Los niños y niñas no acompañados que han huido de Etiopía a Sudán necesitan apoyo urgente

De las 43.000 personas refugiadas que huido de los conflictos en Tigray, Etiopía, se estima que el 45% son niños y niñas menores de 18 años, según datos de Naciones Unidas.





Los niños y niñas no acompañados que han cruzado la frontera desde Etiopía a Sudán necesitan asistencia humanitaria urgente tras haber sido separados de sus familias, advierte la ONG Plan International.

De las 43.000 personas refugiadas que han llegado a Sudán huyendo de los conflictos en la región de Tigray, en Etiopía, se estima que el 45% son niños y niñas menores de 18 años, según datos de Naciones Unidas. 

Entre ellos hay cientos de niños, niñas y adolescentes no acompañados que ahora están viviendo en campamentos superpoblados cerca de la frontera, donde los refugios, instalaciones de lavado, agua potable y alimentos son muy escasos, algo que está exponiendo especialmente a las niñas y adolescentes a sufrir violencia de género.

Tamarat, de 14 años, huyó de su ciudad natal después de que una bomba cayera cerca de su casa. Ahora es una de las más de 26.000 personas que viven en el centro fronterizo de Hamadayet. El joven recuerda que, como el ruido era tan fuerte, se vio obligado a huir, al igual que el resto de sus vecinos, dándose cuenta, más tarde, de que se había separado de su familia.

Tras varias horas llamando a sus familiares desesperadamente y esperando a reunirse con ellos, un grupo de vecinos le convenció para que hiciera el trayecto hasta Sudán con ellos, ya que volver a su hogar o quedarse solo era demasiado peligroso. “No sé dónde está mi familia; no puedo dormir ni comer” explica Tamarat.

“Aunque físicamente estoy aquí, mi mente y mi corazón están con mi madre, mi padre y mi hermana de nueve años, dondequiera que estén ahora. Mi único deseo es verlos de nuevo y volver a estar juntos en nuestra casa”.

Plan International está trabajando en Sudán para identificar y registrar a los niños y niñas no acompañados que solicitan asilo al llegar a Hamadayet, y para hacer un seguimiento de sus casos. Además, la organización también ha creado un “espacio seguro” en el que se ofrecen servicios de apoyo psicosocial a los niños y las niñas, así como materiales de artes plásticas para distraerse y un espacio en el que puedan jugar con seguridad.

Asimismo, los equipos de respuesta en emergencias han repartido a chicas adolescentes 2.000 kits de dignidad proporcionados por Naciones Unidas, así como 10 bidones de agua, una bomba de agua nueva, pañales y lavamanos de plástico.

“Estamos muy preocupados porque un gran porcentaje de niños y niñas que han pasado por el trauma de huir de sus hogares, llegan a Sudán habiendo sido separados de sus familias”, explica Anika Krstic, directora de país en Plan International Sudán.

“Sabemos que esto expone especialmente a las niñas a la explotación y los abusos. Es absolutamente imprescindible que se identifique y se registre a los niños, niñas y adolescentes no acompañados y que reciban apoyo especializado, incluido apoyo psicosocial y ayuda en la búsqueda de sus seres queridos”, añade.

A pesar de las condiciones tan desoladoras a las que se están enfrentando, muchos refugiados, como Hamadayet, se resisten a abandonar los campamentos de tránsito hasta que no hayan conseguido ponerse en contacto con sus familiares desaparecidos.

Salam, de 19 años, lleva buscando a sus padres diariamente desde el 21 de noviembre, cuando hizo la travesía hasta Sudán. “Hui de mi casa tras escuchar el bombardeo. Dejé a mi padre y a mi madre y hui. Pensé que podría encontrarles aquí”, explica.

“Aquí, en el centro de recepción, las adolescentes y las mujeres no disponen de espacios privados. No me he duchado desde que llegué. La gente va al río a lavar su ropa, a buscar agua y a bañarse, pero nosotras las chicas no nos sentimos seguras por tener que hacerlo en un espacio abierto”.

“Necesito reunirme con mi familia. Nos están transportando al campamento de Um-Rakoba y sé que mi familia no está allí”.