La historia de Kalendi dramatizada por los alumnos de la escuela primaria Karambani, capta de forma magistral los daños que causa la Mutilación Genital Femenina a las niñas pequeñas de Tharaka en Kenya. Allí, escondida al este de la provincia keniata, vive la etnia "Meru".
Madrid, 06 de Febrero de 2012.- La historia de Kalendi dramatizada por los alumnos de la escuela primaria Karambani, capta de forma magistral los daños que causa la Mutilación Genital Femenina a las niñas pequeñas de Tharaka en Kenya. Allí, escondida al este de la provincia keniata, vive la etnia “Meru”.
Durante mucho tiempo y como parte de sus costumbres, las niñas han sido víctimas de la Mutilación Genital Femenina (MGF) a una edad muy temprana. Como suele ocurrir con las tradiciones fuertemente arraigadas, los Meru, han mostrado gran aversión ante las insinuaciones de abandonar la ablación, a pesar de los perjuicios que causa en la salud y la educación de las niñas.
En la dramatización teatral, Dennis Nthiga y Winifred Makena, estudiantes de los grados 7 y 8 de la escuela local, cuentan la historia de su hermana Kalendi que fue forzada a la ablación. Con el apoyo de sus padres, la comunidad, la obligó a someterse a la Mutilación Genital Femenina en contra de su voluntad. Sus hermanos fueron los únicos que la apoyaron, pero frente a una comunidad entera, la oposición de sus hermanos, fue insignificante.
Las complicaciones que sufrió Kalendi durante su mutilación estuvieron a punto de causarle la muerte. Fue una intervención precaria y le causó graves heridas, profundas y dolorosas. Se desangró y sus hermanos tuvieron que donar sangre para salvar su vida.
Tiempo más tarde supieron que Kalendi había contraído el VIH durante la escisión, pues como suele ocurrir en estos casos, las cuchillas que utilizaron no habían sido esterilizadas.
La historia de Kalendi convertida en pieza teatral, ha sido representada en varias reuniones comunitarias como parte de los programas de sensibilización. También el Foro de Paz Tharaka Nithi del Condado de Kathwana ha sido escenario de la representación con la misma idea: aumentar la conciencia entre los miembros de las comunidades que se resisten a abandonar esta dañina práctica.
Contra la Mutilación Genital Femenina en Kenya
Josphat Mugwika, director de la escuela primaria Karambani, está convencido de la importancia de que la historia de Kalendi sea conocida: ?estamos luchando contra la mutilación genital femenina con todas nuestras fuerzas. Los niños y niñas están levantando sus voces en contra de esta práctica porque les hemos educado y contado los efectos negativos que tiene la ablación en la salud de las niñas. Estoy agradecido y me siento afortunado de que ninguna de las niñas de mi colegio haya sido mutilada. La meta es garantizar que ese estatus se mantenga?.
Mugwika se sabe además acompañado en esta batalla: ?PLAN nos ha apoyado en el lanzamiento y divulgación de programas a la comunidad?.
La Mutilación Genital Femenina puede provocar también daños en el feto cuando las mujeres que la han padecido, se quedan embarazadas. ?Los casos complicados, siempre los referimos al hospital de Nairobi, pues hay veces que el poco espacio que tiene el feto cuando el aparato reproductor está dañado, puede provocarle malformaciones? asegura Njagi, mientras explica que muchas niñas en Tharaka sufren ataques de histeria y necesitan ayuda psicológica al darse cuenta de los tremendos efectos que a la larga les ha provocado la MGF.
Por eso, para ayudarlas y ofrecerlas apoyo psicológico, con el soporte de PLAN, se han creado los llamados Comités de Salud Comunitarios, unos grupos compuestos por educadores y psicólogos que trabajan en cientos de barriadas en Tharaka formando al personal de las propias comunidades e informando a mujeres y niñas, especialmente a las más jóvenes, sobre los nocivos efectos de la Mutilación Genital Femenina.
Keneddy Njagi habla también de cómo después de cada campaña se sienta con los trabajadores sanitarios para analizar el progreso y diseñar nuevos planes de acción. ?Hace tan solo unos años, cerca del 90% de las niñas de Tharaka habían sido mutiladas. Ahora el porcentaje es mucho menor y nuestras energías están puestas en la erradicación de la MGF?, asegura Njagi, que ahora está al frente de uno de los grupos de trabajadores sanitarios.
A Njagi y a su equipo les ayuda recordar a las mujeres ancianas, quienes las dificultades a las que ellas han tenido y tienen que enfrentarse cada día por haberse sometido a la Mutilación Genital Femenina. Muchas de ellas sufren incontinencia urinaria. La Mutilación Genital Femenina les dejó dañado el esfínter y eso les provoca que se orinen encima.
Irene Wali, coordinadora de las actividades de Protección de la Infancia que lleva a cabo PLAN, asegura que ?la salud es un derecho fundamental de la comunidad y desde PLAN trabajamos con sus integrantes para conseguir. La Comunidad de Trabajadores Sanitarios forma algunos jóvenes para liderar la concienciación y educación de los adolescentes y sensibilizarles en materia de salud sexual y reproductiva.?
Wali añade que ?Tharaka es una comunidad muy cerrada y romper el muro construido por una férrea tradición, no es fácil. Tienen una especie de ?cultura del silencio? y conseguir que cuenten cosas es todo un reto para nosotros. Los líderes de la comunidad son además recelosos de su información y no les gusta compartirla con quien llega de fuera. Romper la barrera, es por tanto duro, pero hay que hacerlo para conseguir devolver a las niñas sus derechos.”