Agua es educación

Las mujeres y niñas dedican más de 125 millones de horas cada día a recoger agua para sus familias en recipientes que pueden llegar a pesar hasta 20 kilos. Cargan con el peso de recoger el agua para sus familias, lo que en muchas ocasiones las aparta de la educación y de la actividad económica.

A menudo escuchamos decir aquello de “el agua es vida”, y educación, igualdad, desarrollo… Y, sin embargo, este recurso indispensable es un lujo para muchas comunidades de todo el mundo debido a su escasez.

Con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo en todo el mundo, Plan International recuerda que alrededor de 663 millones de personas, una de cada nueve en todo el mundo, carecen de acceso a agua potable, lo que provoca enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería y el tifus y causa la muerte de más de 4.000 niños y niñas cada día.

Plan International trabaja para garantizar el derecho al agua y el saneamiento en los 70 países en los que está presente. Cada euro invertido en la mejora del saneamiento y la higiene genera diez euros de beneficios para la economía nacional. La inversión en agua, saneamiento y promoción de la higiene supone importantes ahorros en costes de salud y tratamiento de enfermedades. También mejora la atención escolar y permite a los niños, especialmente a las niñas, permanecer en el colegio y terminar su educación. 

Concha López, directora general de Plan Internacional, asegura que “el acceso al agua potable en una comunidad mejora de manera decisiva aspectos como la educación y la igualdad de género. Contar con un punto de agua cercano al hogar mejora los índices de asistencia al escolar, lo que además contribuye al cumplimiento de otro Objetivo de Desarrollo Sostenible, garantizar que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria”.

Agua de Musichovweka

En el área de programas de Plan Internacional en Kilifi (Kenia) se ha puesto en marcha el proyecto de Agua de Musichovweka para atajar la escasez del recurso en una zona rural. El proyecto, que se desarrolla mediante el modelo de organización comunitaria, está beneficiando a alrededor de 4.000 personas gracias a la creación de cinco nuevos puntos de agua.

En todos estos puntos de agua trabajan mujeres de la comunidad que gestionan y venden el agua. La organización comunitaria también ha empleado un medidor que recopila datos semanales para asegurar que el agua que se vende coincide con la cantidad de agua consumida, lo que está garantizando una mayor transparencia en las cuentas.

El dinero recaudado de la venta del agua se deposita en el sistema de bancos de la comunidad. El Comité de Gestión del Agua ha obtenido unos ingresos de alrededor de 3.000 euros.

Gracias a la gestión exitosa de la venta del agua, la Organización Comunitaria de Musichovweka ha podido ampliar su proyecto y ha construido un nuevo punto de agua adicional 100 metros más lejos con parte de los ingresos obtenidos de la venta.

Además, estos ingresos han permitido financiar la educación de niños y niñas de la zona, pagar las tasas de examen de más de 800 jóvenes, así como comprar libros de texto para los estudiantes de secundaria.

Proyecto de agua en Dzikunze

El proyecto de agua de Dzikunze es otra de las acciones en la que Plan Internacional ha dado soporte a los miembros de la comunidad de Kilifi.

Lillian Bendera, de 24 años y residente en la aldea de Borasalama, en Dzikunze, está casada y tiene cuatro hijos. Trabaja como agricultura a pequeña escala y su marido se dedica a los negocios. Lillian cita numerosas cuestiones que afectan a su comunidad y que, en consecuencia, también afectan a su nivel de vida.

“En esta comunidad uno de los mayores problemas es la pobreza, un problema que se agrava con las sequías. Esto significa que no podemos cubrir las necesidades de nuestras familias, incluida la educación de nuestros hijos. La educación de la mayor parte de nuestros niños y niñas finaliza en el octavo curso porque no podemos asumir el pago de las tasas escolares para el acceso a la educación secundaria. Otro de los problemas que amenazan a nuestra comunidad son las enfermedades como la tiña, que afecta principalmente a los más pequeños, y la escasez de agua”, explica.

Con el apoyo de Plan International, la comunidad ahora dispone de agua potable, gracias a la implementación de un nuevo proyecto que abastece de agua a la zona.

“Antes debía caminar varios kilómetros para conseguir agua en el punto más cercano, que estaba a una distancia aproximada de unas dos horas. Ahora tengo agua a solo 10 minutos y eso me ha permitido concentrarme en mi trabajo como agricultora”, concluye Lillian.

Kadzo Hassan, de 14 años, cuenta que el proyecto de agua de Dzikunze le ha supuesto un gran alivio: ya no tiene que faltar al colegio para ir a buscar agua.

“He mejorado en el colegio desde que no tengo que ir a buscar agua para cocinar y limpiar porque desde nuestra escuela podemos acceder al sistema de agua. Además, nos han enseñado hábitos de higiene, incluida la importancia de usar letrinas. Con lo que he aprendido, he podido comunicar estos conocimientos sobre buenos hábitos de higiene a mis padres y vecinos y he observado los cambios que se han producido”, comenta.

“Mis padres se involucraron mucho al inicio del proyecto y participaron cavando zanjas y rellenándolas. Por este motivo estoy muy orgullosa ya que, gracias a su participación, ahora toda la comunidad puede tener agua potable más fácilmente”, añade Kadzo.

La falta de agua de calidad, potable y salubre agrava la pobreza de los países en desarrollo y afecta especialmente a población infantil, provocando la desnutrición y muerte de miles de niños y niñas a diario, impidiendo su desarrollo físico e intelectual e incluso su acceso a la educación. No obstante, desde 1990, 2.600.000 personas han conseguido acceso a agua potable.