Tarig Yagoub, gerente de proyecto de Plan International Sudán, acababa de completar su solicitud de permiso y se dirigía a casa, en Darfur, para casarse con el amor de su vida después de las celebraciones del fin del Ramadán, cuando estalló el conflicto. Nunca llegó más allá de Jartum.
Ha pasado un año entero y Tarig aún no ha conseguido regresar a casa: el viaje sigue siendo demasiado peligroso. Mientras, sigue desarrollando su trabajo, ayudando a las comunidades desplazadas por el conflicto. Tiene la esperanza de que el conflicto disminuya y pueda viajar a casa y volver a ver a su familia y a su prometida.
“Todo mi plan de vida se arruinó cuando estalló el conflicto. Cuando me di cuenta de que no llegaría a Darfur, decidí regresar a la zona de Nilo Blanco, pero no pensaba que no podría volver a casa. Ahora trabajo en una oficina de Plan International entre Jartum y Nilo Blanco llamada Elduiem”, dice Tarig.
“He perdido la esperanza de casarme pronto, ahora mi principal prioridad es que mi familia esté a salvo. Darfur ya era una zona muy difícil antes de que comenzase la guerra. Al no haber conexión ni red móvil, no pude hablar con mi familia hasta dos meses más tarde”, señala.
Tarig, como es el caso de otras muchas personas, no ha podidio celebrar este año el fin del Ramadán con su familia. El conflicto en Sudán ha desplazado a más de 8 millones de personas, la mitad de la población necesita asistencia humanitaria y más de 18 millones de personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
“Los dos meses que estuve sin saber nada de mi familia fueron muy duros. Intentaba hacer mi trabajo y olvidar mis propios problemas, pero era difícil. Por fin pude hablar con mi hermana. Estábamos muy felices por saber que seguíamos vivos”.
El 15 de abril de 2024, marcará un año desde el inicio del último conflicto en Sudán. Un país que ahora no solo enfrenta la crisis de desplazamiento más grande del mundo, sino también la crisis de desplazamiento interno más grande del mundo para la infancia, con casi 5 millones de niños y niñas desplazados por la fuerza.
A medida que el conflicto se extiende a nuevas áreas dentro de Sudán, las familias siguen constantemente en movimiento, buscando seguridad. El gran número de personas que huyen de sus hogares significa que después de enfrentar traumas inimaginables, muchos están soportando hacinamiento y condiciones precarias en los campos de desplazamiento.
“Mi prometida todavía está en Darfur. No la he visto desde la guerra. Logré hablar con ella después de cinco meses. Ella ha perdido algunos miembros de su familia desde que comenzó el conflicto, pero sigue siendo fuerte. Todavía está entre nuestros planes casarnos. Esperamos que las carreteras se abran y logre llegar a Darfur”.
“Mi formación en ayuda humanitaria me impulsa a apoyar a las personas, por lo que nos esforzamos al máximo para llegar a las familias vulnerables, especialmente a los niños y niñas. Estamos llevando a cabo proyectos de salud, saneamiento de agua, higiene y nutrición tanto para los refugiados de Sudán del Sur como para los desplazados internos en el Nilo Blanco. En nuestra respuesta inicial, utilizamos algunos kits que teníamos almacenados en ese momento, incluyendo juegos de cocina, esterillas y kits de dignidad“.
Plan International quiere que en este aniversario de un año se aumente la visibilidad del conflicto, que en gran medida ha sido ignorado como una “emergencia olvidada”. El 15 de abril es una oportunidad para destacar el impacto devastador del conflicto y abogar para que las partes interesadas recuerden a Sudán y las personas que siguen allí.
Hemos estado operando en Sudán durante más de 45 años y actualmente estamos respondiendo en Darfur del Norte, Nilo Blanco, Kassala Al Gadaref y Kordofán. Además, Plan International está brindando apoyo a las personas desplazadas por la crisis en toda la región, incluyendo Chad, RCA, Etiopía, Egipto y Sudán del Sur. Los países vecinos de Sudán, afectados por esta nueva emergencia, ya albergaban grandes poblaciones de refugiados, migrantes y desplazados internos antes del estallido de la crisis. Sin embargo, los programas humanitarios en estos países siguen gravemente subfinanciados.