Al borde de la hambruna, Somalia se enfrenta a su peor sequía en 40 años. Cinco temporadas sin lluvias hacen que 7,8 millones de personas en el país padezcan hambre y que la mitad de todos los niños y niñas del país, hasta 1,8 millones de menores de cinco años, sufran desnutrición aguda.
Niñas como Juweriya y ZamZam, de 12 años, de la región de Togdheer, en Somalilandia, intentan seguir con su educación en mitad de un presente incierto. El hambre está afectando a su capacidad de concentración en clase y cada mañana tardan más en encontrar agua y hacer sus tareas.
ZamZam en clase
“A veces desayunamos y a veces no. Cuando estoy en clase, tengo hambre. Cuando tengo hambre no puedo estudiar bien”, explica ZamZam.
Miles de niños y niñas somalíes abandonan la escuela, lo que les expone a la violencia sexual, el trabajo infantil y el matrimonio precoz. Las escuelas también están cerrando debido al elevado número de abandonos provocados por las familias que emigran con sus hijos a otras partes del país en busca de mejores oportunidades.
“Nos preocupa la sequía, la falta de agua y lluvia, y el hambre. La gente se ve obligada a huir de sus hogares. Algunos niños y niñas que antes iban a la escuela, han tenido que dejar sus estudios como consecuencia de la sequía” , dice ZamZam.
Juweriya se queja de las distancias que niños y niñas tienen que recorrer para llegar a la escuela
Juweriya, su madre y su abuela se mudaron para estar más cerca del agua y otros servicios básicos después de que se les muriera todo el ganado, lo que para las familias de pastores significa la pérdida de medios de subsistencia e ingresos. Hay poca comida y la familia está muy desnutrida.
“Me levanto a las 5 de la mañana porque tengo que estar en la escuela a las 7. Me levanto temprano, rezo, pongo té en el fuego, busco agua y luego voy a la escuela. Vengo todos los días”, dice Juweriya.
“Los alimentos se han agotado y los campos de donde solían traerse se han secado. Así que sólo cocinamos dos veces al día. A veces desayuno y a veces no. Cuando desayuno estoy bien, pero cuando no desayuno, me pongo enferma”, nos cuenta Juweriya.
Las distancias a recorrer para llegar a la escuela también están disuadiendo a los niños y niñas de hacer los arduos viajes, a menudo con hambre y sin agua para beber. “A veces, cuando camino, el sol calienta mucho. Cuando camino bajo el sol, me duele un poco el estómago”, dice Juweriya.
Preocupan las repercusiones a largo plazo que el cierre de escuelas y el abandono escolar tendrán en toda una generación. Somalia es uno de los países con mayor número de niños sin escolarizar: 3 millones.
La hambruna que se avecina sobre Somalia podría ser incluso peor que la de 2011, cuando 260.000 personas perdieron la vida. La mitad de los fallecidos fueron niños menores de cinco años.