Por George Otim – director de Plan International en Sudán del Sur
Recientemente me reuní con un grupo de chicas durante una visita al condado de Pibor en Sudán del Sur, un área donde la grave inseguridad alimentaria y los conflictos continúan afectando a las familias y a las niñas en particular. Todavía tengo muy presente su actitud positiva y esperanza de una vida mejor a pesar de la gran cantidad de desafíos que enfrentan a diario.
Las familias nos contaron que este año ha sido el peor periodo de hambruna que se recuerda, y el más grave desde que Sudán del Sur se convirtió en un país independiente en 2011. De hecho, una de cada tres personas sufre inseguridad alimentaria, y 1,8 millones de mujeres y niños están gravemente desnutridos, y es probable que la situación siga deteriorándose.
Pero es la falta de financiación y respuesta internacional lo que amenaza con llevar a una generación de niños y niñas de Sudán del Sur a la catástrofe. Las niñas con las que hablamos dicen que tienen esperanza en su futuro y quieren tener acceso a la educación, pero también nos contaron que han pasado días enteros sin comer.
Muchas no tienen acceso a agua potable o letrinas porque las condiciones de agua, saneamiento e higiene están en su peor momento. Debido a la escasez de alimentos, a menudo comen menos y en último lugar. También son más propensas que los niños a dejar la escuela y corren el riesgo de contraer matrimonios infantiles, precoces y forzados, sufrir violencia de género, explotación sexual y embarazos no deseados.
Por ejemplo, Saraha, de 10 años. Nacida justo cuando su país celebraba su independencia, quiere ser médico, pero dice que no es seguro para ella ir a la escuela debido al conflicto actual en su comunidad y el hecho de que su escuela se utiliza como refugio para familias desplazadas. O Rebecca, también de 10 años, que dice que el hambre es la principal razón por la que las niñas como ella abandonan la escuela.
En un país en el que el 50% de las niñas se casa antes de cumplir los 18 años, las niñas de Sudán del Sur nos han dicho que tienen más probabilidades de abandonar la escuela si sus familias tienen problemas económicos. “La situación obliga a las niñas a casarse a una edad temprana para que sus familias puedan obtener dinero para su supervivencia”, dice Rebecca.
La COVID-19 no ha hecho más que empeorar una situación ya de por si desastrosa. Con una estimación de 2,8 millones de niños en Sudán del Sur que no va a la escuela debido a la pandemia, la crisis alimentaria prolongada conducirá a que muchas abandonen definitivamente su educación.
En colaboración con nuestros socios, Plan International está ampliando las operaciones en Pibor y las zonas circundantes. Trabajamos con las comunidades locales para suministrar alimentos y tratamiento para la desnutrición, así como para proporcionar servicios de protección infantil y programas de educación para aquellos que han sido desplazados de sus hogares, los que han vuelto y las comunidades de acogida.
Sin embargo, si no se toman medidas urgentes, existe un riesgo real de que se produzcan niveles devastadores de hambre y posiblemente de hambruna, haciendo retroceder los escasos progresos realizados en la lucha por la igualdad de género, el matrimonio infantil, precoz y forzado, la violencia de género, la explotación sexual y los embarazos no deseados entre las niñas y las jóvenes de Sudán del Sur.
A medida que el gobierno y las agencias humanitarias amplían urgentemente las operaciones para llevar alimentos, nutrición, agua potable y servicios de salud a las comunidades de todo Sudán del Sur, también deben buscar formas de proteger a las niñas y garantizar que sus futuros no se destruyan, colocándolas a ellas y a sus desafíos en el centro de su respuesta.
La financiación humanitaria también debe ser previsora, adelantándose a las declaraciones de hambruna en lugar de responder a ellas. Invertir antes de que se produzca la crisis, aumentando la resiliencia de las comunidades para reducir el impacto de las emergencias. Esperar a que se declare la hambruna puede ser demasiado tarde para los más necesitados.
El tiempo es realmente esencial.