Con el apoyo de Plan International y sus organizaciones colaboradoras, comunidades de todo el mundo están comenzando a utilizar la energía solar y se sirven de los recursos naturales de la Tierra para poder aprovechar sus días –y sus noches– al máximo.
A nivel mundial, 1,2 mil millones de personas no disponen de electricidad. Numerosos países en vías de desarrollo pasan cada noche sumidos en la oscuridad. Salir de casa no es seguro, dar a luz en la oscuridad resulta peligroso y los niños y niñas no pueden llevar a cabo simples actividades cotidianas como hacer los deberes. En varios lugares, cuando cae la noche, los niños y las niñas tienen que estudiar a la luz de las velas. Con el apoyo de Plan International y sus organizaciones colaboradoras, comunidades de todo el mundo están comenzando a utilizar la energía solar y se sirven de los recursos naturales de la Tierra para poder aprovechar sus días –y sus noches– al máximo. Es más, se proporciona energía solar incluso a los contenedores de carga que sirven como colegios y se garantiza que las comunidades tengan acceso a un suministro de agua limpia y potable.
Sandy, una chica de 17 años de Zambia, solía arriesgar su vida cada día solo para poder estudiar. Sin acceso a electricidad, tenía que hacer los deberes a la luz de las velas. Ahora, con el apoyo de un proyecto de Plan International, Little Sun and Velux, las lámparas solares le ayudan a estudiar de forma segura.
«Ahora puedo leer y hacer los deberes por la noche. Antes nos íbamos a la cama porque no nos dejaban usar velas en casa por si se provocaba un incendio; son demasiado peligrosas con tantos niños pequeños alrededor», explica Sandy.
En la comunidad de Ma Wai Wai, Myanmar, no había electricidad, así que en vez de utilizar un generador privado, la madre de Ma Wai Wai invirtió en un panel solar. «No podía pagar la luz de toda la casa, por lo que coloqué una bombilla de energía solar cerca de la cama de mi hija. Así puede utilizarla cuando estudia», afirma Mg Wai Thaung, de 51 años. «Con esta luz, puedo hacer los deberes», dice Ma Wai Wai, de 14 años. «Ya no me mareo como cuando utilizaba velas. Entonces era difícil leer. La luz solar facilita el estudio y la lectura».
Numerosos niños y niñas de Laos viven en zonas remotas, por lo que tardan horas en llegar al colegio. Para facilitar el viaje, Plan International ha construido un albergue cerca de un instituto de Hadnam. El espacio está equipado con lámparas solares para que los niños y niñas puedan hacer los deberes por la noche. Dichas lámparas también proporcionan luz a la hora de cocinar o realizar otras actividades.
¿Es un contenedor o un colegio? Bueno, lo cierto es que es un contenedor hecho colegio que utiliza la energía solar para facilitar la educación de los estudiantes. El innovador Solar Power Internet School (SPIS, «colegio con Internet y energía solar»), el primero de este tipo que se construye en Etiopía, puede alojar hasta 25 alumnos. Está acondicionado con paneles solares que suministran energía al equipo electrónico, así como una pantalla de 65 pulgadas, un ordenador portátil para el profesor que está conectado a todos los ordenadores de los estudiantes, 24 portátiles notebook Samsung, una impresora y ventiladores para refrescar el aula. El servidor informático está provisto de contenido educativo que permite a los profesores abarcar cualquier asignatura. ¡Increíble!
En numerosas comunidades de Kenia, resulta difícil disponer de agua limpia y potable en los colegios. Esta situación es especialmente dura para las chicas durante la menstruación. ¿Por qué? Pues porque muchas chicas se quedan en casa cuando tienen el periodo –perdiendo clase– debido a que no hay un suministro de agua limpia para poder asearse. Ahora, la energía solar ayuda a garantizar que las chicas sigan estudiando. Esta genial herramienta se sirve de la energía solar para bombear agua desde un pozo de 110 metros de profundidad hasta un tanque, el cual dirige el agua a un dispensador automático, y permite que los estudiantes dispongan de agua potable en los colegios.
Esta torre de aquí es un pozo alimentado con energía solar en Mabelane, Mozambique. Proporciona a la comunidad acceso a agua potable y reduce la distancia media que los miembros de las familias, sobre todo las niñas, tienen que recorrer para recoger agua del punto de abastecimiento de agua potable. Se formó un comité de agua y se proporcionó formación sobre higiene y saneamiento, seguridad, gestión y mantenimiento del punto de agua.
El campo de refugiados de Mahama, en Ruanda, alberga a más de 48.000 refugiados de Burundi. La instalación de lámparas solares ayuda a las niñas y a las mujeres a desplazarse por el campamento libremente –y de forma segura– al anochecer, pues los caminos que se dirigen hacia los lavabos y las duchas están bien iluminados durante la noche.