El nuevo informe sobre cambio climático de la ONU pone de manifiesto la cruda realidad de la emergencia climática, pero no es ninguna sorpresa. Ya estamos siendo testigos del impacto de los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente en las comunidades con menos recursos para hacerles frente.
Sólo este año, el cambio climático impedirá que al menos cuatro millones de niñas completen su educación. Las adversidades medioambientales, como la sequía y las inundaciones, también están contribuyendo, junto con los conflictos y la COVID-19, a un fuerte aumento del hambre y la inseguridad alimentaria, lo que hoy significa que 41 millones de personas están al borde de la inanición.
El IPCC destaca que, a menos que se tomen medidas urgentes y transformadoras, podríamos alcanzar 1,5C de calentamiento antes de lo previsto. Esto tendría un impacto catastrófico, y como en tantas crisis, las niñas y las jóvenes serán las más afectadas.
Hacemos un llamamiento a los líderes para que aumenten urgentemente sus ambiciones de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y para en la COP26 tomen medidas que mantengan el aumento de la temperatura por debajo de 1,5C. Debemos proteger la naturaleza y un clima estable para los niños y las generaciones futuras, que son los que menos han contribuido a la crisis, pero que serán los que vivirán sus consecuencias.
Los y las jóvenes también deben ser incluidos en las decisiones políticas para abordar la crisis climática. Se les está robando su futuro y sus derechos están más en peligro que nunca, y sin embargo se les sigue excluyendo de la participación en los procesos de toma de decisiones. En la COP26, instamos a los líderes a involucrar de manera significativa a los jóvenes y a los pueblos indígenas en todas las decisiones, a invertir en una educación climática transformadora y a apoyar a las comunidades más pobres en primera línea.
George Ouma, asesor de Política, Incidencia e Investigación de Plan International para Oriente Medio, África Oriental y Meridional.