La organización de protección de los derechos de la infancia Plan Internacional alerta hoy de que el trabajo infantil afecta a 168 millones de niños y niñas en todo el mundo, arrebatándoles la infancia y vulnerando sus derechos. Para la organización, el trabajo infantil representa la mayor fuente de explotación y abuso en el mundo.
- El pleno del Senado ha aprobado la creación de una Comisión Especial de Estudio sobre el trabajo y la explotación infantil en el mundo.
- Plan Internacional denuncia que alrededor de 17 millones de niños y niñas trabajan en el servicio doméstico, de los que alrededor del 71% son niñas.
- Las llamadas “niñas invisibles” trabajan como asistentas domésticas durante jornadas interminables en condiciones de semiesclavitud, aisladas de la sociedad y sin posibilidad de asistir a la escuela.
- Madrid, 10 de febrero de 2015.- La organización de protección de los derechos de la infancia Plan Internacional alerta hoy de que el trabajo infantil afecta a 168 millones de niños y niñas en todo el mundo, arrebatándoles la infancia y vulnerando sus derechos. Para la organización, el trabajo infantil representa la mayor fuente de explotación y abuso en el mundo.
Más de 17 millones de niños y niñas trabajan en el servicio doméstico, de los que más de 6 son menores de quince años y alrededor del 71% son niñas. El empleo de niñas en el servicio doméstico es una práctica habitual en América Latina y África, pero tiene una especial incidencia en el sudeste asiático en países como Filipinas, India, Tailandia o Bangladesh, sobre todo en las grandes urbes. En India, por ejemplo, el 81% de las trabajadoras domésticas tienen entre cinco y doce años.
Las llamadas “niñas invisibles” trabajan como asistentas domésticas durante jornadas interminables, aisladas de la sociedad y sin posibilidad de asistir a la escuela. Además, estas niñas muchas veces trabajan en condiciones de semiesclavitud y clandestinidad en un sector laboral donde rara vez existe protección ni regulación.
Plan Internacional recuerda estas cifras con de la aprobación hoy en el pleno del Senado de la creación de una Comisión Especial de Estudio sobre el trabajo infantil en el mundo.
La iniciativa del Senado explica que la reciente concesión de Premio Nobel de la Paz al ciudadano indio Kailash Satyarthi y a la joven Malala Yousafzai, activistas contra la explotación infantil y por la educación de los niños y niñas, ha vuelto a poner sobre el tapete de la conciencia internacional el drama de la explotación infantil.
Niñas trabajadoras, invisibles y sin derechos
Plan Internacional, que trabaja en 51 países en desarrollo, “apoya este tipo de iniciativas contra esta práctica tan deleznable, y considera que para su erradicación es muy importante la colaboración de todos los actores y en todos los ámbitos: institucional, empresas y sociedad civil”, explica Concha López, directora general de Plan Internacional en España.
Erradicar las peores formas de trabajo infantil en todo el mundo para 2016 es uno de los temas prioritarios en la agenda de desarrollo y uno de los objetivos de Plan Internacional, en cuyo mandato es línea prioritaria la protección y garantía de los derechos de la infancia. En 2014, Plan Internacional proporcionó formación en protección infantil a más de 214.747 miembros de comunidades y 58.008 personas de sus organizaciones asociadas en todo el mundo.
85 millones de niños y niñas sufren las peores formas de trabajo infantil
Unos 85 millones de niños y niñas trabajan en las formas más reprochables de trabajo infantil, entre las que se incluyen la esclavitud, la trata de personas, la servidumbre por deudas, el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la prostitución o la pornografía. Este el caso de los niños y niñas que trabajan en las plantaciones de tabaco en Malawi, del sistema Kamalari en Nepal o las niñas que elaboran “bidis” en India.
Malawi tiene la mayor incidencia de trabajo infantil en África. El 37% de los niños y niñas con edades comprendidas entre los 5 y los 15 años están involucrados en algún tipo de trabajo productivo. De estos, el 53.5% trabajan en el sector agrícola, en el que el tabaco representa la mayor parte. Se estima que 78.000 niños y niñas trabajan en las plantaciones de tabaco de Malawi, aunque la cifra actual puede ser mucho mayor.
“A veces sientes que no puedes respirar, que no te llega el suficiente oxígeno. Llegas a un punto en el que no puedes respirar del dolor que tienes en el pecho. Después empiezas a vomitar sangre. Al final muchos mueren”, cuenta un niño que trabaja en una plantación de tabaco.
Estos niños y niñas deben hacer frente a muchos otros problemas, como abusos físicos en forma de palizas de sus supervisores por no completar el trabajo y abusos sexuales, especialmente contra las niñas, a cambio de recibir más dinero o comida o por llegar tarde a trabajar. Además, están expuestos a riesgos para su salud y a largas jornadas de trabajo, de una media de 12 horas diarias, por muy poco dinero.
Kamalaris, servidumbre para pagar deudas
En Nepal, el sistema kamalari permitía a familias “vender” a sus hijas, niñas de apenas cinco años, a otras familias como sirvientas en sus casas. Se trata de un sistema de servidumbre en el que las familias en situación de pobreza ofrecen sus hijas para pagar deudas contraídas con otras familias más pudientes. A pesar de estar abolido desde 2013, Plan Internacional estima que en la actualidad entre 10.000 y 12.000 niñas siguen trabajando como kamalaris.
“Era una situación de la que era imposible escapar. A pesar de las amenazas y los abusos que sufría, no había nada que pudiera hacer para huir. Mi amo tenía muy buenos contactos, conocía a todo el mundo. Estaba muy bien visto en la comunidad y yo estaba asustada por las consecuencias para mi familia si escapaba”, dice Geeta, exkamalari de 26 años.
Plan Internacional lleva a cabo un proyecto para la abolición del sistema kamalari en Nepal desde 2005, a través del cual ha contribuido a la liberación cerca de 3.000 de niñas kamalari, permitiéndoles retomar su educación y ofreciéndoles un nuevo futuro.
Más de 10 horas de trabajo por 2 euros en India
En la vecina India, se estima que 1,7 millones de niñas se enfrentan a diario a jornadas de 10 a 14 horas elaborando bidis, el cigarrillo tradicional del país liado a mano, para poder llevar dos euros a casa. Las menores confeccionan más de 1.000 bidis diarios y los fabricantes prefieren que los hagan los niños y niñas ya que tienen los dedos más ágiles.
Sin embargo, la legislación india define la elaboración de bidis como un trabajo peligroso ya que implica graves consecuencias para la salud: la tuberculosis, el asma, dolores en el cuerpo y problemas de cadera y articulaciones relacionados con la postura son los más comunes.
Salma, de 11 años, es la más pequeña de cuatro hermanos. El año pasado abandonó la escuela cuando terminó cuarto de primaria. “Yo quería seguir yendo a la escuela, pero somos muy pobres y estamos luchando para pagar el alquiler“, dice en su lucha por poder respirar.
En la ciudad de Kadiri, en Andhra Pradesh, donde vive Salma, liar bidis es su único medio de supervivencia. Para la mayoría no habrá comida en el plato si no enrollan los suficientes. Salma está sufriendo de ictericia y está tan débil que no puede sentarse recta. Sin embargo,se encarga de enrollar hasta 1.500 bidis al día para mantener a su familia.