Plan International responde a la emergencia provocada por dos tifones consecutivos en Filipinas

La ONG humanitaria Plan International está dando respuesta a la emergencia causada por los dos poderosos tifones que han golpeado Filipinas en menos de una semana, obligando a miles de personas a abandonar sus hogares, con especial hincapié en apoyar a los niños, niñas y familias afectadas por esta devastación. 

El supertifón Fung-Wong tocó tierra en la costa este del país el domingo 9 de noviembre, con vientos catastróficos y lluvias torrenciales. Con rachas de viento de hasta 215 km/h, la tormenta ha provocado graves inundaciones, cortes de electricidad y mortales deslizamientos de tierra en varias provincias. Decenas de miles de familias se han visto obligadas a huir y las aldeas más cercanas a la costa han quedado sumergidas. 

Plan International, que trabaja en Filipinas desde 1961, ha desplegado equipos especializados en respuesta a emergencias en las áreas más afectadas para evaluar las necesidades y proporcionar agua potable, artículos de higiene y otros suministros esenciales a las familias más necesitadas. 

“La situación es crítica: los niños, niñas y las jóvenes corren un grave peligro”, explica la directora ejecutiva de Plan International en Filipinas, Pebbles Sanchez-Ogang. “En contextos como este, las niñas suelen ser las más vulnerables. Necesitan urgentemente espacios seguros y acceso a atención sanitaria y servicios básicos que les permitan recuperarse y reconstruir sus vidas. Nuestros equipos trabajan sin descanso para llegar a las comunidades más afectadas, pero no podemos hacerlo solos. Cada gesto de solidaridad puede salvar vidas.” 

 

Miles de viviendas destruidas 

Este último desastre ha golpeado el país apenas unos días después del paso del tifón Kalmaegi, que atravesó la región central de Visayas, dejando casi 200 personas fallecidas y destruyendo miles de viviendas. Pueblos enteros quedaron arrasados, los cultivos devastados y la infraestructura esencial inutilizada. La furia de Kalmaegi se extendió más allá de Filipinas, causando más víctimas mortales al avanzar sobre el norte de Vietnam. 

“No sabíamos si tendríamos un lugar al que regresar”, cuenta Mary Ann, una madre de 34 años de Southern Leyte, una de las provincias más afectadas por el tifón Kalmaegi el pasado martes por la mañana. 

“Afortunadamente evacuamos a tiempo, de lo contrario quizá no estaríamos aquí hoy”, añade. 

Mary Ann y su familia se encuentran ahora a salvo en un centro de evacuación, aunque la incertidumbre sobre el futuro la preocupa. 

“No sabemos de dónde sacaremos los materiales para reconstruir nuestra casa. Ahora solo esperamos recibir suministros básicos como alimentos y agua, especialmente porque tengo un bebé de cinco meses”, explica. 

Las autoridades locales y las organizaciones humanitarias trabajan contrarreloj para llegar a las zonas afectadas, pero los caminos bloqueados y la falta de comunicaciones están dificultando gravemente las operaciones de rescate, dejando a numerosas comunidades aisladas. 

“Aunque este supertifón ya se ha debilitado, sigue siendo una amenaza para la población filipina, que continúa viéndose afectada por las lluvias torrenciales, las fuertes inundaciones y rachas de viento y en muchos casos han tenido que abandonar sus hogares. Por eso es esencial dar respuesta inmediata a la emergencia, pero también continuar con el trabajo de Plan International en prevención ante desastres, para que las comunidades cada vez más sacudidas por la crisis climática estén preparadas”, explicó Stefano Fino, director de Acción Humanitaria de Plan International en España. 

Filipinas sufre una media de 20 ciclones tropicales al año, lo que lo sitúa entre los países más propensos a sufrir desastres climáticos del mundo. Además, según los expertos, estas tormentas serán cada vez más frecuentes y violentas debido a la crisis climática global.