Cada año dan a luz alrededor de dos millones de niñas menores de 15 años, pero no cuentan en las estadísticas y a menudo son invisibles. Plan International y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) lanzan, con motivo de la Conferencia Women Deliver, #childmothers, una iniciativa para sacar a la luz las historias de millones de niñas que se convirtieron en madres demasiado jóvenes y cuya lucha permanece invisible.
BURKINA FASO
Kiswendsida vive con su hija sus abuelos y sus tías en las afueras de una ciudad en Burkina Faso. Quedó embarazada a los 14 años y ha podido continuar con su educación gracias al apoyo de su abuela.
“Fue con mi novio de entonces, que vivía cerca. Yo no sabía nada acerca de los métodos anticonceptivos porque no habíamos aprendido nada de eso en la escuela.Una semana después de dar a luz estaba en la escuela otra vez. No quería abandonar mis estudios. Mi abuela me ha apoyado todo este tiempo. Me ayuda a cuidar del bebé para que yo pueda ir a la escuela”.
“Es difícil ser madre. Me siento sola y echo de menos a mis padres. Trabajan en Costa de Marfil y aún no conocen al bebé. En el futuro me gustaría tener más hijos, pero no ahora. Creo que 26 es una buena edad. Mi sueño es convertirme en arquitecta y me gustaría que mi hija también fuera a la escuela”.
BANGLADESH
Nargis, de 15 años, vive con su hijo, su marido y sus suegros en una zona rural de Bangladesh. Los padres de Nargis no querían que se casara, pero alegaban no tener otra alternativa que darla en matrimonio porque no se podían hacer cargo de ella más tiempo. Ella trabaja en una fábrica textil y ahorra dinero para costear la educación de su hijo.
“Estudié hasta octavo grado. Me gustaba mucho la escuela. Mi asignatura favorita era Ciencias. Tenía el sueño de estudiar Derecho, pero mis padres no podían permitírselo. Aunque conocía las consecuencias del matrimonio temprano, acabé casándome con 14 años porque mis padres eran extremadamente pobres. Me quedé embaraza poco después. Tuve algunas complicaciones y lo más recomendable era practicar una cesárea. Pero, a causa del bajo nivel de glóbulos en mi sangre, no pudieron hacerlo. Tuve que pasar por un parto natural y fue muy doloroso. No tenía miedo, pero fue muy duro”, explica.
“Todos mis planes ahora son para mi hijo. Cuando Nayeem cumpla tres años empezará a ir a la escuela. Yo también tengo mis propios sueños. Quiero aprobar los exámenes y terminar mis estudios. Mi marido me ha dicho que me dejará estudiar más adelante”.
COLOMBIA
Janet, de 15 años, vive con su novio, su hijo Manuel, de 6 meses, y sus suegros en un barrio conflictivo de una gran ciudad de Colombia. Conoció a su novio en la escuela, se enamoró y quedó embarazada. “No quería tener un hijo, pero ocurrió de todas formas. Cuando descubrí que estaba embarazada, me sentí feliz y triste al mismo tiempo. Feliz por el bebé y triste porque sabía que tendría que dejar la escuela”, asegura.
“Pero después de un año he empezado a ir a la escuela de nuevo. Estoy en noveno grado y también voy a una academia de estética los fines de semana. Quiero convertirme en peluquera profesional para darle a mi hijo todo: pagar sus estudios y comprar lo que necesite”.
“Cada semana, acudo a un grupo de reunión y apoyo para madres jóvenes dirigido por Plan International. Me ayuda mucho. Allí me enseñan cómo hacerme cargo de mi bebé, hacer juguetes si no tengo dinero para comprar nuevos, métodos de planificación familiar y a mi propio desarrollo, a fijarme metas personales”.