La grave crisis de violencia que asola Haití sitúa a las niñas y adolescentes en una situación de inseguridad sin precedentes. Tras la renuncia del primer ministro Ariel Henry, el pasado 12 de marzo, el país queda en manos de grupos armados, lo que expone a niñas y jóvenes a un incremento del riesgo de violencia por razón de género, de reclutamiento por parte de grupos armados, de matrimonios forzados y embarazos precoces.
La organización, que trabaja para defender los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas en el país desde 1973, ha llevado a cabo recientemente una evaluación de necesidades en el departamento haitiano de Artibonite, que acoge a más de 34.000 personas que huyen de la violencia de la capital, Puerto Príncipe, y de otros lugares del país. En este estudio, se han recogido los testimonios de más de 500 niñas y niños que relatan cómo es su vida en medio del conflicto.
“Tengo que andar muchos kilómetros para poder beber agua. Ya no voy a la escuela. Creo que la situación es todavía peor para chicas jóvenes como yo. Algunas de mis amigas ya están embarazadas”, cuenta Sofiana, de 13 años.
La situación de violencia generalizada, la pobreza y la escasez de alimentos están provocando que muchas familias no puedan hacer ninguna comida en todo el día o no puedan cubrir las necesidades básicas de sus hijas, como la educación o los productos de higiene menstrual. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) recuerda que Haití sufre una de las crisis alimentarias más graves del mundo, con 1,4 millones de personas a un paso de la hambruna. Esto hace que niñas como Sofiana, de entre 13 y 17 años, estén siendo obligadas a casarse o haciendo que caigan en redes de explotación y abusos sexuales para conseguir dinero, lo que da lugar a abandono escolar y más violencia.
“La crisis en Haití está teniendo consecuencias devastadoras para los niños y los adolescentes, y como ocurre con demasiada frecuencia, las niñas son especialmente vulnerables. La violencia generalizada está robando la infancia a demasiadas niñas, que se ven obligadas a cambiar los libros de texto por las armas y los vestidos de novia. Con miles de personas en Haití ahora a un paso de la hambruna, es absolutamente crítico que la comunidad internacional tome medidas urgentes”, explica Allassane Drabo, director de Plan International Haití.
En las tres comunidades analizadas para el informe de Plan International, más de la mitad de los niños y niñas en edad escolar están sin escolarizar, con tasas medias de escolarización del 25% en Gros Mornes, 37% en Gonaives y 37% en Saint Michel. La pobreza es, según el informe, la razón más común para que la infancia no asista a clase.
La pobreza y la falta de oportunidades económicas también están empujando a los niños y niñas a unirse a bandas armadas. Se calcula que entre el 30% y el 50% de los miembros de las bandas son menores de edad. Los niños y niñas que han abandonado la escuela o los no acompañados o separados de sus familias corren un mayor riesgo de unirse a dichas bandas.
El trabajo de Plan International
Plan International alerta de la falta de financiación de la respuesta humanitaria en Haití. La violencia, la escasez de alimentos, los brotes de enfermedades y las cifras de población desplazada han ido en aumento, por lo que la organización reclama a la comunidad internacional que aumente los fondos de ayuda humanitaria para permitir escalar el trabajo humanitario.
Desde julio de 2022, Plan International ha ampliado su trabajo para ofrecer ayuda humanitaria a las comunidades afectadas por la crisis de hambre y la violencia en Haití. La organización está llevando a cabo proyectos en el departamento de Artibonito y el departamento del Noreste para identificar a los niños y niñas que necesitan apoyo psicosocial, dando prioridad a la infancia no acompañada o separada, a las personas desplazadas y a los niños y niñas sobrevivientes de violencia sexual y de género.
La organización ha establecido espacios seguros para la infancia, donde los niños y niñas tienen la oportunidad de participar en actividades educativas, teatrales, artísticas, recreativas. En ellos reciben apoyo psicosocial y pueden ser derivados por personal cualificado a servicios especializados, garantizándoles la oportunidad de superar el trauma, jugar y aprender, que son esenciales para que tengan un futuro mejor.
Para responder a la crisis de hambre que sufre el país, también se están realizando transferencias de efectivo, actividades de sensibilización sobre nutrición, higiene y saneamiento en el sureste y el noreste del país. Plan International también ofrece a las comunidades actividades socioculturales y acceso a servicios sanitarios.