Los jóvenes pueden liderar la transformación y un futuro mejor, pero esta labor necesita financiación, escribe el joven activista boliviano Walberto, de 23 años, quien participará en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4) como parte de la delegación de Plan International.
Walberto estará presente en uno de los tres side events organizados por Plan International: On the frontlines of change: What Youth-Led Organizations need for Advancing Sustainable, Just and Equitable Societies, que se celebrará el miércoles 2 de julio, de 16:30 a 18:00h en la sala side event 19. Obtén más información sobre este evento y la participación de Plan International aquí.
Soy Walberto, joven boliviano y activista por los derechos sexuales y derechos reproductivos. Escribo desde una región profundamente marcada por las desigualdades: América Latina y el Caribe. Desde donde me encuentro, el panorama global se siente más que preocupante, se siente injusto.
Mi compromiso con esta causa nace de años de trabajo en comunidades rurales con adolescentes y jóvenes. He sido testigo directo de cómo las brechas de acceso a salud, educación o participación afectan más duramente a quienes ya enfrentan múltiples formas de exclusión: niñas, jóvenes indígenas, mujeres rurales. Entendí que no basta con acompañar procesos locales, si no incidimos también en los espacios donde se toman las grandes decisiones.
Un momento decisivo
Hoy atravesamos un momento crítico. Las crisis se entrelazan: el cambio climático avanza sin tregua, los derechos humanos retroceden, las deudas externas ahogan a nuestros países, y la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), en lugar de fortalecerse, se reduce. Esta realidad nos golpea de forma directa a las juventudes del Sur Global, y especialmente a quienes defendemos los derechos de niñas, adolescentes y jóvenes.
Menos del 4 % de los proyectos de los bancos multilaterales de desarrollo abordan explícitamente los derechos de las niñas.
Más de 45 países destinan el 15 % o más de sus ingresos gubernamentales al pago de la deuda externa, lo que reduce significativamente los recursos disponibles para servicios esenciales como salud, educación y protección.
En este contexto, la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4) es una oportunidad histórica para cambiar el rumbo. Pero no se trata solo de promesas: exigimos compromisos reales, empezando por el cumplimiento del objetivo de asignar el 0,7 % del Producto Interior Bruto (PIB) de los países desarrollados a la AOD, un compromiso adoptado hace décadas que aún no ha sido plenamente cumplido.
No pedimos caridad. Exigimos justicia económica como condición básica para garantizar justicia de género, climática y social.
Las decisiones que se tomen en FfD4 tendrán impactos intergeneracionales. Como jóvenes, no aceptamos que nuestro futuro se vea hipotecado por un sistema financiero global que prioriza el pago de deuda antes que el acceso a la salud, la educación o la participación política.
La juventud exige un cambio
Reclamamos una reforma urgente de la arquitectura financiera internacional, hoy dominada por intereses de élites globales. Necesitamos instituciones más democráticas, representativas y con reglas claras para una reestructuración justa de la deuda. También pedimos una Convención Marco sobre Deuda Soberana bajo el liderazgo de Naciones Unidas, con enfoque en derechos humanos, igualdad de género y sostenibilidad.
Las juventudes del Sur Global no solo denunciamos esta injusticia: también construimos alternativas. En nuestras comunidades lideramos iniciativas de transformación, impulsamos procesos de incidencia, cuidamos los territorios, generamos propuestas. Pero sin recursos adecuados, nuestros esfuerzos no alcanzan la escala que el momento exige.
Nuestras exigencias para el futuro
Por eso, demandamos financiamiento directo, flexible, accesible y plurianual para organizaciones lideradas por jóvenes y mujeres. Queremos eliminar barreras como la exclusión digital, legal y lingüística que nos impiden acceder a fondos. Queremos decisiones que nos incluyan, no que nos ignoren.
Si no se invierte en juventudes hoy, se está invirtiendo en más exclusión, más desigualdad, más crisis. Pero si se prioriza a nuestras organizaciones, a nuestras voces, se apuesta por un desarrollo más justo, equitativo y sostenible.
Porque la justicia de género no es posible sin justicia económica, y ningún desarrollo será sostenible si deja fuera a los 1.800 millones de jóvenes que hoy habitamos el mundo.
Desde América Latina y el Caribe, desde Bolivia, desde el corazón de las juventudes rurales, alzamos la voz en la FfD4.
Nuestro mensaje es claro: ¡Nuestro futuro no se financia a medias! ¡Por una financiación adaptada a las necesidades de las juventudes!