En el marco del Día Internacional de la Niña, la ONG Plan International, presenta el informe “Still We Dream: Niñas y jóvenes en situaciones de conflicto”, que revela que más del 52% de las niñas, niños y jóvenes que viven en países en conflicto han visto interrumpida su educación debido a la violencia. De media, la pérdida de educación es de uno a dos años.
Este estudio, elaborado a partir de 9.995 encuestas a niños, niñas y jóvenes de entre 15 y 24 años en 10 países donde Plan International trabaja (Camerún, Colombia, Etiopía, Líbano, Mozambique, Nigeria, Filipinas, Sudán, Ucrania y un país que no puede ser nombrado por razones políticas y operativas), así como 104 entrevistas en profundidad, destaca cómo el género y la edad determinan de la experiencia de las y los jóvenes en situaciones de conflicto.
El informe de Plan International revela que hay diferencias significativas por género en el acceso a los recursos, la sensación de inseguridad y el impacto psicosocial de los conflictos, que son mayores en las niñas. Los hombres jóvenes suelen ser quienes tienen más riesgo de ser reclutados para participar en los combates, mientras que las niñas y mujeres enfrentan la lucha diaria contra el trauma y las secuelas de la violencia sexual.
“Nuestro estudio demuestra que todos los niños, niñas y jóvenes sufren en los conflictos, pero las niñas y mujeres jóvenes tienen menos acceso a recursos básicos, viven con mayor miedo y más expuestas a la violencia sexual, y expresan más estrés emocional. Reconocer cómo el conflicto impacta de forma diferente según el género es clave para ofrecer una respuesta adecuada y promover la igualdad y la participación en los procesos de paz“, señala Concha López, directora general de Plan International.
Más de una de cada cuatro niñas, un 27%, vive con miedo constante a la violencia sexual, un porcentaje significativamente mayor que en el caso de los niños, el 17%. La violencia sexual se utiliza sistemáticamente como arma de guerra, con consecuencias devastadoras y de por vida para las niñas y las mujeres jóvenes. Ellas manifiestan sufrir más las repercusiones emocionales del conflicto, agravadas por su exposición a la violencia sexual y los embarazos no deseados. En algunas entrevistas del informe se comparten relatos sobre violaciones y otras formas de violencia sexual que las niñas y mujeres jóvenes han experimentado o presenciado.
El informe también señala que al 22% de los niños y hombres jóvenes encuestados se les ha pedido unirse a grupos armados, comparado con el 14% de las niñas. Las razones para unirse son variadas, siendo la falta de empleo, la necesidad de protección y el deseo de venganza las más mencionadas. Del total, el 31% afirma haberse unido voluntariamente.
Desigualdad en la educación y el acceso a recursos
La vida cotidiana se trastoca de la noche a la mañana cuando estalla un conflicto, se complica el acceso a la electricidad y la comunicación, la interacción con la familia y amistades se ve restringida y las escuelas cierran o el camino se vuelve peligroso.
Las principales conclusiones del informe señalan que el 52% de los niños, niñas y jóvenes encuestados han visto su educación interrumpida debido al conflicto. De media, la pérdida de educación es de uno a dos años. Las niñas y las jóvenes dejan de estudiar en mayor medida por el cierre o destrucción de las escuelas, la violencia y el matrimonio infantil, mientras que en el caso de los niños y hombres jóvenes la búsqueda de empleo y la manutención de la familia son los principales motivos.
En cuanto a los recursos, el 44% de las niñas, niños y jóvenes asegura tener acceso nulo o limitado a alimentos, mientras que el 59% se enfrenta a dificultades similares en el acceso a la electricidad y el 41% carece de acceso adecuado al agua. El estudio revela que las niñas y las mujeres jóvenes encuentran obstáculos adicionales en el acceso a estos recursos básicos. Además, el 46% de los y las participantes declararon no haber recibido ninguna ayuda.
Inseguridad e impacto emocional
El informe destaca que, en general, el 38% de las niñas, niños y jóvenes temen por su vida, el 46% debido al riesgo de tiroteos, y el 30% por los ataques aéreos. No obstante, el 39% de las niñas se sienten “muy inseguras” o “inseguras” por la constante amenaza de violencia, en comparación con el 36% de los niños.
El impacto emocional y psicológico es otro de los efectos devastadores que sufre la juventud en los conflictos, según las conclusiones del informe. Tanto niñas como niños reportan niveles preocupantes de estrés y ansiedad, incluyendo trastornos del sueño y preocupación constante, junto con un acceso limitado a los servicios de salud mental y de salud sexual y reproductiva. De acuerdo a los hallazgos del informe, un 58% de las encuestadas viven con angustia y preocupaciones constantes, mientras que en el caso de los niños y hombres jóvenes la cifra es del 49%.
La juventud tiene esperanza
A pesar de los datos que revela este estudio, las niñas, niños y jóvenes siguen confiando en un futuro de paz. Un 65% aboga por los diálogos de paz, con un 45% de las mujeres jóvenes que apoya la participación juvenil, y un 39% que destaca la importancia de que niñas y mujeres jóvenes tengan un papel activo en estos procesos.
En general, las y los jóvenes confían en que podrán continuar su educación, encontrar trabajo, entablar relaciones y contribuir al futuro de sus sociedades, según lo expuesto en el estudio.
Recomendaciones de Plan International
En un año especialmente marcado por las crisis y conflictos en muchos lugares del mundo, con casi 300 millones de personas que necesitarán asistencia humanitaria en 2024, Plan International, basándose en los hallazgos y opiniones de las y los jóvenes, hace un llamamiento urgente a todas las partes involucradas para proteger a las niñas y la juventud en zonas de conflicto. La organización recomienda:
- Implementar un alto el fuego inmediato e iniciar diálogos de paz que garanticen la inclusión de las voces y necesidades específicas de las niñas y la juventud.
- Detener y condenar todas las violaciones graves contra niñas y niños, incluyendo el reclutamiento, asesinatos, violencia sexual, ataques a escuelas y hospitales, secuestros y la negación de la ayuda humanitaria.
- Apoyar una educación segura e inclusiva para la infancia y la juventud, que contemple la educación para la paz, financie la Declaración de Escuelas Seguras y promueva enfoques de aprendizaje alternativos.
- Orientar la ayuda humanitaria, asegurando el acceso igualitario a alimentos, agua y refugio, y priorizando servicios para sobrevivientes de violencia, especialmente niñas y mujeres jóvenes.
- Impulsar las economías locales y ofrecer oportunidades de empleo para que niñas, niños, adolescentes y jóvenes tengan opciones adaptadas, reconociendo sus diferentes necesidades.