El día en el que Urmila, de 20 años, se convirtió en ayudante de cátedra en la misma escuela en la que había sido alumna, lo celebró. Gracias a su formación en Desarrollo de la Primera Infancia, contaba con las habilidades y la experiencia que necesitaba para acceder a un empleo digno en su comunidad.
Urmila tuvo que enfrentarse a muchas dificultades para terminar sus estudios. Su padre conducía un bicitaxi para ganarse la vida y su madre buscaba leña en el bosque para venderla en el mercado y poder comprar alimentos con ese dinero.
“Mi infancia fue difícil. A mi madre le costaba mucho darnos dos comidas al día. En nuestra situación, reparar el techo, que tenía goteras cada temporada de lluvias, nunca fue una prioridad. La ropa usada que nos donaban, nos hacía felices”, recuerda Urmila.
Urmila es la menor de cuatro hermanos. Su hermana mayor está casada; otro de sus hermanos padece una enfermedad mental, mientras que otro, vive con una discapacidad. De niña, Urmila quería ser bailarina, pero las difíciles circunstancias económicas de su familia la obligaron a renunciar a su sueño.
A pesar de las dificultades, Urmila consiguió terminar el instituto y se trasladó a la ciudad con su hermana para buscar trabajo y poder ayudar a su familia. “Mi padre enfermó de tuberculosis y mi madre fue operada del útero. Me mantuve firme en mi decisión de ocuparme de mis padres para satisfacer las necesidades de mi familia. Así que me mudé para encontrar un trabajo”, comparte Urmila.
En la ciudad, Urmila se tuvo que enfrentar a más retos, ya que luchaba por encontrar un trabajo decente. Debido a su falta de experiencia, le resultó muy difícil pasar la fase de la entrevista, incluso habiendo hecho referencia a la difícil situación económica de su familia. “Me sentí muy decepcionada. También se portaron mal conmigo”.
Cuando estaba buscando empleo, Urmila presentó una solicitud para participar en un programa de formación dirigido por una organización llamada Right4Children, que trabaja en colaboración con Plan International.
Cuando lo recuerda, Urmila sonríe y dice: “esperé con impaciencia la noticia de mi selección. Un mes más tarde, recibí la llamada y me inscribieron en el curso de formación en Desarrollo Infantil”.
“Al principio no entendía por qué necesitaba formarme para enseñar a los niños y niñas. Más tarde, me di cuenta de que la enseñanza va mucho más allá de la parte teórica. Estoy aplicando todo lo que he aprendido sobre cómo tratar y entender mejor a mis alumnos”, dice Urmila.
La joven también ha aprendido habilidades para la vida, inglés, informática e igualdad y protección de la infancia.
Tras finalizar la formación, Urmila trabajó como aprendiz durante tres meses en la escuela donde estudió y, más adelante, le ofrecieron un puesto permanente gracias a su dedicación y trabajo duro.
“Cuando recibí mi primer sueldo, casi me pongo a llorar. Fue el mejor día de mi vida. Me quedé con una parte y entregué el resto a mis padres. La felicidad fue doble, ya que mis padres estaban muy orgullosos de mí”, comparte Urmila.
Urmila está decidida a triunfar, hacer felices a sus padres y poder darles un nivel de vida decente. Dice estar agradecida por todo el apoyo que ha recibido de Plan International, Right4Children y el instituto en el que se formó.