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Publicado en el Blog solidario de 20 minutos. Texto escrito por Sergio Rubio, Plan Internacional ? Ecuador.
04 julio 2011. Los problemas por los que están pasando las comunidades indígenas de Ecuador no son algo nuevo, pero cada día son extremadamente ?más?: Son uno de los grupos de población más excluidos, más olvidados y más vulnerables del país. Sin embargo, hacer algo para revertir la situación es realmente complicado.
Entre los distintos problemas que sufren, quiero centrarme en el que, a juicio de los propios protagonistas, resulta más significativo: el debilitamiento y, en algunos casos, la pérdida de las costumbres, de las tradiciones, de la cultura y, en definitiva, de la identidad. ?Cuando no tienes esto no sabes quién eres, de dónde vienes, no eres nadie. Nadie tiene en cuenta tus opiniones, no tienes derechos, no existes, nada merece la pena y, para eso, mejor morir, ¿no crees??, me contaba hace días un líder comunitario.
Y tiene razón. Fue una lección de vida que aprendí en una de mis primeras visitas al terreno con PLAN Internacional en Ecuador. Pero en este caso quien me la dio no fue un adulto, sino una adolescente indígena que no tendría más de 14 años. Acostumbrado a mi vida en ?Occidente? me atreví (sin pensarlo y sin ser consciente) a preguntar cómo era el día a día de un pobre en la sierra de los Andes ecuatorianos.
A pesar de la timidez inicial que caracteriza a esta gente, rápidamente la niña levantó su mirada, clavó sus ojos en los míos y, con gran contundencia, me espetó: ?Perdone, señor, pero nosotros no somos pobres. Tenemos ganas, ilusión, tradiciones, alegría, valores, cultura y una identidad. Lo único que no tenemos es dinero. ¿No piensa que ustedes, los europeos, son los pobres? Lo único que tienen es plata?. En este momento sobran las palabras. Como cantamos estos días los españoles ?indignados? en Quito, a más de 8.000 kilómetros de nuestros hogares, solamente nos queda ?aprender del Sur para dignificar el Norte?.
Inti Raymi, la Fiesta del Sol
Bajo este contexto, el pasado 21 de junio pude acudir a una de las múltiples celebraciones que se realizan en el país del Inti Raymi (Fiesta del Sol en el idioma kiwchua), uno de los rituales incas en el que los indígenas dan gracias al Dios Sol y a la Madre Tierra por las abundantes cosechas. En muchos lugares esta fiesta se ha convertido en una de las mayores atracciones turísticas de Ecuador, llenas de extranjeros y con un transfondo para ?hacer el agosto?.
PLAN, fiel a su misión y a sus principios, ha apostado por el compromiso con la cultura de las comunidades a través de los niños, niñas y jóvenes. Por segunda vez en la historia del país (es el segundo año que se organiza), y dentro de un proyecto cuyo objetivo es fomentar la identidad cultural mediante la participación, tuvo lugar el único Inti Raymi de Ecuador donde los auténticos protagonistas son las niñas y niños.
Fue en la provincia de Cañar, en la zona sur de la cordillera andina, en un territorio con altísimos índices de pobreza extrema donde los habitantes generalmente se dedican a la agricultura, ganadería, comercio y manufactura de sombreros de paja. El 33% de los menores vive sin sus padres debido al problema de la migración. La región, sin embargo, tiene reservas minerales como el carbón y plata, lo que ha dado lugar a que la llamen ?el pordiosero sentado sobre el banco de oro?.
A nuestra llegada, había más de 800 niñas y niños provenientes de 23 comunidades y acompañados por sus familiares. Momentos más tarde, mediante música, danza, oraciones, procesiones, desfiles, sacrificios de animales y gastronomía, los menores, vestidos con atuendos tradicionales, comenzaron a expresar su gratitud por la cosecha anual y la abundancia de productos.
Fueron casi siete horas de representaciones ante unas 2.500 personas en un ambiente de auténtica fiesta, lleno de alegría, de compartir momentos y de muchísimo colorido, en el que todos reflejaban su orgullo por recuperar la cultura, las costumbres y las tradiciones de sus comunidades.
Por momentos sentí que había retrocedido 300 años y que yo era un espectador de lujo dentro del mundo inca, aunque con algún episodio esporádico que recordaba a la colonización española.
Lo importante es que muchas tradiciones y costumbres perdidas se han recuperado y, lo que es mejor, que ese legado ya no tiene los días contados para volver a caer en el olvido, sino que tendrán que pasar varias generaciones hasta su desaparición. Muchas personas se sintieron, ese día,