“Mirar para otro lado no hace desaparecer las catástrofes”

El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria recuerda a las personas afectadas por los conflictos y a quienes arriesgan su vida por ellas.

Más de 65 millones de personas en el mundo han sido desplazadas por un conflicto, la violencia o la persecución. La población infantil supone casi la mitad de la población en situación de pobreza extrema. Más de 20 millones de personas, entre ellas 1.4 millones de niños y niñas, están al borde de la hambruna en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y el Yemen. 884 millones de personas no disponen de acceso a agua segura.

El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria nos recuerda la necesidad de apoyar a las personas afectadas por los conflictos en todo el mundo, así como sirve de tributo a los trabajadores y las trabajadoras que arriesgan sus vidas llevando ayuda humanitaria a otras personas. 

Kat y yo acabamos de llegar a Nigeria, más de 8 años de conflicto armado en el norte del país han dejado 17 de millones de personas en situación de vulnerabilidad extrema y un impacto en la región sin precedentes; Niñas y mujeres han sido violadas indiscriminadamente; Menores arrancados de sus familias para unirse a las filas de la insurgencia; Estado de emergencia, falta de protección, hambre, muerte, miedo, y desolación… Aún no podemos ponerle cara ni nombres, tampoco hacer nuestras las cifras del conflicto pero es solo cuestión de tiempo.

Mientras llegamos a nuestra oficina de Plan International, observo por la ventana del vehículo las calles de Abuja. En la puerta de una mansión con tres columnas blancas, hay una mujer rodeada de tres niños. La más pequeña es una niña y está completamente desnuda. Me asalta entonces a la cabeza la conversación de anoche con el conductor del taxi. Me habla de su mujer y sus tres hijos. Las dos mayores son niñas…“y ya sabes…” me dice,” aquí en Nigeria lo que nos gustan son los niños así que buscamos el tercero y tuvimos suerte…” Le escucho y no digo nada. 

Oge nos recibe en la oficina. Está nerviosa, ayer militares armados entraron en la base de Maiduguri, tres de nuestros compañeros estaban allí. Los ataques al personal humanitario y a instalaciones de asistencia se han convertido en una práctica cada vez más habitual. Según los últimos datos del Informe sobre Seguridad de Trabajadores Humanitarios, en 2015, se produjeron 287 ataques en los que resultaron muertas 107 trabajadoras y trabajadores humanitarios. A lo largo del día nos avisarán que todo el personal está bien pero serán  evacuados hasta que la situación de seguridad permita el regreso. Mañana, habrá menos personas para asistir a la población y menos testigos para alzar la voz.

Pasado el susto, conversan sobre el trabajo de la organización en la zona norte del país. Kat es alemana y llega para coordinar la respuesta de emergencia. Oge, es nigeriana y ambas liderarán el trabajo del equipo allí. Educación, protección, medios de vida para la juventud, seguridad alimentaria. Ambas son mujeres. 

 

Niñas y mujeres han sido violadas indiscriminadamente; Menores arrancados de sus familias para unirse a las filas de la insurgencia; Estado de emergencia, falta de protección, hambre, muerte, miedo, y desolación

Un estudio publicado el pasado marzo sobre cómo favorecer la participación de profesionales mujeres en contextos humanitarios, muestra que el 40% de los puestos internacionales son cubiertos por mujeres, el otro 60% lo ocupan nuestros colegas hombres. Los roles de género también nos marcan en esta profesión y, mientras ellos ocupan los puestos de logística, adquisiciones y seguridad, nosotras nos posicionamos en temas relacionados con las comunicaciones, género en emergencia o la gestión del conocimiento. Pienso en los datos de este estudio mientras observo a Kat y Oge. “No tengas miedo”, le dice Oge “cuando fui por primera vez a Maiduguri, pensé que me iba al centro del infierno”, ambas ríen,  “después me di cuenta que la gente trata de vivir el día a día, como aquí”. 

Hoy es Nigeria, es Somalia, República Centroafricana, Sur Sudán.  Son Siria, Irak y Yemen. Es Palestina y la población Saharaui. Son los llamados conflictos olvidados como República Democrática del Congo, ¿olvidados por quién? Desde luego a mí no se me olvidan. Son los desplazamientos de población causados por la violencia en Centroamérica, son los efectos de El Niño. Es la utilización de niñas y mujeres como arma de guerra. Son los niños soldados. Es agotador lo sé, nos protegemos contra la sinrazón, mirar al otro lado es normal, supongo. Las cifras aturden y los testimonios aún más, pero darte la vuelta  no lo hace desaparecer. 

Y mientras las cifras nos persiguen, nos cuestionan y nos atormentan. En un día como hoy, 19 de agosto, nos seguimos aferrando con  uñas y dientes al Derecho Internacional Humanitario y a los Derechos Humanos, que nos  dicen que la población civil no debe ser objeto de los ataques.

 “cuando fui por primera vez a Maiduguri, pensé que me iba al centro del infierno”

Y por teléfono, hablo y describo lo que vivimos aquí. Espero que te esté llegando esta realidad, que te abra los ojos ante las cosas que están pasando, ¿lo consigo? Alguna vez me preguntan si la acción humanitaria  sirve de  algo, si visto lo visto ¿lo que hacemos tiene sentido? Incluso alguna vez he oído decir que para qué irse tan lejos, si en España también hay gente que lo pasa mal. Supongo que eso debió pensar el Gobierno pues desde 2015 en España, ha habido un descenso del 80% en los fondos destinados a la acción humanitaria. Lo que igual no sabes, y por eso te lo cuento, es que mientras esto pasaba, las personas han seguido contribuyendo con las ONGs, ya sea mediante donaciones puntuales o contribuciones  más  frecuentes. Con su ayuda, se han mantenido abiertas muchas operaciones, lo que significa que se ha conseguido salvar vidas, aliviar el sufrimiento y seguir pidiendo públicamente  a los gobiernos que cumplan con los compromisos adquiridos en materia de acción humanitaria y recordarles sobre la necesidad de respetar el Derecho Internacional Humanitario.

Se me olvidaba responder…Sí la acción humanitaria sirve y llega a los lugares y a las personas de las catástrofes que más lo necesitan.