“Antes de que tuviéramos agua potable, nuestros ancestros vivían de los paúros y bebían agua de ellos”, explica Lizeth, mientras señala uno de ellos.
Un paúro es una corriente de agua que brota de una fuente subterránea o se filtra entre las rocas y emerge hacia la superficie. Estos manantiales naturales fueron fuente de agua dulce durante varias generaciones en el municipio de Lizeth, en la zona de Santa Cruz, Bolivia.
La intervención humana en el rico ecosistema del municipio de Ascensión de Guarayos provocó que, en la actualidad, la mayoría de los paúros estén secos y olvidados, perdidos entre la maleza.
El recorrido en bus hacia el área de Ascensión de Guarayos, desde Santa Cruz de la Sierra, dura seis horas. A los lados de la carretera, cuentan los lugareños, cada vez se ven menos áreas boscosas y el olor a madera quemada parece envolverlo todo.
Entre 2005 y 2018, la superficie deforestada en este municipio se duplicó y alcanzó las 171 mil hectáreas, una extensión más grande que la del área metropolitana de Santa Cruz de la Sierra (159 mil hectáreas).
En teoría, Ascensión de Guarayos conserva más de medio millón de hectáreas de bosque. Pero, durante las últimas décadas, la zona pasó de ser un bosque verde a una zona de matorrales y pastizales debido a diversas amenazas, entre ellas los constantes incendios forestales.
Hasta la segunda semana de agosto de 2024, el Comité de Operaciones de Emergencia Departamental de la Gobernación de Santa Cruz reportó más de un millón de hectáreas consumidas por los incendios forestales. Uno de los municipios más afectados, como suele suceder cada año, es el de Lizeth.
En ese contexto, ella junto con otro chico de su comunidad, se aliaron para desarrollar un proyecto de conservación de los paúros.
Jóvenes frente a las crisis hídrica y climática
“Hace dos años nos quedamos sin agua y solo estamos nosotros para velar por nuestras necesidades y para buscar soluciones. Somos dos jóvenes que queremos trabajar por nuestro pueblo”.
Lizeth, a sus 18 años, explica que su “objetivo es reconocer a los paúros como Patrimonio Cultural de Ascensión de Guarayos, garantizar la conservación del agua y asegurar que las personas usen el agua de manera adecuada”.
En 2022, en el municipio de Lizeth las personas caminaban de un lado a otro cargando baldes para conseguir un poco de agua. Las cisternas que gestionaban las autoridades eran insuficientes. Durante varias semanas la situación fue desesperante. La escasez de agua, provocada por la sequía, se extendió por más de un mes.
Un año después, a finales de 2023, Defensa Civil informó de que la sequía en Bolivia afectaba a casi medio millón de familias en todas las regiones el país. Según diversos informes, como los de ONU o Plan International, las infancias y las mujeres son quienes se ven más afectadas por los impactos de las crisis hídricas y climáticas.
Frente a esta problemática, la coalición formada por la Fundación Mapeko y el Comité de Niños, Niñas y Adolescentes de Ascensión de Guarayos, del que Lizeth es parte, logró presentar una propuesta para una ley de conservación de los paúros. “Tenemos entendido que ya se va a poner en marcha”, comenta Lizeth con esperanza.
La joven líder con una larga trayectoria
Lizeth comenzó a forjar su liderazgo a los 13 años. Desde entonces tuvo la oportunidad de participar en distintos programas y proyectos que la hicieron más fuerte. Pocos años después, guiada por el deseo de contribuir con el desarrollo de su comunidad, decidió unirse al Comité de Niños, Niñas y Adolescentes de Ascensión de Guarayos.
“Entré a los 16 y no tenía conocimientos sobre qué es una ley, sobre cuáles son las normativas, cómo lo debo hacer, cómo debo hablar”, recuerda Lizeth.
A través de programas de formación de organizaciones como Plan International Bolivia, Lizeth reunió las nociones y aprendizajes suficientes para hacer frente al reto.
Además, siempre que pudo, participó en proyectos apoyados por Plan International, como la Escuela de Liderazgos, Niñas al Poder o Empoderando Cuerpos, Empoderando Vidas. En cada uno de estos espacios, Lizeth obtuvo las herramientas necesarias para consolidar su liderazgo.
“Como Comité, somos los primeros en ser elegidos en Ascensión”, explica Lizeth. “Hemos tenido muchas tareas, como hacernos conocidos o conseguir que las autoridades nos tengan en cuenta y, al mismo tiempo, hacer y cumplir propuestas”, añade.
Actualmente, una de sus principales preocupaciones es la falta de una reglamentación a la Ley Municipal de Juventudes, promulgada en 2022.
Defendiendo la identidad guaraya
“Los jóvenes no son tomados en cuenta en lugares o espacios donde deberían estar. (…) No hay apoyo, no hay un fondo económico para jóvenes, no hay una Casa de la Juventud, no hay un responsable, un secretario de Juventudes en la Alcaldía. Esto es algo por lo que sigo peleando”, protesta Lizeth.
A esto se suma un problema estructural: la fragmentación comunitaria. En muchas organizaciones vecinales hay más de dos representantes, muchas veces enfrentados entre sí. “Están todos divididos y ese es un problema que me gustaría cambiar en Ascensión”, dice Lizeth.
Este ambiente de división también afecta a la preservación cultural. La identidad guaraya se ve amenazada por la vergüenza y el olvido de sus raíces. “En las familias se está perdiendo la cultura, el amor por nuestras raíces. Los abuelos ya no cuentan historias ni enseñan el idioma guarayo. Es algo que me da pena, porque no sabemos en qué va a terminar nuestro municipio”.
Según Lizeth, se necesitan fortalecer los liderazgos de las juventudes guarayas para revalorizar su herencia cultural, ya que muchos de ellos “se avergüenzan de decir: soy guarayo”.