Blog: Haití un año después

Crónicas desde HaitíTexto de Tábata Peregrín, Responsable de Comunicación de PLAN Internacional en España, organización presente en el país caribeño desde hace 37 años.

“Generación Gudu Gudu”

11 de enero de 2011

Ghislaine tiene 24 años

y es  madre de un ?bebé Gudu Gudu? de tan solo mes y medio. Su hijo pertenece a la generación de niños nacidos después del terremoto al que el pueblo haitiano ha bautizado con el nombre del terremoto en creole: gudu gudu

. La tasa de maternidad se ha triplicado en el país en tan sólo doce meses en un país donde el 48% de la población es menor de edad.

 

 

Ghislaine vive en Santos 17, un campamento de 500 familias refugiadas en el terreno de un parque de atracciones en Croix des Bouquet donde PLAN es responsable de la salud, especialmente de la salud materno-infantil. La joven haitiana acaba de vacunar a su hijo

, le han pesado y el niño ha pasado la revisión sin problemas.  No ha tenido que pagar nada. A lo largo del año PLAN ha vacunado a 31.000 niños de sarampión, difteria y tétanos a lo largo del país.

Todo está bien y Ghislaine regresa a la casa semipermanente a la que se acaba de mudar dentro del mismo campamento. Después de meses viviendo en una tienda ahora tiene una pequeña casa de madera donde vive con su hijo y sus cinco hermanos. ?Poco antes del terremoto mi madre murió y me dejó a cargo de la familia. Yo me junté con un hombre buscando algo de protección pero me quedé embarazada y se marchó?, cuenta Ghislaine mientras baña a su hijo.

?Más del 60% de las mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz en los campamentos son  madres que están solas. Su situación es especialmente difícil porque no tienen trabajo y normalmente tienen varios hijos a su cargo, que tengan acceso a servicios de salud gratuitos y de calidad como los de PLAN es un alivio para ellas? explica  Joujoue Louis, encargada de salud de PLAN en el campamento.

Una situación parecida se vive en Camp Corail, el centro de refugiados más grande creado por el Gobierno haitiano a treinta kilómetros de Puerto Príncipe y que acoge a más de diez mil personas. Casi una ciudad, en la que PLAN gestiona la salud a través de un centro de salud por el que pasan a diario consulta casi cien personas.

En una mañana cualquiera la sala de espera está llena principalmente de madres. Las enfermedades más comunes son la malaria, enfermedades respiratorias agudas y enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea, la sífilis. ?Las condiciones de salud de las madres y los niños son mejores en el campamento que cuando no vivían aquí, por eso incluso mujeres de fuera  vienen a atenderse, además todo es gratuito?, explica la encargada de salud de PLAN.

En Haití el porcentaje de mortalidad materna durante el embarazo es de 630 fallecidas por cada 10.000 embarazos. En el campamento la tasa se ha reducido a cero. También el cólera en el campamento está bajo control. Desde octubre han tenido 511 casos y ninguno ha fallecido. La unidad de tratamiento del cólera de PLAN, donde los pacientes están aislados del resto del campamento no llega a estar llena. Los mensajes de prevención y los kits de emergencia con pastillas de jabón, sales de rehidratación oral y pastillas potabilizadoras del agua han llegado 23.000 personas.

Michaelle, de 31 años ha dado a luz a su séptimo hijo en el campamento. ?Me he sentido aquí mucho más segura que  cuando tuve a mis hijos en los centros de salud de Puerto Príncipe?. Michaelle, su marido y sus siete hijos viven en una tienda frente a  una de las nueve guarderías que PLAN tiene en el campamento. Su hija Rebecca de tres años no tiene más que dar diez pasos para estar con niños de su edad en un entorno seguro durante tres horas al día sin ningún coste para la familia.

Para Honesty Abe, coordinador de proyectos de PLAN es importante garantizar la salud y la protección de los niños porque van a estar aquí todavía tiempo largo. ?Si hay un cambio de gobierno efectivo podría disolverse en dos años. Si no, se podría tardar hasta cinco en recolocar a la población. En cualquier caso no hay que olvidar que seguimos trabajando en la emergencia. Todas estas personas van a seguir necesitando nuestra ayuda en materia de salud, nutrición y educación los próximos dos años y entonces se podrá empezar a hablar de desarrollo?.

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“El terremoto me ha traído una casa”

10 de enero de 2011

Orianne Valet posa sonriente con su título de propiedad en la mano a la puerta de su nueva casa. Es lo primero que ha sacado del baúl que reposa al lado de los colchones sobre los que duerme con dos de sus cuatro hijos. El baúl guarda las cosas más importantes de su vida y no quiere perderlas si se produce de nuevo un terremoto, así que Orianne duerme cerca de ellas, para cogerlas rápidamente y salir corriendo si es necesario.

¿Qué es lo más importante de mi vida en este momento? La viuda de 52 años no duda ni un instante en responder: ?mi casa?, dice con una gran sonrisa ?Antes del terremoto vivía de alquiler en una casa de cemento que casi nos mata cuando se cayó, ahora tengo una casa en propiedad con paredes de madera que no nos dañarían mucho si se nos caen encima?.

Orianne y sus cuatro hijos es una de las 100 familias a las que PLAN; junto con la ONG irlandesa Haven ha ayudado con la construcción de nuevas casas en la localidad de Meyer, en el municipio de Croix des Bouquet, a una hora al noroeste de la capital.

