Haití se enfrenta a una crisis sin precedentes: los grupos armados han tomado el control de puertos y carreteras, aislando a las comunidades tanto de las granjas que las alimentan como de la ayuda humanitaria. En el último año, los precios de los alimentos y el combustible se han disparado.
Mireille, de 50 años, dice que ha llegado al límite. Vive con sus dos hijos de 12 y 17 años en el departamento del sudeste y, tras perder recientemente la vista, no tiene forma de obtener ingresos. “Lloro porque los niños son pequeños y no tengo a nadie que me ayude. No tengo adónde ir”.
Según la última Encuesta de Mortalidad, Morbilidad y Utilización de Servicios, aproximadamente el 4% de la población haitiana mayor de cinco años tiene algún tipo de discapacidad. Esto se suma a los 4,7 millones de personas, casi la mitad de la población, que sufren altos niveles de inseguridad alimentaria aguda (Fase 5 de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria).
Mireille dice que vive al día. De vez en cuando recibía ayuda de una amiga, pero ahora a ella tampoco le queda nada. “Cuando no tengo qué comer, mis dos hijos y yo dormimos con el estómago vacío. Esta situación puede durar de dos a tres días porque no tenemos nada ni a nadie”.
El marido de Mireille murió hace unos años. Tiene dos hijas mayores que viven en Puerto Príncipe, pero ha perdido el contacto con ellas. “Cuando no tengo nada que darles, me dicen: mamá, mira la miseria en la que estamos. No me queda ninguna esperanza”.
La situación de emergencia en Haití se prolonga desde el año pasado y está empeorando debido a los bloqueos y las manifestaciones en todo el país, lo que dificulta aún más que la población obtenga ingresos. Mireille vive de alquiler en una casa destartalada, pero, como muchas veces no puede pagarla, su casero quiere que se marche.
“La casa no es mía, pertenece a alguien que me ayuda con el alquiler. Ahora el propietario quiere echarme. Me gustaría tener mi propia casa”, explica Mireille.
Mireille ha recibido recientemente una transferencia de dinero en efectivo por parte de Plan International. Con el dinero, ha podido pagar sus deudas pendientes y, lo más importante, comprar alimentos suficientes para alimentar a su familia durante unas semanas.
“Esta mañana mis hijos han comido arroz cocido con salsa, y esta tarde comeremos lo mismo. A veces comemos carne si nuestra situación lo permite”, dice Mireille. Todavía me queda algo de las provisiones que compré. Cuando no tenemos mucho, solo comemos una vez al día, pero mientras tenga las provisiones comeremos dos veces al día.”
La respuesta de emergencia de Plan International a la crisis de hambre en Haití sigue su curso, y hasta ahora más de 2.500 personas han recibido transferencias en efectivo para comprar provisiones vitales. Además, llevamos a cabo charlas sobre nutrición, sensibilización y protección en las comunidades en las que trabajamos.
“No sé lo duro que es para otras personas, pero para mis hijos y para mí es extremadamente difícil. El año pasado fue igual. Doy muchas gracias a Plan International por el apoyo, ya que este dinero me ha permitido alimentar a mis hijas”, concluye Mireille.