El largo camino de Mirte en busca de agua

La sequía provocada por el fenómeno El Niño en Etiopía está teniendo un grave impacto en la vida de millones de niños y niñas. Niñas como Mirte, de 14 años, tienen que hacer todo lo que pueden para ayudar a su familia a salir adelante. Se ha convertido en la encargada de conseguir agua. Dos veces a la semana, Mirte baja desde su casa en el monte hasta la última fuente de agua que queda, en el valle. Cuando llena sus recipientes con el agua que consigue encontrar, emprende el camino de vuelta cargada con un pesado bidón amarillo a la espalda. Es una tarea dura y peligrosa, que expone a los niños y niñas a violencia y abusos.

Mirte, de 14 años, vive con sus padres en las laderas de las tierras altas de Etiopía, en la región de Amhara. La tierra es árida y seca y el fenómeno El Niño ha agravado la situación. La sequía afecta a 10.2 millones de personas en Etiopía. La organización internacional comprometida con los derechos de la infancia Plan International está distribuyendo alimentos, agua, saneamiento y apoyo sanitario para niños y niñas como Mirta y otros grupos de población vulnerable en la región.

El agua escasea y muchos ríos y arroyos se han secado. La tarea de recoger agua suele recaer sobre los niños y niñas. “Es duro vivir en las montañas”, dice Mirte. “Me levanto a las 4 de la mañana para ir a por agua. Está oscuro y me da miedo”.

Cada día, grupos de mujeres, niños y niñas hacen este complicado camino descendiendo por la montaña para recoger agua. “Es más seguro ir en grupo”, dice Mirte. “Por eso hemos inventado códigos de silbidos para avisarnos de que es hora de levantarse y poder ir unas cuantas chicas juntas”.

Las mujeres, con niños y niñas a sus espaldas, se unen al grupo, al que acompañan unos cuantos burros, cargados con contenedores de metal improvisados que pueden cargar hasta 80 litros de agua.

El camino hasta el lecho de agua es de unos tres kilómetros y a veces un viaje no basta. “A veces hago varios viajes al río, casi tres kilómetros por la ladera empinada y arenosa para conseguir el agua que necesitamos durante un día para beber y utilizar en casa”, dice Mirte. El viaje es cansado y peligroso: frío en las mañanas y caluroso en las tardes.

A veces Mirte y sus vecinos tienen que esperar en los pozos a recargar hasta que consiguen suficiente agua para llevar a sus casas. “Cargo con un bidón de 20 litros a la espalda cada vez”, dice Mirte. “En el lecho del río cavamos pozos poco profundos, hacemos una fila y vamos cogiendo agua por turnos. Con la sequía el nivel del agua es mucho más bajo y tenemos que cavar más. Si llegamos tarde, los pastores van antes y le dan el agua al ganado, por lo que después está contaminada”.

El viaje de Mirte para recoger agua tiene un gran impacto en su educación – y en la de muchos otros niños y niñas. “El viaje es tan largo…si cojo agua por la mañana, pierdo colegio. Tengo que faltar dos días a clase cada semana para ayudar a mi madre a conseguir el agua suficiente. Cuando voy al colegio, duermo hasta tarde porque tengo que recoger agua después. No me da tiempo a hacer los deberes”.

Las niñas como Mirte pierden innumerables días de colegio, algunas se quedan atrás y otras abandonan la escuela. La vida escolar está llena de dificultades, debido a la sequía provocada por El Niño.

“No hay agua en el colegio. Mis amigas y yo no vamos a clase cuando tenemos la regla. No hay lavabos y es vergonzoso llevar un recipiente de agua al baño, todo el mundo habla de ti.”

Este año la vida ha sido especialmente dura porque la estación seca ha durado demasiado tiempo. A Mirte no le gusta quejarse pero los cansados viajes en busca de agua empiezan a tener impacto en su cuerpo.

“Sé que no debería quejarme de tener que recoger agua, pero a veces siento un dolor muy fuerte en el pecho, en los hombros y en los pies”, explica.

Aunque Mirte sigue teniendo esperanzas de que la situación cambie. “Si la lluvia volviera, como antes, no tendríamos que hacer este camino tan largo a por agua. Iría al colegio todos los días”, dice. “Me siento triste cuando subo la ladera con mi bidón y veo a mis compañeros yendo al colegio, aunque saber que volveré a ir a clase con ellos al día siguiente me da esperanzas”.

Plan International trabaja en Etiopía en la distribución de ayuda de emergencia para niños, niñas y mujeres durante la peor sequía que ha vivido el país en décadas. La organización apoya a los niños y niñas y a las mujeres en la distribución de comida, nutrición de emergencia, semillas, agua y apoyo en saneamiento e higiene. También trabaja con el gobierno y otras agencias para supervisar el estado de los niños y niñas, sus familias y la población más vulnerable.

La organización ha suministrado ayuda a más de 27.000 niños y niñas y alrededor de 25.000 mujeres embarazadas para asegurar que tienen acceso a alimentos en las regiones de Oromia, Amhara y las Naciones, Nacionalidades y Pueblos de Sur (SNNPR).