Etiopía está sufriendo una de las sequías más graves de los últimos cuarenta años. En la Región Somalí de Etiopía, la sequía y las necesidades humanitarias en aumento están obligando a miles de personas a abandonar sus hogares en busca de alimentos y agua. La mayoría, se dirige al otro lado de la frontera, a la región de Oromia, que también ha alcanzado un punto crítico.
La sequía es una de las consecuencias del cambio climático. Etiopía ha sufrido diez grandes sequías desde 1980, y la temperatura anual ha aumentado 0,37 grados centígrados por década. La situación política, social y económica del país han agravado esta crisis aún más.
Las familias que viven en los campamentos de desplazados internos de Etiopía se enfrentan a enormes necesidades humanitarias. Las más críticas son: alimentación, alojamiento, agua, saneamiento e higiene, así como el acceso a los servicios de salud y nutrición. Además, es habitual que los fuertes vientos que soplan desde el desierto destruyan los refugios, generalmente inestables, y dejen a las familias sin un techo bajo el que refugiarse.
Mustaria, de 18 años, vive en el campamento de desplazados internos con sus dos hijos. Emigró desde la región de Somalia con su marido y sus hijos y vivía en un refugio temporal hasta que el viento lo destruyó y la dejó sin hogar.
“Ahora vivimos al aire libre. Mi hijo pequeño no soporta el calor ni el viento. No tengo comida para alimentarlos. Mis hijos lloran. Mi marido busca trabajo cada día, pero es difícil encontrarlo. Estoy sufriendo mucho, no hay agua ni comida y soy la única responsable de mis hijos. Estoy desesperada y me siento impotente”.
En este contexto, las niñas y las mujeres tienen necesidades médicas específicas: están más expuestas a la violencia, a la desnutrición, a las malas condiciones de higiene y a las enfermedades. Una tarea ordinaria como recoger agua o ir al baño puede ponerlas en peligro.
“Más de 300 familias se han quedado sin hogar después de que sus casas fueran destruidas por el viento. Los niños, niñas y mujeres son los colectivos más afectados por la sequía. No hay comida, ni agua, ni baños. Las adolescentes y mujeres no tienen acceso a agua para gestionar su higiene menstrual, y esto deriva en problemas de salud más graves”.
“El viento destruyó mi refugio temporal. Las condiciones meteorológicas han empeorado. Las temperaturas más cálidas secan los suelos, por lo que es imposible cultivar nada. No hay agua, no hay comida… No tenemos esperanza. Lo peor es que mis hijos se mueren de hambre. Si no consigo comida, me temo que morirán”, relata Sumaya.
Muchos niños y niñas del campamento sufren desnutrición aguda severa, una situación que amenaza su vida y que requiere tratamiento urgente porque debilita considerablemente su sistema inmunológico, por lo que cualquier problema de salud o infección puede resultar mortal. Se calcula que en las regiones de Oromia y Somalia hay 225.000 niños y niñas que sufren desnutrición y más de 100.000 mujeres embarazadas y lactantes que necesitan apoyo nutricional.
Desde Plan International estamos ampliando nuestra respuesta de emergencia en Etiopía para responder a la crisis del hambre en la región de Oromia, con un apoyo que incluye asistencia sanitaria y nutricional, la distribución de semillas y pienso para que las familias mantengan sus medios de vida y transferencias de dinero en efectivo que les permitan comprar alimentos.
Para Sumaya, el acceso a esta ayuda debería producirse lo más rápido posible. “Mis hijos se enfrentan a la escasez de alimentos y agua, y no tienen acceso a los servicios sanitarios ni a medicamentos. Lloran por la comida y el agua y yo siempre lloro porque no puedo ayudarles. Pido que nos ayuden a cubrir nuestras necesidades, y especialmente las de las niñas y los niños que vivimos en los campamentos de desplazados”.