- Solo en Bangladesh, uno de los países más afectados por este problema, se calcula que alrededor de un millón de niños viven en las calles. La capital, Daca, reúne al 59% de estos menores de edad.
- El 80% de la infancia que vive en la calle son niños, pero las niñas se enfrentan al estigma de la prostitución y al peligro constante de sufrir abusos sexuales.
- Plan Internacional atiende a niños y niñas en 13 centros de acogida gestionados a través del Programa de Niños de la Calle en Bangladesh, puesto en marcha en 2002.
“Los mosquitos me comían vivo. A veces, la policía no me dejaba dormir en la acera y los drogadictos que vagaban por la calle por las noches solían golpearme”, cuenta Bahar. Cuando falleció su padre, el sostén económico de los seis miembros de la familia, su madre comenzó a trabajar como empleada doméstica y él abandonó la escuela primaria para trabajar como peón. La difícil situación económica que atravesaban le hizo emigrar a Daca, la capital de Bangladesh, con 16 años.
En las calles de Daca, Bahar sobrevivía con trabajos inestables durmiendo en la calle. Pasó a ser uno de los 250 millones de niños y niñas que viven en la calle en todo el mundo. Solo en Bangladesh hay un millón de menores de edad en la calle. Daca, la capital, reúne al 59% de esos niños y niñas que malviven en sus calles buscando algo que llevarse a la boca.
Según el informe ‘Beyond the Streets’ de Plan Internacional, las áreas metropolitanas de Bangladesh están creciendo rápidamente. Los altos niveles de pobreza, los desastres naturales y una deteriorada situación social y legal llevan a la población rural a trasladarse a las grandes ciudades buscando desesperadamente una vida mejor.
“La realidad de la vida en la ciudad es dura y la infancia que vive en la calle está desprotegida, es muy vulnerable al abuso y el maltrato”, dice Abdul Mannan, director del Programa de Niños de la Calle de Plan Internacional en Bangladesh. “La pobreza extrema y la falta de acceso a los servicios básicos privan a los niños y niñas de derechos básicos. Muchos son explotados y expuestos a riesgos laborales, a menudo trabajando en condiciones peligrosas y con salarios ínfimos”.
“Una infancia en la calle es una vida sin derechos. En el mundo hay 250 millones de niños y niñas que viven en las calles. Por eso, es necesario apoyo institucional y legislativo para abordar este problema, que radica en la falta de registro de nacimientos, en la pobreza y en la violencia contra la infancia. Los niños y niñas que han vivido en la calle pueden salir adelante a través de educación y apoyo psicosocial”, explica Concha López, directora general de Plan International España.
Una oportunidad para salir de la calle
Un día Bahar conoció a un trabajador del Programa de Niños de la Calle de Plan Internacional y le llevaron a un centro de acogida. “No recordaba cuándo me había duchado por última vez. Allí me proporcionaron jabón para lavarme, y me sentí muy bien después de dormir durante largo rato. Mi cama estaba limpia y no había mosquitos”, explica.
El 80% de los menores de edad en las calles son niños, sin embargo, la situación es especialmente difícil para las niñas que sufren la presión y el estigma de la prostitución además de violencia sexual. Rabeya, de 17 años, vivió en las calles de Daca tras sufrir malos tratos por parte de su padrastro. “Daca es un lugar peligroso para las mujeres jóvenes, es muy común el acoso sexual en la calle”, explica. Ella, su hermana Shejuti, de 5 años, y alrededor de otras 25 niñas han encontrado refugio seguro en un centro de acogida de Plan Internacional.
Puesto en marcha en 2002, el Programa de Niños de la Calle de Plan Internacional en Bangladesh atiende a más de 5.000 niños y niñas que ahora viven en los 13 centros de acogida financiados por la organización. En los últimos años, más de 3.000 niños y niñas han recibido sesiones de alfabetización y materiales educativos y cerca de 600 han sido inscritos en la escuela primaria. Los centros han gestionado la obtención de certificados de nacimiento para cerca de 3.000 niños y ofrecen actividades de formación sobre salud e higiene, abuso sexual, trabajo infantil y trata de personas.
Historias de superación
Bahar tiene ya 18 años y envía dinero a casa. Ha salido del centro y vive en un apartamento de alquiler con sus compañeros, aunque sigue manteniendo el contacto con el personal del centro. “Esto es sólo el comienzo de mi viaje. Todavía necesito el respaldo del centro de acogida para continuar mi camino”, asegura.
Rabeya encontró un puesto de trabajo en un salón de belleza y aprendió un oficio. Todo el dinero que gana es guardado por un sistema bancario establecido por el centro. “Se me da bien hacer tratamientos faciales, a la gente le agrada mi trabajo. Sé que tengo que construir mi futuro. Creo que en cuatro o cinco años seré capaz de tener mi propio salón de belleza”, añade.