Plan Internacional defiende la escolarización de niños y niñas para romper el círculo de la pobreza tras el terremoto de Haití

Cinco años después del terremoto que sacudió Haití y redujo buena parte del país a escombros, sigue siendo necesaria una inversión continuada en las comunidades para aumentar su resistencia a los desastres y romper el círculo de la pobreza, especialmente entre los niños y niñas, afirma Plan Internacional.

  • Los niños y niñas, que suponen más del 40% de la población del país, fueron los más afectados por el desastre
  • En enero de 2010, el terremoto que sacudió Haití provocó más de 220.000 muertos y más de dos millones de desplazados
  • Presente en Haití desde hace más de 40 años, Plan ha enfocado sus programas de ayuda hacia la protección de la infancia y el empoderamiento de las mujeres

Puerto Príncipe (Haití), 12 de enero de 2015.- Cinco años después del terremoto que sacudió Haití y redujo buena parte del país a escombros, sigue siendo necesaria una inversión continuada en las comunidades para aumentar su resistencia a los desastres y romper el círculo de la pobreza, especialmente entre los niños y niñas, afirma la organización internacional de protección de los derechos de la infancia, Plan Internacional.

El 12 de enero de 2010 un terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter sacudió el país más pobre del hemisferio occidental, Haití, cerca de su capital, Puerto Príncipe, afectando a 3,5 millones de personas. El sismo dejó más de 220.000 muertos, más de dos millones de desplazados y dañó más de 4.000 escuelas. Los niños y jóvenes, que suponen más del 40% de la población del país, fueron los más afectados por el desastre.

El impacto fue de tal magnitud porque la situación del país ya era muy vulnerable antes del terremoto: alrededor del 75% de la población vivía con menos de dos dólares diarios, casi la mitad carecía de agua potable y más del 58% de los niños y niñas se encontraban en situación de desnutrición.

Proteger a la infancia y paliar el trauma

Cinco años después, el paisaje de Haití es muy diferente. La mayor parte de los 19 millones de metros cúbicos de escombros que generó el terremoto han desaparecido. Más de un millón de personas, el 10% de la población total de Haití, se quedaron sin hogar tras el seísmo, pero muchos han sido realojados después de vivir en duras condiciones en campos de refugiados.

A lo largo de estos cinco años, Plan Internacional ha trabajado para facilitar la vuelta al colegio de 33.000 niños y niñas, colaborar en la construcción de 314 escuelas dotadas de estructuras antisísmicas, llevar atención psicosocial a más de 36.000 personas y proveer asistencia médica a 400.000 personas durante la emergencia del cólera que azotó el país tras el terremoto.

John Chaloner, director general de Plan Internacional en Haití, asegura que ?de todos los países de la región, Haití es el más vulnerable. Plan estuvo en primera línea de respuesta a la emergencia y ha seguido trabajando a medio y largo plazo durante estos cinco años para asegurar la protección de la infancia y paliar el trauma psicológico. El pueblo haitiano ha demostrado que es un pueblo con fuerza y con ganas de vivir?.

Más educación que nunca

?El colapso del sistema de educación, con casi la mitad de las escuelas afectadas por el terremoto, ha cambiado la situación y hoy hay más niños y niñas en el colegio, al menos en primaria, que nunca. Esto es gracias, en parte, a que organizaciones como Plan Internacional han apoyado firmemente a las escuelas durante el proceso de reconstrucción?, explixa Concha López, directora general de Plan Internacional en España

Nerline, de 10 años, estudia en el colegio público de Saline de Coustard, que fue reconstruido por Plan Internacional tras el terremoto. Aún siente miedo de que vuelva a ocurrir una catástrofe como aquella, que le cambió la vida. En cualquier caso, y gracias al trabajo de organizaciones como Plan, ha podido seguir yendo al colegio durante estos años y ha decidido que, cuando acabe la educación secundaria, quiere ser médico.

Es la gente de Haití la que ha provocado el cambio del país, asegura Chaloner. ?El gobierno de Haití, las grandes cantidades de dinero, las donaciones, las agencias de las Naciones Unidas y las ONGs y otra serie de grupos de ayuda han contribuido a la recuperación del país hasta la fecha, pero, como suele pasar en estas crisis, es la gente común la que ha mostrado una respuesta extraordinaria?.

Romper el círculo de la pobreza

Cinco años después del desastre, Plan Internacional prosigue con su compromiso de ayudar a quienes más lo necesiten para romper el círculo de la pobreza y evitar la vulnerabilidad ante los desastres.

Un ejemplo de cómo trabaja ahora Plan con uno de los grupos más afectados por el desastre, las mujeres jóvenes, son los clubes juveniles que se han puesto en marcha para ellas. En estos espacios de reunión tienen la oportunidad de aprender cómo ganarse la vida con actividades económicas como la costura, la jardinería y la agricultura. Desde 2010, más de 1.200 mujeres han recibido formación en microfinanzas.

Los clubes, que forman parte del programa ?Empoderamiento y medios de vida para adolescentes y mujeres jóvenes? de Plan Internacional, buscan crear seguridad económica y un sentimiento de autoestima que mejore la calidad de vida de las niñas y las jóvenes haitianas.

De mujeres vulnerables a mujeres independientes

Eva, de 27 años, perdió a muchos de sus amigos y familiares en el terremoto, pero ha encontrado la esperanza gracias a este proyecto de Plan. ?Cuando oí hablar sobre el proyecto, pensé que era oportunidad necesaria en nuestra comunidad?, cuenta Eva. ?El proyecto nos ha reconstruido, nos hace darnos cuenta de quien somos y de lo que somos capaces. Para mí, nos ha llevado de ser vulnerables a ser independientes?.

Eva confiesa que ?al principio pensaba en cómo sería nuestra vida a partir de entonces, porque solo veía destrucción a mi alrededor. Todo cambió de arriba abajo. Mi casa estaba destruida y tenía que vivir en una tienda con mi marido, mis hijos y mis familiares?.

Hoy trabaja en un taller de costura con otras mujeres de su comunidad y venden sus productos en el mercado. También cultiva verduras en una huerta y colabora en un gallinero comunitario con el que sacan ingresos extra. Ella y el resto de mujeres jóvenes del proyecto también han recibido información sobre problemas sociales como las drogas o la violencia de género y comparten lo aprendido con el resto.

Beneficios para toda la comunidad

Otra de las mujeres del proyecto, Rachel perdió todo en el terremoto, pero ha dado un giro de 180º a su vida y ahora es dueña de un negocio. Aprendió nociones de agricultura para saber cómo cultivar sus propios productos y venderlos en el mercado. ?Ahora cultivo tomates, pimientos, espinacas y plátanos. Me han enseñado cómo gestionar el dinero y esto me ha ayudado a avanzar. Con mi huerta, ahora tengo una actividad que me reporta ingresos. También participo en el gallinero, que va muy bien y nos está ayudando a ahorrar más dinero?, cuenta.

Rachel, que además ha sido madre en este tiempo, explica que ahora quiere ayudar a otras mujeres en su situación. ?Mi objetivo es multiplicar mi negocio y conseguir que crezca. Pero también quiero que el club siga creciendo, para que otras mujeres jóvenes como yo puedan beneficiarse de esta oportunidad que me han brindado a mi?.

Proyectos como este dejan una huella perdurable en las comunidades, y las mujeres, muchas veces vulnerables y dependientes, son ahora capaces de conseguir ingresos con sus propios negocios y beneficiar con su trabajo a toda la población.