En el último año, Perú ha sido afectado por los efectos de El Niño, y sus condiciones meteorológicas son extremas. Piura, una provincia en el noroeste del país, ha sido una de las más golpeadas, con fuertes lluvias e inundaciones que han causado muchos daños.
Karen, de 14 años, y su familia viven en una comunidad aislada que queda completamente incomunicada cuando llegan las fuertes lluvias. “Primero se forman todas las nubes. El cielo se pone muy gris y comienza a llover muy fuerte”, dice ella sobre la última vez que una gran tormenta azotó su pueblo. “Hubo truenos y relámpagos.”
El pueblo donde Karen vive con su padre Walter, su madre Teodora y su hermano menor Walter, aún carece de servicios básicos como saneamiento, alumbrado público, educación de calidad y atención médica. Siempre que llueve intensamente, el río se desborda e inunda las calles.
“Como las calles no están asfaltadas, no podemos usarlas, ni siquiera podemos desplazarnos para recoger medicinas”, explica Walter, de 36 años. Además de los daños materiales causados por las inundaciones, la comunidad también ha sido afectada por el dengue, una enfermedad mortal transmitida por los mosquitos, especialmente en entornos húmedos. “Cuando llovía, las paredes se humedecían y los mosquitos entraban. Toda mi familia, incluida yo, enfermamos”, dice Karen.
A pesar de sufrir de fiebre alta y dolor severo, Walter no tuvo más opción que caminar varias horas hasta la clínica más cercana para conseguir medicinas para su familia. Lamentablemente, fue demasiado tarde para su tía, quien murió porque no pudo ser trasladada al hospital para recibir tratamiento. Para ayudar a la familia, Plan International les repartió kits que contenían dos mosquiteras, repelente, protector solar y algunos jabones y desinfectantes.
En situaciones de emergencia, los derechos y necesidades de las niñas, adolescentes y jóvenes suelen ser pasados por alto. Los desastres afectan desproporcionadamente a las mujeres y niñas, quienes son más vulnerables a la violencia y explotación que los hombres y niños, y tienen menos seguridad y recursos.
“Hay situaciones de violencia en mi comunidad, pero se habla muy poco de ello”, dice Karen. Así, Plan International creó entornos seguros donde las niñas y jóvenes podían reunirse para aprender a cómo manejar las emergencias. “En estos talleres aprendimos a quién acudir en caso de emergencia, a quién pedir ayuda, qué lugares son seguros y cuáles no lo son, para que en caso de emergencia, estemos seguras, protegidas y no suframos situaciones violentas que puedan afectarnos”, dice Karen.
Walter está contento de que su hija ahora sepa a dónde ir en caso de violencia, pero dice que la prevención debería comenzar en casa. “Tenemos que trabajar mucho en eso como individuos, como familias, y siempre evaluar las situaciones de riesgo que tenemos en nuestras familias y en la comunidad. Así podemos actuar antes, durante y después de una emergencia.”
La capacitación en seguridad le ha dado a Karen la confianza para ser una líder en su comunidad, y ahora quiere compartir lo que ha aprendido con los demás. Para ella, entender las medidas de seguridad en una emergencia es clave, pero tener la confianza para actuar puede salvar vidas.
“Si viniera otro fenómeno relacionado con El Niño, me siento más preparada para enfrentar la situación ahora que hemos aprendido herramientas como colocar sacos de arena y hacer canales para reducir la cantidad de agua que llega a nuestras casas y las inunda”, dice Karen, quien está decidida a actuar en el caso de futuros desastres.