Una nueva vida para los niños y niñas sirios en Egipto

Los niños y niñas refugiados se enfrentan a retos extremos y se ven expuestos a graves riesgos. han sido forzados a abandonar su país y dejar atrás su hogar y sufren traumas por lo vivido en sus hogares, en su viaje y en sus países de destino. Es importante crear espacios dedicados a las necesidades de los niños, niñas y jóvenes refugiados, para proveerles de áreas seguras donde puedan mejorar su situación y recuperar la normalidad.

Refugiados sirios en Egipto

En las afueras del distrito del Gran Cairo de Giza está la ciudad del 6 de octubre, un suburbio que es centro de actividad, hogar y refugio de miles de refugiados sirios que han huido del conflicto en su país.

Muchos niños y niñas refugiados se han integrado en la vida egipcia con el apoyo de la Fundación Ensan, una academia gestionada por los sirios con la colaboración de Plan International que ofrece educación y apoyo psicosocial a 1.400 niños y niñas vulnerables afectados por la guerra.

Desde junio de 2015, Plan International en Egipto ha trabajado con el colegio, como parte del proyecto Educación en Armonía, para apoyar el acceso de los niños y niñas sirios al sistema de educación egipcio a través de kits educativos, clases de refuerzo y actividades recreativas.

Enfocados en la educación y protección de los niños y niñas sirios y egipcios de entre cuatro y 14 años, el proyecto también trabaja con los refugiados y las comunidades de acogida para aumentar el entendimiento y la cooperación, mejorar la cohesión de la comunidad y asegurar la igualdad de género promocionando la igualdad en el acceso a derechos, la seguridad y el respeto.

Casi todos los sirios del barrio 6 de octubre han dejado atrás a sus seres queridos, después de guardar sus recuerdos en la maleta en busca de un nuevo comienzo. Cuando han podido elegir el destino, muchas familias sirias han elegido Egipto por las similitudes culturales, aunque los dialectos que hablan son diferentes y suponen un reto para los niños y niñas y los adultos. También existe una marcada disminución de la calidad educativa en comparación con el sistema sirio.

Niños refugiados sirios jugando

Ahmed, de 10 años, es un joven bien formado y educado que asiste a clase en la Academia Ensan entre semana. Hasta hace tres años, disfrutaba de una infancia normal en Darayya, un suburbio de Damasco. Tiene muchos recuerdos felices de su vida en la capital siria, pero en especial de su colegio, donde sacaba las mejores notas en todas las asignaturas.

Se pone nervioso cuando recuerda cómo tuvo que abandonar Siria porque “a nuestro alrededor todo era destrucción y había tiroteos en nuestro apartamento”. Su edificio fue evacuado y su padre arrestado. En un abrir y cerrar de ojos su vida había cambiado para siempre.

En un abrir y cerrar de ojos su vida había cambiado para siempre.

Pero con sus clases de refuerzo y su “amable apoyo”, la Academia Ensan ha ayudado a Ahmed a conseguir sacar lo mejor de su nueva vida egipcia. Todavía no se siente a salvo y se preocupa por sus familiares que siguen en Siria, pero sus ojos muestran una chispa de optimismo cuando asegura: “en cuatro o cinco años la situación será mucho mejor y podré volver a mi país”.

La madre de Ahmed, Abeer Ahmed, se derrumba cuando recuerda cómo la familia se apresuró a esconderse en un bunker cuando su apartamento se incendió en agosto de 2012. Después, soldados atacaron el refugio, matando a tres familiares, y la familia que sobrevivió estaba tan aterrorizada que estuvieron escondidos seis días.            

Cuatro años despues, Ahmed sigue profundamente angustiado. Durante una época, dormía debajo de la cama para protegerse de los aviones que pudieran sobrevolar su casa o las bombas que pudieran lanzar.

Pero su madre dice que las clases de refuerzo son “excelentes” y que la academia le ha ayudado a cambiar su vida de arriba abajo. “Hay un cuidado y una amabilidad entre los niños y niñas y los profesores, estamos intentando tratarlo mejor para que lo supere. Ahmed ha empezado a abrirse a los demás y a salir con sus amigos y ahora es más seguro. Esto me hace muy feliz”, dice, y asegura: “ahora vuelve a ser un niño normal”