La violencia sexual nunca debe utilizarse como arma de guerra

Plan International reacciona ante el aumento de la violencia sexual en zonas de guerra en 2024

18 de agosto de 2025.- El último informe anual de Naciones Unidas sobre violencia sexual relacionada con los conflictos, publicado el pasado jueves, revela que la violencia sexual en zonas en guerra aumentó drásticamente en 2024. Ante estos preocupantes hallazgos, la directora ejecutiva de Plan International a nivel global, Reena Ghelani, declara:

“Estos resultados son profundamente alarmantes: el informe de la ONU constata un incremento del 25% en los casos de violencia sexual en zonas de conflicto en comparación con el año anterior. Más del 92% de las víctimas son niñas y mujeres. 

Los crímenes de guerra como la violación, la esclavitud sexual, el matrimonio o la esterilización forzados se encuentran entre los más atroces que se pueden cometer contra la población civil en un conflicto, y constituyen una grave violación de los derechos humanos básicos y del derecho internacional humanitario.

El informe analiza más de 21 países e identifica víctimas de entre uno y 75 años. Algunos ataques han derivado en ejecuciones. Para las personas supervivientes, las secuelas no son únicamente físicas y psicológicas; a menudo también se enfrentan a un enorme estigma social.

En Sudán hemos recibido testimonios desgarradores de violencia sexual contra niñas, mujeres, niños y hombres. La falta de acceso a misiones de investigación independientes dificulta conocer la magnitud real de estos crímenes. Esto significa también que las personas supervivientes tienen menos posibilidades de acceder a la justicia y exigir responsabilidades a quienes los cometen.

Debido a la escasa rendición de cuentas y al fuerte estigma social, muchos casos probablemente no se denuncien. Los que conocemos son, con toda seguridad, solo la punta de un iceberg mucho mayor y más profundo.

Esta dura realidad no puede ser ignorada. En Plan International conocemos bien los informes sobre violencia sexual en los países señalados en este documento: trabajamos activamente en muchos de ellos, entre otros Sudán, Etiopía, Ucrania y Haití, para apoyar a las personas supervivientes.

Sin embargo, el descenso de la financiación internacional para la ayuda humanitaria está limitando gravemente la capacidad de respuesta a nivel mundial. Las necesidades esenciales y de recuperación siguen desatendidas de manera alarmante. Muchas personas continúan arrastrando traumas no resueltos que, con demasiada frecuencia, se transmiten de generación en generación. La inversión en servicios de salud es más urgente que nunca.

Los centros sanitarios y el personal de salud deben estar protegidos en todas las zonas en conflicto para garantizar que las personas supervivientes de violencia sexual puedan acceder a la atención que necesitan con urgencia. El respeto y cumplimiento del derecho internacional humanitario nunca es negociable. La vida y la dignidad humanas deben ser siempre respetadas, sin excepciones.

Naciones Unidas ha identificado a 63 actores estatales y no estatales responsables de estos crímenes. Todos ellos deben ser investigados a fondo y quienes resulten culpables deben rendir cuentas ante la justicia.

En cuanto a las partes incluidas por la ONU en su lista de “advertencia” para el próximo informe –entre ellas las fuerzas armadas rusas e israelíes–, apoyamos firmemente la exigencia de Naciones Unidas de que cesen de inmediato todos los actos de violencia sexual y acogemos con satisfacción las investigaciones adicionales sobre estas terribles acusaciones.

Las niñas y mujeres que viven en contextos de conflicto y crisis se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo. Tenemos un deber moral y legal de hacer todo lo posible por protegerlas. La violencia sexual nunca debe utilizarse como arma de guerra”. 

Una historia de supervivencia
Asiya* tenía solo nueve años cuando fue secuestrada junto a su abuela en el noreste de Nigeria. Pasó ocho años en cautiverio, donde fue obligada a casarse y quedó embarazada. Finalmente logró escapar y reencontrarse con su familia, aunque la pobreza extrema y la desnutrición de su hijo marcaron sus primeros meses en libertad. 

Gracias al apoyo de Plan International, Asiya recibió atención médica urgente para su bebé, apoyo psicosocial y una ayuda económica mensual que le permitió comprar alimentos y medicinas. Con el tiempo, logró recuperar su independencia y comenzar a construir un nuevo futuro. 

Hoy, a sus 20 años, Asiya sueña con convertirse en costurera para ofrecer estabilidad y oportunidades a su hijo. Su historia refleja la brutalidad de la violencia sexual en contextos de conflicto, pero también la resiliencia de las jóvenes supervivientes cuando cuentan con la protección y los recursos adecuados. 

*Nombre ficticio para proteger la identidad.