“Me practicaron la ablación y sufrí muchas complicaciones: dolor, enfermedades crónicas e infecciones urinarias que afectaban mi vida en casa”, cuenta Mariétou, de 35 años, desde Kayes, la región de Mali con la mayor tasa de mutilación genital femenina (MGF): Allí, el 95 % de las mujeres de entre 15 y 49 años han sido sometidas a esta práctica.
La MGF es una violación de los derechos humanos y una manifestación de desigualdad de género profundamente arraigada. A pesar de sus graves consecuencias físicas y psicológicas, sigue siendo una práctica común en Mali, donde no existe una ley nacional que la prohíba explícitamente.
Plan International trabaja activamente para prevenir la MGF en Mali a través de un enfoque comunitario, creando comités locales que lideran planes de acción para abandonar esta práctica de forma sostenible. También colaboramos con centros de salud para ofrecer atención médica a mujeres con complicaciones derivadas de la ablación, abordando tanto las consecuencias inmediatas como las de largo plazo.
El doctor Coulibaly, que trabaja en un centro de referencia, afirma: “Aún hay muchos desafíos, sobre todo en la concienciación. Muchas mujeres no saben que sus problemas de salud están relacionados con la MGF. Es fundamental intensificar las campañas informativas y animar a más mujeres a acudir a los centros de salud”.
Tras acudir a consulta, se determinó que Mariétou necesitaba tratamiento médico. “Por suerte no fue necesaria una operación, pero el médico me recetó medicación. Todos los gastos fueron cubiertos por Plan International. Hoy ya no tengo dolor y estoy completamente curada”.
Pero la recuperación no se limita a la salud física. El proyecto también ofrece apoyo para que las mujeres recuperen su autonomía. “El personal de Plan me preguntó qué tipo de actividad me gustaría hacer. Les dije que quería vender cosméticos. Me dieron 300 euros y con eso compré productos para empezar a vender”.
Estas ayudas para emprender permiten a las mujeres generar ingresos, empoderarse y reducir el estigma social. “Mi primera venta fue un éxito. Vendí todo y obtuve 375 euros, que reinvertí para comprar más productos”, explica Mariétou.
Hoy, su pequeño negocio le permite mantener a sus hijos, contribuir a la economía familiar y vivir con independencia. “Estoy agradecida a Plan International porque gracias a ellos recibí tratamiento y encontré una nueva fuente de ingresos. Espero que sigan apoyando a otras mujeres que lo necesiten como yo”.
La historia de Mariétou nos recuerda que, con apoyo, las supervivientes pueden recuperar su salud y su futuro.