Requisito indispensable para acceder a una de las viviendas construidas parte en suelo cedido por el ayuntamiento, parte en terreno donde los vecinos tenían ya sus casas en propiedad, ha sido  pertenecer a la comunidad antes del terremoto y poder demostrarlo. Honesty Abe, coordinador de proyectos de PLAN explica lo difícil que ha resultado el proceso de verificación: ?Muchas de las familias perdieron toda su documentación en el terremoto. Ha habido que recurrir a los ancianos del lugar para que certificaran con su palabra que esa o aquella familia llevaba generaciones  o  largo tiempo viviendo aquí?.  

Después de casi diez meses durmiendo en una tienda, Orianne y sus hijos de 9, 15, 18 y 20 años tienen donde estar. ?Todos estamos más tranquilos, incluso he podido traer de vuelta a mi hijo más pequeño al que tuve que enviar lejos con unos familiares por el miedo que tenía?, explica la viuda que enseña la casa con orgullo porque además la familia entera ayudó a construirla como parte del programa. ?Nos dieron el material y nosotros ayudamos a colocar la base.?

Detrás de las recién entregadas casas está el campamento improvisado por los habitantes  de la zona que perdieron sus casas tras el terremoto. Poco a poco, según cada familia es realojada o encuentra un lugar donde vivir, las tiendas se van quedando vacías.

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El refugio para los niños y niñas haitianos

4 de enero de 2011

El sonido viene del fondo del campamento. De una sencilla estructura de madera llena de niños y niñas. Son las cuatro de la tarde y el silencio que habitualmente hay en el campamento de Lilavois, un municipio a las afueras de Puerto Príncipe, se rompe con las canciones y las risas infantiles. Durante dos horas, de lunes a jueves los niños y niñas de las 159 familias de este campamento de haitianos sin casa, que como tantos otros se creó espontáneamente después del terremoto, comparten un espacio sólo para ellos, un espacio donde  cantar, reír, dibujar, olvidar el terremoto e incluso aprender cómo protegerse del cólera.

?Buenos días agua, buenos día jabón, adiós microbios? cantan a voz en grito cien niños de entre 3 y 15 años. Tres jóvenes voluntarios les observan y les acompañan con las palmas. Son los jóvenes haitianos que colaboran con Plan y ceden sus tardes para acompañar a los niños de los campamentos. ?Es una canción que se han inventado ellos. Todos saben que para prevenir el cólera lo primero que tienen que hacer es lavarse las manos?, explica Pierre Irán, un joven haitiano de 29 años que estudia informática y que conoce desde hace años el trabajo de PLAN. La organización internacional de protección a la infancia lleva 37 años trabajando en el país con sus comunidades. Tras el terremoto miles de jóvenes se ofrecieron voluntarios para colaborar con la ONG a la que conocían desde hace años.

Ahora toca el cólera, pero durante los primeros meses se trató del terremoto. Desulme Lourdmillard tiene solo 11 años pero en menos de un año ha vivido más catástrofes que muchos adultos en toda su vida. Su padre murió durante el terremoto. Cuando la casa comenzó a temblar ella salió a la calle corriendo y se tiró al suelo. Todavía tiene pesadillas pero ahora ya sonríe. Ella y el resto de los niños del campamento.

¿Quién quiere ser médico? Preguntan los voluntarios. Tres cuartas partes de los niños levantan la mano. ?Para curar a todos?, dice Desulme. 

Espacios de seguridad para niños

Las paredes de la sencilla estructura de madera pintada en colores brillantes y logos de PLAN están decoradas con dibujos. En prácticamente todos los muros niños han dibujado plantas y tiendas. Los niños dibujan lo que ven y sobre todo lo que viven. ¿Os gusta vivir en el campamento? ?¡Siiii!? gritan todos a la vez. ?¿Por qué?? ?¡Por la actividades!? responden a coro. Lo tienen muy claro y lo gritan igual.  

?No solo cantamos, dibujamos o bailamos con ellos. A lo largo de un año hemos conseguido que hablen de lo que vivieron y sobre todo que comprendan que el terremoto no fue un castigo de Dios sino un desastre de la naturaleza?, explica Stanley, uno de los trabajadores sociales de PLAN. El trabajo psicosocial con los menores es una de las actividades de recuperación que PLAN desarrolla en varios campamentos de las zonas de Croix-des Bouquet y Jacmel, al noroeste y sudeste de la capital.

Los llamados ?Child Friendly Spaces? o Espacios de Seguridad para los Niños de PLAN tienen una apariencia sencilla -cuatro paredes de madera a modo de aula abierta, sin ventanas- pero cumplen una función muy importante. Coordinados por un Comité de Seguridad de cada campamento, designado por los propios habitantes del mismo, son una forma de hacer un seguimiento de los niños, garantizar su seguridad, incluso de protegerles de posibles actos de violencia doméstica o sexual. ?Si se produce alguna situación fuera de lo normal el niño lo cuenta aquí. Si hay algún miembro de la familia enfermo, el niño lo cuenta, y se le lleva a un centro de salud, si es más grave se consigue trasladarle a un hospital. La atención médica es gratuita?, explica Stanley.

Sin ser escuelas, los sencillos centros cumplen además la función de ofrecer enseñanza básica para aquellos niños cuyos padres no pueden permitirse enviarlos al colegio.

Más de mil quinientos niños en 15 campamentos de la zona de Croix de Bouquet tienen su pequeño rincón donde ser niños y recuperarse de las heridas del año que termina.

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