Conoce a Alya, refugiada Siria, madre de cinco y líder de los voluntarios de Plan International en el campamento de Azraq
“Tienes que ser fuerte, afrontar todo lo que llegue y no rendirte nunca”, nos cuenta Alya. Ha estado viviendo con su marido y sus hijos e hijas en el campamento de refugiados de Azraq, Jordania, desde hace casi 2 años. Su historia es una muestra del impacto que los programas de asistencia a refugiados pueden tener en la vida de estas comunidades.
En 2015 Alya estaba embarazada de seis meses y tuvo que huir con su familia de su hogar, en Alepo, Siria, y llegaron a Sater, la frontera entre Siria y Jordania, donde vivieron durante los siguientes 4 meses.
Debido al estricto control de la zona, había días en los que ella y su familia no podían acceder a servicios básicos como el agua y se veían obligados a comprar las cosas más necesarias “No teníamos nada, solo lo que pudimos traer de casa”. Cuanta Alya que trabajaba como profesora voluntaria. Un día se puso de parto durante una de sus clases y dio a luz a su hija, Jude, en la tienda de otra mujer.
Poco después de dar a luz, una tormenta de arena arrasó la zona y decidieron abandonar Sater para proteger a su bebé. La familia de Alya emprendió el camino a Jordania, tuvieron que hacer frente a una larga lista de espera de personas que también solicitaban refugio, pmuchos de los cuales llevaban esperando en la frontera más de 8 meses.
Su suerte cambió cuando un miembro de la guardia fronteriza vio a la recién nacida cubierta de arena y les garantizó su entrada a Jordania como una emergencia humanitaria. Una vez en Jordania, esperaron ser atendidos en el área de recepción de refugiados para registrarse con ACNUR y conseguir un asilo en el campo. Mientras esperaban, uno de sus hijos se perdió entre el caos y la multitud, y hasta poco después no consiguieron reunirse todos de nuevo. “Mi ropa estaba llena de sangre porque acababa de dar a luz y no tenía acceso a compresas ni ningún tipo de higiene sanitaria”, dice Alya. Una guardia se dio cuenta rápidamente y le proporcionó compresas.
Después de este viaje, Alya y su familia consiguieron llegar a un sitio seguro en el campamento de refugiados de Azraq y finalmente Alya empezó a trabajar como voluntaria de Plan International el año pasado. “Siento que contribuyo a la comunidad y puedo ayudar a las personas”.
A través de nuestro programa de capacitación, Alya y el resto del equipo, han mejorado sus habilidades y conocimientos. En la actualidad, Alya lidera y coordina el grupo de voluntarios, desde las actividades que se realizan hasta la relación con otros voluntarios y beneficiarios.
Su participación como voluntaria también ha hecho que su vida y la de su familia en el campo de refugiados sea más llevadera, teniendo en cuenta las duras condiciones para aquellas personas que no tienen trabajo.
“Trabajar como voluntaria me ha salvado la vida, no puedo imaginarme mi vida sin venir a este centro cada día”. Los hijos de Alya participan en nuestros programas de desarrollo y habilidades para la vida. “Quiero volver a Siria, tener una vida normal y que mis hijos reciban una buena educación”.