Estamos desolados por la noticia de un bombardeo en el campamento de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, la pasada noche. Como consecuencia han muerto 50 personas y cientos han resultado heridas. Los campamentos de refugiados deberían ser un lugar seguro y los civiles, especialmente los niños y niñas, deben ser protegidos.
Tras 26 días de conflicto, más de 8.500 personas han perdido la vida, de las cuales 3.450 son menores de edad, según el Ministerio de Salud Palestino. En Israel, 1.400 personas han muerto y más de 200 han sido secuestradas como rehenes.
Los sistemas de comunicación no funcionan, las familias, que están enfrentándose a grandes traumas, no se pueden poner en contacto, tampoco pueden hacerlo los equipos de respuesta de emergencia. Los últimos informes señalan que las conexiones a internet y las líneas telefónicas se han cortado por segunda vez en una semana, lo que empeora mucho la ya difícil situación.
La Organización de Naciones Unidas ha descrito a Gaza como un “Cementerio para miles de niños y niñas” – no podemos ser testigos de esto por más tiempo y seguimos exigiendo un alto el fuego inmediato.