Día Mundial del Refugiado: falta de protección de los niños y niñas refugiados urbanos

Plan International, organización que trabaja por un mundo justo que promueva los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, alerta de la situación de los niños y niñas sirios en Egipto, uno de los primeros países que abrió sus fronteras oficialmente a los refugiados, que todavía viven profundamente traumatizados y luchan por integrarse plenamente en la sociedad y el sistema educativo del país de acogida.




Niños y niñas sirios en una escuela de Giza (Egipto)

En el Día Mundial del Refugiado, que se conmemora el 20 de junio, Plan International recuerda que los refugiados urbanos, que representan la mayoría de las personas refugiadas del mundo, se enfrentan a grandes retos como la falta de registro y de protección, el desconocimiento sobre los centros de atención, la saturación de los servicios públicos y la competencia laboral con las comunidades de acogida.

Desde el inicio del conflicto hace siete años, Egipto ha acogido a cerca de 122.228 refugiados, según cifras de Naciones Unidas. Una cifra que asciende hasta los 350.000 según el gobierno egipcio. A pesar de la cercanía cultural entre Egipto y Siria y la empatía y la ayuda que los propios egipcios han mostrado hacia la población refugiada, el camino a la integración y la recuperación para los niños y las niñas es lento.

“Los niños y niñas refugiados sirios en Egipto, que viven en barrios de grandes ciudades, tienen que aprender un nuevo dialecto, integrarse en un sistema educativo menos desarrollado que el de su país y lidiar con profundas heridas psicológicas. Además, la mayoría de las familias se encuentra en una situación económica muy vulnerable y muchas veces no saben dónde acudir en busca de apoyo”, explica Concha López, directora de Plan International en España. 

Educar en armonía y solidaridad




Rana, niña siria refugiada, frente al centro de apoyo psicosocial

Sentada en una de las aulas del proyecto “Educación en Armonía”, que Plan International desarrolla en una escuela en el barrio 6 de Octubre -una zona de los extrarradios de El Cairo conocida como “la pequeña Damasco”-, Rana, de 10 años, niega que recuerde nada de Siria. Tres años después de su llegada a Egipto, la pequeña insiste en que tiene recuerdos de su país y afirma: “no quiero ir a visitarlo”. Su madre, que la escucha paciente, comenta que la niña recuerda todo con detalle pero prefiere no decir nada por miedo a que la hagan volver.

Enfocados en la educación y protección de los niños y niñas sirios y egipcios de entre cuatro y 14 años, el proyecto también trabaja con los refugiados y las comunidades de acogida para aumentar el entendimiento y la cooperación, mejorar la cohesión de la comunidad y asegurar la igualdad de género promocionando la igualdad en el acceso a derechos, la seguridad y el respeto.

El 70% de los niños sufren desordenes psicológicos por culpa de la guerra. Son niños que se sienten extranjeros.

“El 70% de los niños sufren desordenes psicológicos por culpa de la guerra. Son niños que se sienten extranjeros. Las intensas memorias de sangre, muerte y miedo les hace sentirse solos y aislados”, explica Rakhan, un joven sirio que trabaja en uno de los proyectos que Plan International desarrolla desde hace dos años con la población infantil siria refugiada.

Ahmed, con la misma edad, sin embargo, habla clara y pausadamente de su vida en Damasco y de por qué tuvo que dejar su vida, su escuela que tanto le gustaba y a sus amigos. “Había destrucción por todas partes. Nos evacuaron”. Sus manos se juntan en tensión cuando explica: “a mi padre le arrestaron”.

Su madre, Abeer Ahmed, explica cómo durante meses después de su llegada a Egipto, Ahmed durmió debajo de la cama por miedo a los posibles bombardeos. Abeer explica visiblemente afectada cómo el edificio en el que vivían salió en llamas cuando un grupo armado entró en la vivienda, matando además a varios de sus familiares. Aterrorizada, el resto de la familia permaneció escondida en el sótano durante seis días.

Las actividades de apoyo de Plan International incluyen espacios acogedores para los niños y niñas, y foros de protección. Además, se desarrollan programas de apoyo psicológico para casos concretos de abusos infantiles, matrimonios forzosos o trabajo infantil, entre otros.

Además, como apoyo a la integración y la generación de ingresos para las familias, Plan International trabaja en la creación de oportunidades de empleo, formación y mecanismos de ahorro en un proyecto cofinanciado por ACNUR en la zona del Gran Cairo que beneficia a 3.000 refugiados y refugiadas sirias.

Sanando las heridas psicológicas

“La mayoría de los niños sienten una extrema falta de seguridad. Además a muchos les cuesta integrarse porque viven en comunidades exclusivamente de sirios. En el centro les ayudamos a abrirse y poder hablar de sus experiencia en un contexto seguro a través no solo de terapia sino también con actividades y juegos”, explica Yousry, uno de los psicoterapeutas que trabaja para Plan International.

La vida de Ahmed en Egipto es calmada. Acude a la escuela y tiene amigos egipcios. “Estoy muy contenta porque empieza de nuevo a ser un niño normal. Sale con sus amigos y cada día se comunica más”, explica su madre. Parte fundamental de la recuperación de Ahmed son las sesiones individuales y en grupo organizadas por Plan International. 

Desde junio de 2015, Plan International trabaja en 40 escuelas del Gran Cairo, Alejandría y Damietta para lograr la integración escolar y la recuperación psicológica de miles de niños y niñas sirias entre 4 y 14 años. Hasta el momento 26.325 sirios, de los cuales 22.730 son niños y niñas, han recibido apoyo psicosocial y educativo.

Ayuda a población refugiada y desplazada interna

Plan International también trabaja para mejorar la vida de refugiados y desplazados internos en Sudán del Sur, Níger, Uganda, Mali y Colombia. Los proyectos de Plan International buscan garantizar el acceso a alimentos y atención sanitaria a las familias, facilitar la generación de ingresos y el acceso al empleo a los adultos a la vez que se protege física y psicológicamente a los menores y se les garantiza el acceso a la educación.