En muchos lugares del mundo, niñas y mujeres siguen enfrentándose a numerosas barreras simplemente por el hecho de menstruar. La falta de acceso a productos e instalaciones sanitarias adecuadas, unido a los mitos y tabúes que rodean a la menstruación, tienen un impacto muy grave en la salud, educación y bienestar de miles de niñas y mujeres.
En el Día Internacional de la Higiene Menstrual que se celebra el próximo 28 de mayo, Plan International reclama el derecho a una menstruación digna y segura. La organización lleva años trabajando con niñas, niños, mujeres, hombres, escuelas, padres, líderes locales, gobiernos, etc. para garantizar el acceso a información, a instalaciones sanitarias adaptadas y a productos de higiene menstrual.
La regla, un tema tabú
Unos 300 millones de niñas y mujeres tienen la regla cada día, sin embargo, este proceso natural sigue siendo un tema tabú en muchas comunidades: está prohibido visitar lugares de culto, comer ciertos alimentos o cocinar si se está menstruando. Tampoco está permitido bañarse, hacer tareas del hogar o interactuar con niños y hombres.
“Tuve mi primera menstruación a los diez años y no sabía qué era. Mis padres me mandaron a vivir a una cabaña a cinco minutos de mi casa. Me dieron trozos de un antiguo sari de mi madre para que lo usara, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que me quedé manchada de sangre”, cuenta a Plan International Swastika, una joven nepalí de 18 años.
Según la investigación ‘A Bloody Serious Matter’ de Plan International, en Uganda e Indonesia la mitad de las adolescentes no van a la escuela cuando están menstruando, perdiendo hasta 24 días de escuela al año. Las razones de esto varían: hay niñas a las que no se les permite salir de casa, los colegios no tienen lugares limpios ni privados donde puedan cambiarse y la mayoría, no tienen productos sanitarios.
Muchas se ven obligadas a utilizar productos antihigiénicos como periódicos viejos, trapos, tierra, arena u hojas, algo que les puede provocar graves infecciones. En los países de bajos ingresos, los productos sanitarios se consideran “artículos de lujo”. En El Salvador, un paquete de 10 compresas cuesta 3 dólares, lo mismo que un kilo de arroz.
La menstruación no para en emergencias
Estos retos se multiplican durante las emergencias, ya que el acceso a productos sanitarios, instalaciones de aseo se vuelve aún más limitado. Según la experiencia de Plan International, en estas situaciones de conflicto o caos la salud menstrual está cayendo aún más en la lista de prioridades.
Por ejemplo, en Haití, el hambre generalizada y la escalada de la violencia de las bandas están teniendo efectos devastadores en las niñas, que a menudo se enfrentan a peligrosos desplazamientos para acceder a agua limpia para controlar sus periodos, además de la falta de ingresos familiares para comprar suministros de salud menstrual.
La menstruación no solo limita a niñas y mujeres de países de bajos recursos; en los Países Bajos, Bélgica y el Reino Unido, entre otros, hay bastantes niñas y mujeres que no pueden permitirse los productos menstruales que necesitan y, además, no experimentan un entorno seguro para hablar de su menstruación. “Un día tuve que irme del trabajo porque tenía la regla y no podía ni estar de pie. Sabía que eso significaba perder dinero, pero no podía hacer otra cosa”, cuenta a Plan International Sukey, una londinense de 19 años.
Plan International, organización que defiende los derechos de la infancia y la igualdad cree que todas las niñas y mujeres tienen derecho a disfrutar de una buena salud sexual y reproductiva, y que su bienestar no debe verse limitado por su menstruación. Por eso, la organización lleva años facilitando información a niñas, mujeres y comunidades; proveyendo de acceso a instalaciones sanitaras adaptadas en escuelas y comunidades; formando a niñas y mujeres para que fabriquen compresas en aquellos lugares donde no se pueden conseguir; y repartiendo kits menstruales en contextos de emergencia.