430.000 personas siguen sin hogar en Filipinas dos meses después del tifón Washi

Febrero 2012. Mayenita es una niña de 13 años que hace dos meses perdió a toda su familia en el tifón que arrasó Filipinas. En la actualidad, Mayenita vive en un campamento de refugiados y solo quiere volver a la normalidad. ?Yo quiero regresar a mi escuela, era muy bonita y tenía grandes espacios donde estudiar, aprender y relajarnos. Había muchos libros interesantes que ya no voy a poder leer?.

?Cada vez que llueve, me da mucho miedo. Esto es como una pesadilla?, explica Jerome, un niño de 11 años que sobrevivió al agarrarse a un tronco durante horas, mientras los ríos se desbordaban.

Como Mayenita o Jerome, son muchos los niños que viven en tensión tras perderlo todo con el tifón Sendong. ?Los menores desplazados son los más vulnerables porque han perdido a sus familias y necesitan mucho apoyo emocional, se sienten solos y abandonados? explica Telesforo Laplana, coordinador de proyectos en PLAN en Filipinas.

Entre los objetivos de PLAN está asegurar que todos los niños puedan volver a la escuela. ?Hay muy pocos fondos para la educación en situaciones de catástrofes. Hemos establecido espacios temporales de aprendizaje y estamos proporcionando algunos kits de educación básicos pero no hay suficientes para todos los niños, porque todo el material estaba almacenado en las escuelas, que están derruidas? añade Laplana.

Han pasado dos meses desde que el tifón Sendong, llamado popularmente Washi, arrasara Filipinas, dejando más de 1.000 muertos y cerca de 2.000 desaparecidos, y a día de hoy, todavía se sienten los perjuicios a la vida cotidiana y a los bienes materiales de los filipinos. Más de 430.000 personas se han quedado sin casa aunque, con su actitud optimista, intentan salvar lo poco que les queda.

?Ojalá algún día podamos volver a jugar en nuestro patio de recreo. Antes teníamos nuestros libros y la sala de lectura?, dice con esperanza Limuel de 13 años cuyo deseo es ser ingeniero cuando sea mayor.

Lirio de Paz vive con su marido y sus hijos en un centro de reubicación provisional en una escuela de Cagayan de Oro City. ?Sólo queremos que alguien nos ayude a reconstruir nuestro hogar y poder recuperar nuestros certificados de nacimiento y documentos de ciudadanía.? Al igual que Lirio, hay más de 60 familias viviendo en tiendas de campaña donadas por PLAN y la agencia de ayuda de la Unión Europea. La mayoría de las personas desplazadas no pueden volver a sus casas ya que el gobierno ha designado esas áreas inhabitables para evitar que se repita la catástrofe. ?El río se desbordó y la corriente de agua era tan fuerte que tenía miedo de que me arrastrara?, recuerda Lirio.

Con el fin de contribuir a la reconstrucción, PLAN  ha conseguido que la gente trabaje construyendo instalaciones sanitarias y ayudando en la limpieza de escombros. ?Mediante el programa Cash For Work, las familias trabajan durante diez días y pueden conseguir el dinero para satisfacer sus necesidades. Ganar un ingreso ayuda a reducir las tensiones en la familia, lo que tiene un impacto positivo en el bienestar de los niños?, afirma Jorgen Haldorsen, director de emergencias de PLAN en Asia.

Olarita, de 32 años, es una de los 113 beneficiarios de Cash for Work. Perdió su casa y su trabajo, vive en el campamento de reubicación y, aunque sobrevive gracias a los alimentos y ayudas que le ofrecen PLAN y otras organizaciones, necesita dinero para que sus hijos vayan a la escuela y para poder mantener a su bebé recién nacido. ?Tengo que trabajar para ganar algo de dinero. No podemos vivir de las provisiones de socorro”, explica la mujer.

Conoce el trabajo que PLAN está llevando a cabo en la zona