La rutina de Anitha, de 15 años, era extremadamente difícil. Se levantaba antes del amanecer y tenía que emprender un duro viaje de seis kilómetros por terreno accidentado para llegar a la escuela. Después de todo el día en clase, volvía a casa por ese mismo camino.
“Me levantaba a las 4 de la mañana para llegar a tiempo a la escuela. Siempre tenía miedo de que me castigaran si llegaba tarde”, cuenta Anitha, que vive en la región de Kigoma, en las tierras altas del noroeste de Tanzania.
Esta rutina no solo acababa con su energía, sino que también limitaba gravemente su tiempo para hacer los deberes y crecer a nivel personal, además de exponerla a la violencia sexual. Durante sus largas caminatas hasta la escuela, Anitha se encontraba a menudo con hombres que intentaban persuadirla para que mantuviera relaciones sexuales a cambio de llevarla en moto a la escuela.
“Se acercaban a mí con sus motocicletas mientras yo caminaba, sugiriéndome que podían proporcionarme transporte y dinero a cambio de sexo”, explica, y añade que no solo los hombres suponían una amenaza. “Un día, me levanté excepcionalmente temprano y emprendí mi camino a la escuela. De repente, vi una hiena que me miraba fijamente. Ese día corrí tan rápido como pude”.
El punto de inflexión en la vida de Anitha se produjo el año pasado, cuando recibió una bicicleta en el marco de un proyecto de Plan International para evitar que 49.000 niñas de Tanzania abandonen sus estudios antes de empezar la secundaria.
Financiado por Global Affairs Canada, el proyecto Keeping Adolescent Girls in School (KAGIS) desafía las normas para ayudar a prevenir el matrimonio infantil y el embarazo adolescente, que pueden truncar la educación de las niñas y adolescentes. También ofrece becas, material escolar, productos de higiene menstrual, grupos de ahorro y bicicletas, que pueden facilitan que las niñas vayan a clase.
Anitha dice que le hizo mucha ilusión recibir una bicicleta, consciente de las oportunidades de movilidad que le ofrecía. La bicicleta no solo reduce su tiempo de desplazamiento, sino que también le da libertad.
“Todas las mañanas, cuando llego al colegio, no puedo evitar sonreír. Mi bicicleta no sólo me permite llegar a la escuela más rápido, sino que también me protege”, dice Anitha.
Ahora Anitha tarda la mitad de tiempo que antes en llegar a la escuela, lo que le permite llegar más descansada y concentrada. Esta nueva energía se ha traducido en una mejora significativa de sus notas, y sus profesores han notado un cambio notable en su actitud y su rendimiento académico.
“He sido testigo de un cambio positivo en el rendimiento de Anitha desde que tiene su bicicleta. Y no es la única; las 66 niñas de nuestro centro que han recibido bicicletas llegan pronto y participan activamente en clase. Es evidente que esto ha marcado una verdadera diferencia en su educación”, afirma el profesor de Anitha, el Sr. Sunzu.
El año pasado, el proyecto KAGIS distribuyó 550 bicicletas a adolescentes que tienen que recorrer largas distancias para ir y volver de la escuela en las regiones de Geita y Kigoma.