pesar de que en su comunidad muchas veces se antepone el matrimonio a la educación, creyendo que es una forma de salir de la pobreza.  

“Después de esa boda de cuento de hadas, viene la pesadilla de toda una vida: embarazos precoces, abandono de los estudios, abusos y violencia en el hogar, la carga de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos e hijas, y el desempleo”, afirma.  

Kenia también afirma que la pandemia del COVID-19 ha empeorado la situación, ya que los casos de abuso en las zonas remotas no se denuncian.  

Llamada a la acción 

A pesar de los obstáculos, Kenia está decidida a erradicar esta práctica perjudicial. En repetidas ocasiones ha pedido a las autoridades que aumenten sus esfuerzos para erradicar las normas y tradiciones que perjudican a las niñas y a las jóvenes.  

“Debemos educar a los jóvenes y sus padres sobre salud y derechos sexuales y reproductivos y mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva para que los jóvenes cuenten con más información”, afirma.  

Para que sus voces sean escuchadas, a Kenia le gustaría que otros jóvenes se unan a ella en la lucha contra el matrimonio infantil. “Nuestras voces y nuestra representación son herramientas poderosas. Lo hemos demostrado. Personalmente, utilizo mis redes sociales para difundir el tema”, comenta esta joven que no piensa rendirse hasta conseguir su objetivo.