Seis meses después del devastador terremoto de 7,2 grados que sacudió el suroeste de Haití el 14 de agosto de 2021, la reconstrucción avanza muy lentamente y el trabajo por hacer todavía es mucho.
Tras el terremoto, muchas zonas remotas, como la comuna de Gran Boukan, cayeron en el olvido. Incluso antes del terremoto, esta zona costera ya sufría dificultades económicas y gran parte de la población en edad de trabajar, había emigrado a los lugares con mayores oportunidades laborales.
Llegar hasta Gran Boukan es complicado desde el punto de vista logístico, ya que la única forma de hacerlo es por mar y, como el precio del viaje es muy elevado, la mayoría de las personas no pueden permitírselo. A pesar de ser una nación insular, gran parte de la población no se siente cómoda nadando, y muchas personas tienen miedo al mar y a viajar en barco.
Plan International es la única organización que interviene en la península
Como la zona es de difícil acceso, la mayoría de las organizaciones de ayuda han priorizado sus programas de respuesta y reconstrucción en las zonas centrales de la isla principal, por lo que Plan International es la única organización que interviene en la península.
En Gran Boukan no hay ninguna fuente de agua potable y sus habitantes beben agua de la lluvia, que generalmente está contaminada. Como el suelo es de arrecife de coral, es casi imposible plantar nada. Los miembros de la comunidad sobreviven pescando o vendiendo carbón y piedras para la construcción. Un alto porcentaje de la población sufre inseguridad alimentaria aguda.
Con el apoyo de Global Affairs Canada y la Coalición Humanitaria, hemos ofrecido transferencias en efectivo para que más de 500 hogares puedan cubrir sus necesidades básicas. Además, hemos llevado a cabo sesiones de sensibilización sobre cómo proteger a los niños y las niñas.
Después de un tiempo trabajando con la comunidad, nuestro equipo identificó algunos de los retos específicos que enfrentan en esta zona. Algunos están relacionados con la protección de la infancia y otros con la seguridad alimentaria.
Teniendo esto en cuenta, organizamos debates y grupos de discusión para hablar sobre los problemas de protección que afectan a las jóvenes de esta zona remota. Nos contaron que sus principales preocupaciones son los embarazos adolescentes, la explotación sexual de los y las jóvenes que salen de la península para continuar con su educación y la violencia. Anite, una mujer que nos acogió durante nuestra visita, nos explicó que sus dos hijas habían salido de la península para ir a estudiar a la capital, Puerto Príncipe, y que ambas habían vuelto embarazadas.
Nuestro equipo de respuesta a la emergencia en Haití está trabajando en la implementación de nuevas actividades para hacer frente a las dificultades económicas que sufre la población, así como a los problemas de protección a los que se enfrenta la juventud. El equipo está estudiando la posibilidad de desarrollar más programas de asistencia con dinero en efectivo y vales para mitigar los problemas de inseguridad alimentaria, así como la creación de nuevos proyectos para proteger a los niños, niñas y jóvenes de la explotación y los abusos sexuales.
Además, se está estudiando la implementación de talleres de teatro callejero interactivo, así como talleres con grupos de adolescentes para enseñar a los y las jóvenes habilidades para la vida.