Nega es el imán de su comunidad y fue uno de los primeros en sumarse a Plan International cuando empezamos a circular información sobre la MGF en Mali.
“Yo tenía una hija, una chica maravillosa” Nos dice Nega Sacko de 48 años. Es el Imán en su comunidad del sur de Mali. “Tengo otros hijos, pero todos chicos. Un día, la abuela de mi hija se la llevó para que la circuncidaran. Después la herida sangró continuamente por tres días y, deafortunadamente, murió. Llevo conmigo su partida de nacimiento y fotos de ella de bebé, mi esposa tiene fotos de cuando era más mayor”.
Cuando Plan International comenzó a hacer circular información sobre la mutilación genital femenina en su comunidad, Nega fue uno de los primeros en sumarse y brindar su apoyo: “Nos encontramos con mucha oposición. La gente no sabe diferenciar la religión de la tradición”. Muchas personas creen que el islam ordena la mutilación para garantizar que las chicas permanezcan puras y virtuosas, pero este imán les cuenta que perdió a su propia hija debido a esta práctica y que debe detenerse por todas las consecuencias que ocasiona.
La mujer que llevó a la hija de Nega para que le hicieran el corte era su marâtre —Una de las esposas de su padre, que no era su madre biológica—. Pero él relata que ni él ni su esposa estaban de acuerdo con esta práctica: “Nunca olvidaré ese día” nos cuenta apenado.
La herida sangró continuamente por tres días y, desafortunadamente, murió
“No podría decir que nadie en la comunidad siga practicando la mutilación genital, pero seguramente cerca de un 90% de los residentes han abandonado la práctica. Los pocos que aún no han cambiado de parecer lo harán cuando conozcan las consecuencias”. El imán utiliza su influencia para que así sea: “En la mezquita lo hablo con otros hombres y con los imanes de otras comunidades”.
Uno de los asistentes con los que trabaja en la mezquita le confesó recientemente: “Si no hubiera conocido tu historia, seguiría predicando la tradición de la mutilación genital femenina”. Nega quiere que se distinga entre los principios religiosos y las costumbres sociales y familiares para que se ponga fin a la práctica de la mutilación.