Situación de las niñas y jóvenes rohingya: amenazadas por la violencia, los abusos, la trata y el matrimonio infantil

Se cumplen dos años de la crisis que ha obligado a casi un millón de rohingyas a huir de sus hogares. Las niñas y adolescentes tienen mayor riesgo de sufrir violencia, abusos, tráfico de personas o matrimonio infantil. Según un estudio de Plan International, el 97% de las jóvenes asegura tener que encargarse de las tareas domésticas mientras que solo el 28% declara recibir algún tipo de educación





Dos años después del desplazamiento masivo que ha obligado a casi un millón de rohingyas a huir de la violencia desde Myanmar hacia Bangladés, Plan International recuerda a la comunidad internacional la necesidad de atender urgentemente las necesidades concretas de las niñas y jóvenes rohingya: se enfrentan a sufrir violaciones de sus derechos como el tráfico de personas, la violencia, los abusos y el matrimonio infantil, cuyos casos se han multiplicado a causa de la crisis humanitaria.

Desde que comenzara la crisis, se han registrado 688.000 nuevas llegadas al Cox’s Bazar, lo que sitúa a la población rohingya total en este campamento de refugiados, considerado uno de los más grandes del mundo, en más de 911.566 personas. De ellas, más de la mitad, el 55%, son niños y niñas que arriesgaron su vida para llegar hasta los campamentos en Bangladés. 

La vida en los campamentos no es fácil. Después de huir de Myanmar por culpa de la violencia extrema, las jóvenes han sido altamente expuestas a la violencia y los abusos durante su desplazamiento hasta llegar a los campamentos; y también una vez instaladas, las niñas y las adolescentes se encuentran atrapadas en tiendas minúsculas, donde tienen que convivir hacinadas con personas desconocidas.

“La situación que viven las adolescentes rohingya es especialmente difícil porque se enfrentan a una triple discriminación por razones de edad, género y etnia. Muchas se encuentran solas y viven con miedo, sin el acceso necesario a la educación, alimentación, agua potable o letrinas. Están enormemente expuestas a sufrir abusos… Es necesario que la comunidad internacional reconozca y atienda sus necesidades concretas de manera urgente”, explica Benjamin Thiberge, director de Programas Internacionales de Plan International España.

Además, una de las grandes barreras a las que se enfrentan las refugiadas rohingya es la falta de oportunidades para la educación, que está exacerbando los problemas de protección de la infancia. Solo el 28% de todas las encuestadas para el informe “Adolescentes en Emergencias: Voces de Bangladés”, elaborado por Plan International, declararon asistir a la escuela.

Muchas veces, son los propios padres quienes impiden a las jóvenes seguir yendo al colegio por la falta de recursos, de seguridad en los desplazamientos y porque prefieren que se queden trabajando en casa. El 75% de las adolescentes han contado que no pueden tomar decisiones sobre sus vidas y el 97% aseguran tener que encargarse de las tareas domésticas, entre ellas la recogida de agua.





La vida de las jóvenes en Bangladés

Mukaraima, de 10 años, es una de las miles de niñas que llegó al campo de refugiados de Kutupalong en agosto de 2017, haciendo una travesía durante 16 días por las aguas del río Naf, que marca la frontera entre Bangladés y Myanmar. A pesar de su corta edad, Mukaraima ha sufrido la violencia en carne propia. Sus padres y dos de sus tres hermanas murieron a causa de un tiroteo y, su otra hermana, está desparecida desde entonces. Mukaraima es consciente de los peligros y cuenta que, como en su tienda de campaña no hay ningún hombre, tiene miedo de que le roben, le asalten o de sufrir violencia de género.

Rumana es una joven de 13 años de la comunidad de acogida que vive a 8 kilómetros de Ukhia, un subdistrito del Cox’s Bazar, y forma parte de esa minoría de jóvenes que todavía va al colegio. Actualmente cursa 5º grado y aspira a ser funcionaria pública. La joven quiere continuar con sus estudios, pero, además de suponer un gasto económico, en su trayecto desde su casa hasta el colegio, ella y su amiga se enfrentan a las burlas y al acoso por parte de los chicos de la comunidad local y de los chicos rohingya. Las jóvenes deben seguir caminando mientras escuchan este tipo de malas palabras.

Rumana se pregunta: “¿cómo voy a continuar con mis estudios si tengo que trabajar en casa y debo superar todos los obstáculos de la carretera y a los chicos malos que se burlan de nosotras?”. La joven cree que finalmente va a tener que dejar la escuela para casarse: “Sé que legalmente está prohibido casarse antes de los 18, pero también sé que, si llego a los 20, todo el mundo avergonzará a mis padres diciéndoles que soy demasiado mayor”, explica Rumana. 

El futuro es la educación

La respuesta de Plan International ante esta emergencia pasa por apoyar especialmente a las niñas y adolescentes ofreciéndoles oportunidades de aprendizaje en un entorno seguro, abordando las principales barreras para el acceso a la educación como la falta de espacio físico en los campamentos, el bajo nivel de instrucción de los docentes y la restricción de movimiento de las adolescentes.

“La participación en los talleres está sirviendo para reducir el nivel de estrés y de trauma, a través del apoyo psicosocial y de reuniones con otros niños y niñas, por lo que ahora les resulta más fácil compartir su historia con otras personas”, dice Benjamin Thiberge, director de Programas Internacionales de Plan International España.

En total, el programa de atención a necesidades educativas en emergencia de la población refugiada Rohinga y comunidades de acogida en Bangladés espera beneficiar a más de 9.000 jóvenes, de las cuales alrededor de 4.650 son niñas y mujeres jóvenes. Rumana y Mukraima son dos de las jóvenes beneficiarias de los proyectos en los que Plan International trabaja para que ninguna chica rohingya o de las comunidades de acogida se quede atrás.