La mitad de los niños y niñas en Somalia sufren desnutrición aguda como consecuencia de la hambruna que se cierne sobre el país

La mitad de todos los niños y niñas somalíes, hasta 1,8 millones de menores de cinco años, sufren desnutrición aguda a raíz de la hambruna que se cierne sobre el país. 513.000 están gravemente desnutridos debido a la mayor sequía en cuarenta años y a causa también del conflicto entre Ucrania y Rusia, desde donde importa la práctica totalidad de su trigo. 

Un total de 14 millones de personas sufren hambre por la sequía en Somalia, norte de Kenia y sur de Etiopía, los países del llamado Cuerno de África. Solo en Somalia. Esta crisis también ha interrumpido la educación de 1,4 millones de niños y niñas este año, de las cuales 420.000 nunca volverán a clase. 

“La alimentación es un derecho protegido por el Derecho Internacional. Plan International llama a la protección de la infancia, en particular de las niñas en Somalia, un país al borde de la hambruna. No pueden esperar: pedimos a los donantes y a los Estados inviertan con urgencia en acciones de prevención y respuesta desde un enfoque de edad y de género para garantizar la protección de la infancia, la salud y nutrición de las madres, los servicios y la educación en salud sexual y reproductiva, y la lucha contra la violencia de género”, declara Concha López, directora general de Plan International. 

La hambruna que se avecina sobre Somalia podría ser incluso peor que la de 2011, cuando 260.000 personas perdieron la vida. La mitad de los fallecidos fueron niños menores de cinco años. Actualmente, el hospital de Baidoa, al sur del país, recibe entre 300 y 400 niños y niñas desnutridos cada mes.  

Las mujeres jóvenes y las niñas de Somalia se enfrentan a una doble crisis producto de la sequía y el conflicto interno, activo desde hace más de tres décadas, cuyos efectos aumentan peligrosamente la inseguridad y las dificultades a las que se enfrentan para acceder a servicios y recursos, incluyendo la asistencia humanitaria. 

Una crisis del hambre global con efectos dramáticos para las niñas

Una persona muere de hambre cada cuatro segundos, según los cálculos del Global Report on Food Crises 2022. Esta crisis mundial sin precedentes está haciendo que, al menos, 345 millones de personas en 82 países se enfrenten a una situación de inseguridad alimentaria aguda. Una emergencia global que podría arrastrar a la hambruna a 50 millones de personas de 45 países. 

La crisis del hambre impacta terriblemente sobre la infancia: 45 millones de menores de 5 años sufren emaciación, una forma de desnutrición que provoca una de cada cinco muertes en niños y niñas de esa edad. Con los mismos años de vida, 149 millones de niños y niñas padecen un retraso en el crecimiento por falta de nutrientes, lo que ocasiona ciclos intergeneracionales devastadores en mujeres y niñas. 

Una niña malnutrida y con retraso en el crecimiento, también lo será en su edad adulta. El 32% de las mujeres del mundo sufren inseguridad alimentaria moderada o grave. Si dan a luz, existe un alto riesgo de que sus bebés nazcan con bajo peso, desnutridos y con peligro de estarlo durante toda su infancia. 

Las niñas y mujeres también suelen comer menos y en último lugar en los países afectados por la crisis del hambre. Además, la pobreza y la escasez empuja a las familias a recurrir a formas de supervivencia especialmente nocivas para ellas, que conllevan el aumento del riesgo de matrimonios infantiles, de embarazos no deseados, de abandono escolar, de explotación laboral y sexual, y de otros abusos que incluyen la mutilación genital femenina. 

Causas y consecuencias de una emergencia sin precedentes

Más del 70 % de las personas que sufren hambre viven en países afectados por conflictos, causa principal de esta crisis. Guerras como la de Ucrania, y sus secuelas en la inflación, con la consiguiente subida de precios de alimentos, energía y fertilizantes, así como la escasez de sustento, se solapan con los impactos del cambio climático y con los efectos de la pandemia de la COVID-19, dando lugar a una emergencia global de crisis superpuestas nunca antes vista. 

Los países con mayor número de personas en crisis son el norte de Nigeria, Sudán, Sudán del Sur, Haití y Etiopía. En este último, junto con Kenia y Somalia, 14 millones de personas sufren hambre debido a la sequía. A ellos se les unen Burkina Faso y Níger, afectados por conflictos; así como los 3 millones de personas de Ucrania que necesitarán asistencia humanitaria a raíz de la guerra. 

Cerca de 40 millones de personas alcanzan niveles críticos de inseguridad alimentaria en 36 países. Sólo en Etiopía, Sudán del Sur, Madagascar y Yemen, más de medio millón de personas corren el riesgo de sufrir una hambruna catastrófica. Mientras que 17,5 millones de niños y niñas sufren emaciación en los 10 países con mayor inseguridad alimentaria. 

Respuestas y recomendaciones de Plan International

Desde principios de año, Plan International responde a la sequía en todo el Cuerno de África y mantiene activa la alerta roja por hambre en ocho países de la región, incluyendo Somalia. La organización trabaja ampliando su respuesta mediante la distribución de alimentos, la asistencia con dinero en efectivo y cupones, las comidas escolares, la detección de la malnutrición y los suplementos nutricionales. También intensifica las medidas de protección y apoyo a los medios de vida, como la alimentación complementaria del ganado, y el suministro de semillas y bienes agrícolas.   

La alimentación es un derecho protegido por el Derecho Internacional, por eso Plan International exige: 

  • Proporcionar urgentemente, con fondos disponibles de inmediato y flexibles, los 22.200 millones de dólares necesarios para evitar la hambruna de 50 millones de personas y promover la resiliencia de 147 millones de personas. En este sentido, Plan International busca recaudar 60 millones para atender a la población más vulnerable en los ocho países prioritarios de la crisis, de los que 5 millones se destinarán a financiar la respuesta en Somalia. 
  • Aumentar los esfuerzos diplomáticos para atajar las causas de los conflictos, ya que el vínculo entre conflicto/inseguridad y hambre es un hecho probado, así como garantizar el acceso de los actores humanitarios y promover las condiciones de seguridad.  
  • No desviar fondos de hambre a otras emergencias, incluido el conflicto en Ucrania, y disponer de una financiación adecuada, oportuna y flexible basada en indicadores de alerta temprana 
  • Aumentar los costes políticos de quienes utilizan el hambre como arma de guerra, para lo que el Consejo de Seguridad de la ONU debe mejorar la acción colectiva para abordarla en todas las situaciones de conflicto, y cumplir con sus compromisos en la Resolución 2417. 
  • Aumentar la financiación para la protección de la infancia con perspectiva de género, la prevención de la violencia de género, el desarrollo de la primera infancia y los servicios de salud y derechos sexuales y reproductivos, así como para alimentación escolar.   
  • Utilizar el dinero en efectivo y los cupones como modalidad preferida de asistencia, dando prioridad a las subvenciones directas, incondicionales y en efectivo, siempre que sea posible. 
  • Disponer de datos desglosados por edad y género sobre las necesidades alimentarias, de los niños, niñas y, especialmente, de las adolescentes.  
  • Apoyar respuestas dirigidas a nivel local, incluidas las lideradas por jóvenes, con financiación directa, flexible y mayor que les conceda un papel central en la toma de decisiones.